martes, 17 de abril de 2012

Te cuento la misma historia pero te cambio el escenario para que no te des cuenta

Este artículo pretende ser uno de los varios que pretendo hacer para analizar la preocupante situación de Hollywood en cuestión de creatividad. El título del post se explica por sí solo. Estamos acostumbrados a ver remakes, sagas interminables, no todas de mala calidad o precuelas (temas de los que hablaré en otro momento).

Cuando se ve una secuela como, por ejemplo,  de Viernes 13 sabes las constantes que se van a repetir y por lo tanto el espectador ve más de lo mismo pero ya va avisado. Lo que ya es chirriante es que se vea una película y se tenga la sensación de haber visto el mismo argumento y desarrollo anteriormente pero con cambios en la localización de la historia.

Eso precisamente me ocurrió la semana pasada al ver, alquilado, el filme El Santuario (Alister Grierson, 2011). Reconozco que tiene uno de los trailers más atractivos que he visto últimamente. 

Pero esta historia, producida por James Cameron, a medida que iba avanzando, me di cuenta de que era una evidente variación de, precisamente, una de mis películas favoritas, La aventura del Poseidón (Ronald Neame, 1972). La historia del barco de lujo que se da literalmente la vuelta y que cumple este año 40 años, era la clara inspiración de este filme inspirado en hechos reales y que se desarrolla en el interior de una profunda cueva de la que los protagonistas han de salir con vida tras sellarse la salida.

Precisamente la imagen de arriba es una de las que más claramente emparentan  esta película con el mencionado clásico de los 70 protagonizado por Gene Hackman, Ernest Borgnine y Shelley Winters entre otros. El momento en el que deben atravesar una de las zonas sumergidas del barco es uno de los momentos clave del filme. Las constantes y similitudes se repiten en El Santuario: se deben atravesar distintas zonas dificultosas, no se sabe quién va perecer en el intento, lucha del hombre contra los elementos. Pero el filme de Neame fue modélico a la hora de tratar estos temas.
Shelley Winters en La aventura del Poseidón (1972)
Pero, como se suele decir, no hay dos sin tres y esa sensación de deja vu como dicen los franceses ya la tuve en 1996 con el filme Daylight. Pánico en el túnel, dirigida por Rob Cohen y protagonizada por el action man Sylvester Stallone con Viggo Mortensen en un breve papel. La misma estructura narrativa se repetía, pero esta vez en un entorno más urbano, concretamente en uno de esos túneles por los que pasan diariamente miles de coches en las grandes ciudades. De nuevo un grupo de supervivientes han de salir a la superficie, con escena subacuática incluida ¿Coincidencia? Creo que no.

En fin, supongo que la falta de ideas seguirá por mucho tiempo, si  no llega algo de aire fresco a Hollywood pero, por favor, señores guionistas, intenten ser algo originales (pero de verdad). No por cambiar el escenario al espectador se le puede engañar.

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