lunes, 17 de diciembre de 2012

Master class lingüística e interpretativa de Juan Diego

                                   CRÍTICA TEATRAL: LA LENGUA MADRE

Una mesa, una silla, una jarro de agua con un vaso y un actor que llena con su palabra el escenario: Juan Diego. No hace falta más para que el público quede prendado con La lengua madre, un texto de Juan José Millás con el que el actor sevillano (de Bormujos) ha vuelto al teatro. Con una profunda reflexión sobre las palabras, el monólogo que nos ofrece el veterano actor va envolviendo al público con la interpretación de un entrañable profesor donde la evocación de la infancia y la importancia de los vocablos que conforman el diccionario arrancan risas y emoción a lo largo de la función

Con una puesta en escena sencillísima, con los objetos antes mencionados como únicos elementos escenográficos, y sin música, 'La lengua madre' es una obra en la que se disfruta hasta d los silencios, de una contundencia emocional aplastante. Los recuerdos del personaje, su amor por las palabras y las reflexiones sobre el significado de algunas de ellas o las posibilidades que podrían plantear, como supuestos usos del masculino y el femenino en palabras que sólo admiten uno de los dos géneros, son la base de un texto que reivindica, aunque me repita, la palabra, en un curioso juego metateatral sin que sea la finalidad del texto, ya que éstas son parte esencial del teatro, como parte indispensable de nuestras vidas.
Juan Diego en un momento de la representación

Tras trabajar con Juan Diego en Hipólito de Eurípides en 1995, Emilio Hernández, director, entre otras obras, de Don Juan. El burlador de Sevilla, que interpretó Fran Perea, y adaptador de Madame Bovary, esa maravilla dirigida por Magüi Mira y protagonizada por Ana Torrent, es el encargado de dirigir de manera sabia La lengua madre un monólogo con una importante reflexión, entre risas y lágrimas, sobre la necesidad valorar la lengua, con palabras que no deben olvidarse y otras que no tendrían que imponerse, aunque la rabiosa actualidad lo hace inevitable.

Cuando uno termina de ver La lengua madre se queda reflexionando sobre lo que se ha dicho sobre el escenario, porque menciona palabras que al público también evoca recuerdos. Pero todas las palabras que se dicen se ven muy bien acompañadas por dos que, por la admiración que provocan en un servidor, las pongo en mayúsculas: JUAN DIEGO. Con esta obra uno no hace otra cosa que constatar una vez más el maestro de la interpretación que es y por muchas series o películas que se vean, siempre asombrará por una cualidad para la que uso una palabra con la que concluyo la crítica de esta obra que puso en pie a los espectadores del Teatro Lope de Vega de Sevilla: GENIALIDAD.    

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