viernes, 18 de mayo de 2012

Héctor Alterio: "José Carlos Plaza crea climas muy favorables para la elaboración del trabajo"

Hay entrevistas inolvidables y la que un servidor realizó en la tarde de ayer será, sin lugar a dudas, una de ellas. Fue con el gran Héctor Alterio, un genial veterano que sigue mostrando una enorme vitalidad y riqueza interpretativa. El actor argentino, instalado en nuestro país desde hace treinta y siete años, tiene una carrera impresionante tanto en televisión como en cine, protagonizando la primera película argentina ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera, (La historia oficial dirigida por Luis Puenzo en 1985), y un puñado de obras maestras del cine español como A un dios desconocido (Jaime Chávarri, 1977) interpretación por la que es premiado en el Festival de San Sebastián, La guerra de papá (Antonio Mercero, 1977), o Las truchas (José Luis García Sánchez, 1978), Oso de Oro en el Festival de Berlín, junto con otros títulos que se mencionarán a lo largo de la entrevista.

Padre de dos actores sobresalientes, Ernesto y Malena Alterio, el actor también tiene una importante trayectoria en el teatro. La entrevista para este blog se produce precisamente con motivo de la representación en el Teatro Lope de Vega de Sevilla de la versión teatral de La sonrisa etrusca, la famosa novela de José Luis Sampedro, donde vuelve a coincidir con el director José Carlos Plaza y otra gran veterana, Julieta Serrano junto con otros excelentes actores. Adelante, lean y disfruten.  
Héctor Alterio antes de prepararse para salir a escena A.R.S.

Pregunta: Vuelve a trabajar con José Carlos Plaza, después de Yo, Claudio (2004) donde se adaptaba otra novela, en ese caso de Robert Graves ¿qué destacaría de él como director?

Héctor Alterio: La primera impresión que tuve es que era alguien muy inquieto, muy respetuoso con el actor, que crea climas sumamente favorables para la elaboración del trabajo. Es inagotable, tiene una capacidad para trabajar infinita que no se da de una manera habitual. Por lo tanto el trabajo se convierte en una fiesta. Sabe elegir y respetar a los actores que elige y todo el proceso de elaboración, que por motivos de premura de las producciones se reduce a un mes y medio, siempre es escaso. Pero ese mes y medio José Carlos trabaja con una intensidad que realmente es envidiable y cuando se produce la alegría una nueva propuesta de trabajo, mucho más. Tuve muy buenas sensaciones en el trabajo con José Carlos, tanto en Yo, Claudio como en ésta (La sonrisa etrusca).

P: En esta obra se recrean pasajes de la juventud de su personaje ¿cree que narrativamente, si no hubiese contado ese pasado, no se hubiese entendido su actitud en el presente?

H.A.: Lo que ocurre es que estamos trabajando con una novela que fue un best seller en 1985, que narra, a partir de mi personaje, cosas que le han ocurrido y cosas que son pensamientos y eso hace que tengamos que cortar ciertas cosas. Tenemos que regirnos por las leyes del teatro. No se puede poner todo. Dolorosamente hubo que cortar cosas inevitablemente porque si no se hacía muy larga la función y estos  pensamientos son inevitables para que el espectador más  o menos tenga una idea, un hilo conductor que lleve al porqué de las reacciones de mi personaje. José Carlos lo plasmó a través de grabaciones que vienen a indicar los pensamientos del personaje. Todas las concesiones que no son habituales en una obra de teatro y que tienen que resolverse así en este caso. Creo que José Carlos acertó cien por cien en la manera de encarrilar esas situaciones.

P: A nivel personal ¿usted cree que el presente de las personas está condicionado por lo que les ha ocurrido en el pasado?

H.A.: Por supuesto, la actitud de una persona está regida por su pasado, por sus vivencias, por cómo se formó su idiosincrasia con respecto a lo que ha vivido. Todo esto conforma las características de una persona.

P: Vuelve a trabajar con Julieta Serrano (coincidieron en 2008 en la película Un poco de chocolate e  Israel Frías, el cual también intervino en Yo, Claudio. Eso supongo que facilita el trabajo...

H.A.: No sólo facilita el trabajo. Yo tengo la seguridad de contar con una persona con la que tengo que convivir una larga temporada, por la obra de teatro y esa persona a mí me proporciona tranquilidad, felicidad y una cantidad  de cosas que son fundamentales para convivir en el teatro. Por lo tanto la elección de ella me dio una seguridad y una fiesta en el trabajo. Con Julieta también he compartido escenario en Largo viaje de un día hacia la noche de Eugene O'Neill y hemos coincidido en otra película (Sagitario, en 2001). Por eso tenemos un profundo conocimiento profesional y personal. También vuelvo a trabajar con Carlos Martínez Abarca, que hacía de Calígula en Yo, Claudio.
Con Julieta Serrano en escena

P: Echando la vista atrás, cuando comienza a trabajar en España en los años 70, como actor argentino ¿le chocó que le pidieran modificar su acento?

