jueves, 8 de marzo de 2012

Amor ¿quién te entiende?

                  CRÍTICA TEATRAL: EL PERRO DEL HORTELANO

Los designios del amor son un misterio, sobre todo si se ve frenado por algo como las diferencias de clase social. De esto habló el gran Lope de Vega hace casi cuatrocientos años en El perro del hortelano y hoy en 2012, se demuestra que los temas universales como el amor no dejan de tener atracción para el público.

La nueva versión que de esta obra ha traído a Sevilla la Compañía Nacional de Teatro Clásico no ha sido una excepción. Es una obra tan poderosa que, aunque se haya visto varias veces, hacerlo una vez más, no da síntomas de cansancio sino todo lo contrario. 

El que escribe estas líneas había visto previamente tres versiones: El filme de Pilar Miró, de 1996, un Estudio 1 de los 80 con Concha Cuetos de protagonista y una versión teatral de Magüi Mira hace casi diez años. Pues bien, la versión vista en esta ocasión tiene la misma fuerza que los tres trabajos mencionados, gracias a la potencia del texto y al buen hacer de los actores.

Se puede decir que esta versión, último montaje de Eduardo Vasco en la Compañía, tiene la cualidad de trasladarnos a ese teatro que se veía en los corrales de comedias de los siglos XVI y XVII con unos cambios de escenarios mínimos a pesar de escenificar lugares muy diferentes y una música de la época en directo.
Momento de esta gran versión de El perro del hortelano
Los actores están en estado de gracia, empezando por Eva Rufo, quien encarna a Diana, la Condesa de Belflor, quien consigue mostrarnos las contradicciones que hay en su interior al enamorarse de un criado, su secretario Teodoro, un David Boceta que transmite perfectamente sus ansias de medrar socialmente despreciando a su amor inicial, Marcela, y el desconcierto que le provocan las actitudes de la Condesa. Por su parte, Joaquín Notario (visto en la serie La Señora) hace una creación del amigo cómplice de Teodoro, donde destaca el toque rústico del personaje, a diferencia del resto del servicio de la Condesa. 

En las actuaciones destaca el histrionismo de los pretendientes nobles de Diana y sus criados, para dar a entender el motivo del rechazo de la Condesa a estos posibles partidos, acordes con su posición social. La actuación se ve reforzada con elementos de la comedia física con peleas y empujones cómicos.

La acción va de menos a más, con enredos y malentendidos, motivados por las indecisiones y cambios de opinión de los personajes principales, pero el destino juega a favor para que al final el amor triunfe, a pesar de sus laberínticos designios, que, a veces, no tienen explicación porque los sentimientos son muchas veces contradictorios debido a determinadas circunstancias.

El perro del hortelano demuestra que al amor no hay que entenderlo, sólo dejarlo fluir, a lo que ayuda si los hilos del destino se mueven a favor de los enamorados.

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