viernes, 12 de octubre de 2012

Y todo, por un juguetito

           CRÍTICA DE WILT: EL CRIMEN DE LA MUÑECA HINCHABLE

¿Hasta dónde llevar nuestra imaginación? Seguro que Henry Wilt, el personaje salido de la mente del escritor británico Tom Sharpe, se lo hubiera pensado dos veces antes de imaginar tanto. Las peripecias que vive este personaje por imaginar y ensayar el asesinato de Eva, su propia mujer, con una muñeca hinchable, dan lugar a una novela peculiar, que supuso un soplo de aire fresco en 1976. En su primera adaptación a las tablas, el equipo técnico y artístico de Wilt: El crimen de la muñeca hinchable, que se representa en el Teatro Lope de Vega hasta el domingo 14 de octubre, ha demostrado salir bastante airoso. 
Ángel de Andrés y Fernando Guillén Cuervo durante la representación
El también director de la obra,Garbi Losada, y José Antonio Vitoria han hecho una versión en la que consiguen extraer de la novela de Tom Sharpe el corazón de la historia, permitiéndose pequeñas licencias, como el cambio de la nacionalidad del matrimonio que los Wilt conocen,  y mostrar al público los hechos que conforman la trama de una manera atractiva, usando varios recursos narrativos: Los flashbacks, vídeos con reproducciones de animaciones, que recuerdan al arte pop de los años 60, para mostrar diversas situaciones o plasmaciones estáticas para situar en qué lugar se encuentran los personajes.

Pocas veces una investigación criminal ha sido tan rocambolesca de principio a fin, pero no arrancaría carcajadas del público sin unos actores a la altura: Fernando Guillén Cuervo consigue componer un Wilt que despierta compasión, por la vida que lleva y el largo interrogatorio al que se ve sometido por un cúmulo de circunstancias y sin haber hecho nada, por lo que simplemente pide dormir un poco, algo de lo más humano y comprensible. Guillén Cuervo añade otro personaje para el recuerdo a su extensa trayectoria profesional, que se remonta a 1976 y su aparición, siendo un niño, en la serie La saga de los Rius, dirigida por Pedro Amalio López.

Por su parte Ana Milán despliega toda su energía interpretativa para encarnar a Eva, ese torbellino casado con Wilt. Milán compone su personaje con todo un arsenal de miradas, gestos, réplicas y acciones que convierte cada aparición en escena en un disfrute para el público, por esa frescura y espontaneidad que muestra y de la que ya éramos conocedores sus seguidores televisivos.

El resto del reparto demuestra un buen saber hacer empezando por otro veterano como Angel de Andrés en la piel del inspector Flint, al que aporta un conjunto de matices previsibles e imprevisibles dentro de un cargo como el que ostenta su personaje en la policía. Por otro lado, Koldo Losada y Aitziber Garmendia demuestran una gran versatilidad interpretando a varios personajes.

En Wilt: El crimen de la muñeca hinchable encontramos un logrado esfuerzo de traer aires nuevos al teatro como ya lo hizo Tom Sharpe cuando publicó su novela. Ah, y una reflexión del que escribe estas líneas: algunos juguetes deben ser usados para eso, jugar, y no para otras cosas. Es algo que creo que Henry Wilt les aconsejaría tras su peculiar experiencia.

1 comentario:

  1. hola Alejandro, me ha encantado encontrarte allí y charlar en el previo. Y leerte ahora, después de la obra, un placer. De acuerdo totalmente contigo, ese vendaval-Milán llena el escenario y cada vez que salía nos hacía disfrutar, es más, se ha llevado aplausos espontáneos en una de las escenas.
    Leí esta novela hace al menos 16 años, y no recordaba bien la trama, pero apenas ha empezado la obra, he recordado casi todo, pq recrea muy bien el ambiente y el tono patético-divertido de ese Wilt.

    ays, qué me gusta el buen teatro!


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