H.A.: Sí. Yo vengo de un país, Argentina, en donde todos son hijos de inmigrantes en mi caso italianos, ya que mis padres eran de Nápoles. Otros eran alemanes, judíos, centroamericanos, centroeuropeos y todo eso conforma una comunidad muy variada y variopinta. Nosotros de pequeños teníamos el oído acostumbrado a distintas músicas, ya que no hablaban bien el castellano pero eran músicas. Además en mi país siempre se escuchó la versión original en las películas, no había doblaje. Siempre escuchábamos la verdad, aunque no entendiéramos el idioma. Hubo un intento de doblaje y se produjo un conato por parte del público de no asistir a las salas de cine. Sin embargo, aquí, en España, siempre hubo doblaje. Siempre hubo una voz hermosa, con buena dicción y una  sincronización estupenda pero no era la voz del personaje. Eso produjo en el oído del español una cierta dureza en la recepción del sonido.

Con Florinda Chico en Cría Cuervos de Carlos Saura
Cuando yo llego a España, hace treinta y siete años, todo eso estaba vigente y entonces mi acento chocaba inmediatamente y me obligaba a imitar el acento español o, en su defecto, me doblaban en las películas. Fue una situación que después se fue corrigiendo, ya que la llegada de tanto argentino, el intento de ver versiones originales contribuyó a que no llamara la atención el acento, ya que se ablandó el oído.

P: ¿Cómo es trabajar con su propio hijo en, por ejemplo Semen. Una historia de amor (2005)? ¿Se consideran dos actores frente a frente o siempre late ese sentimiento de ser padre e hijo?

H.A.: Eso es inevitable porque trabajas con alguien con el que has convivido toda la vida y se producen situaciones de cierta complicidad, unos códigos que uno no puede manifestar pero que existen, por lo que nos divertimos mucho.
Junto a su hijo,Ernesto Alterio, en Semen. Una historia de amor


La fase de preguntas y respuestas finaliza y se produce un viaje al pasado gracias a los recuerdos que le traen al actor tres series y una película que un servidor portaba en su cartera y que le fue mostrando uno a uno. Los ojos de Héctor Alterio se iluminan al contemplar los DVDs. He aquí los recuerdos del actor acerca de:
Cuatro destacados trabajos de Héctor Alterio, fuente de recuerdos A.R.S.

a) Teresa de Jesús, (1984) con Concha Velasco encarnando al personaje del título.

H.A: Fue dirigida por Josefina Molina y también trabajaba Paco Rabal. Lo pasamos muy bien. Josefina Molina es una directora estupenda, la vi en el estreno de La sonrisa etrusca porque es muy amiga de José Carlos Plaza. Siempre me resultó una mujer muy inquieta, recuerdo Función de noche (1981), una propuesta arriesgada y curiosa y Esquilache (1989), una película maravillosa. Tengo estupendos recuerdos de ella.  

b) Segunda Enseñanza (1986) dirigida por Pedro Masó

H.A.: La filmamos en Gijón. Se produjo algo de lo que me enteré tiempo después. Todas las actrices jóvenes de la serie resultaron ser unas chicas muy guapas con mucho talento integrantes de una generación que se forjó posteriormente una carrera (Beatriz Santana, Maribel Verdú, Aitana Sánchez Gijón, Cristina y Blanca Marsillach, Cayetana Guillén Cuervo...a quienes habría que añadir  actores como Javier Bardem, Jorge Sanz Fernando Guillén Cuervo, Gabino Diego o Ana Torrent de quien Alterio guarda especial recuerdo): Con Ana Torrent tengo algo especial, ya que trabajé con ella en varias etapas de su vida: De niña en Cría Cuervos (Carlos Saura, 1976), con trece años en El Nido (Jaime de Armiñán, 1980), filme nominado al Oscar, e hice de su padre en Anillos de Oro (Pedro Masó, 1983) y luego ya en otra película siendo adulta.

Con Cristina Marsillach en un capítulo de la serie
En esta serie yo trabajé muy a gusto, con la autora, Ana Diosdado y con Encarna Paso, que interpretaba a mi mujer y con quien también trabajé en Yo, Claudio. Todos los actores jóvenes de la serie tenían en ese momento una carrera incipiente.
 
c) La Regenta (1995), con Aitana Sánchez Gijón, Carmelo Gómez, Cristina Marcos, Juan Luis Galiardo, Fiorella Faltoyano y Amparo Rivelles, entre otros

H.A.: Me pareció un hallazgo de Fernando Méndez Leite. Me posibilitó hacer un personaje que, en un primer momento, lo iba a hacer Fernando Rey. Pero él ya estaba un poco enfermo y no pudo afrontarlo. Venía de hacer El Quijote (Manuel Gutiérrez Aragón, 1992), donde yo también trabajé y después vino La Regenta y para afrontar el personaje del marido de la Regenta él no se animó, me llamaron y lo reemplacé. Tuvo además muchos premios.

d) El hijo de la novia (2001) de José Luis Campanella, nominada al Oscar, con Ricardo Darín y Norma Aleandro

H.A.: Esta película tiene diez u once años y  aun hoy la gente me identifica mucho con esta película. Además, gente joven me redescubren ahí y es una película que me posibilitó trabajar en mi país, con mi lenguaje, con compañeros de toda la vida, y trabajar allí supone recuperar mi historia.

Aquí acaba una entrevista inolvidable con un gran profesional y una persona entrañable.

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