sábado, 29 de octubre de 2011

Dos entrañables renglones torcidos de Dios

                                        CRÍTICA TEATRAL: ELLING

La locura se puede abordar de muchas maneras diferentes, por eso tomo las palabras de la novela de Torcuato Luca de Tena para hablar de Elling ya que ambos títulos tratan el mencionado tema con la sensibilidad suficiente para despertar en el lector/espectador sonrisas y lágrimas.

El director Andrés Lima, que ya estuvo en el Teatro Lope de Vega con una versión arriesgada y transgresora de Tito Andrónico, de William Shakespeare, ha vuelto con una pieza peculiar por diversos motivos: Se trata de una obra  basada en una novela del escritor Invar Ambjornsen, autor noruego desconocido por estos lares ya que de este país el público suele tener como referencia a su compatriota Henrik Ibsen, autor clave de principios del siglo XIX, gracias sobre todo a Casa de muñecas, obra de la que se vio una versión en este teatro de la mano de Silvia Marsó el año pasado bajo la dirección de Amelia Ochandiano.

En segundo lugar, los actores hacen un trabajo soberbio porque saben mostrarse comedidos o excesivos, debido a su condición, no en vano son dos hombres recién salidos de un manicomio. Por un lado, Carmelo Gómez demuestra una enorme versatilidad ya que, en lo que a teatro se refiere encarnó hace más de una década al atormentado Brick en La gata sobre el tejado de zinc caliente de Tennessee Williams y a un alcohólico en Días de vino y rosas de J. P. Miller, más recientemente. En esta ocasión Gómez se muestra vulnerable y desmadrado a la vez, mientras que Javier Gutiérrez, quien formó parte del reparto de Tito Andrónico, está genial y muestra su lado más animal y primario. Finalmente Rebeca Montero y Chema Adeva dan muestras de una gran calidad interpretativa al encarnar a varios personajes muy diferentes entre sí a lo largo de la función.
Javier Gutiérrez, Chema Adeva y Carmelo Gómez en la obra teatral Elling
La puesta en escena es sencilla: un cuadrado en el que caben dos camas, una mesa, una radio y un indispensable teléfono. Mientras, la música romántica interpretada en directo contribuye a envolver al público en un mundo donde la locura, los sentimientos y, sobre todo, la amistad afloran con fuerza haciendo que el público se ría en determinados momentos y sienta ternura por la pareja protagonista en otros. En resumen, Andrés Lima consigue dar un salto al vacío del que sale bien parado gracias a unos actores que muestran el lado más tierno de la locura.  

FOTO: ALEJANDRO RECHE SELAS

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