viernes, 11 de enero de 2013

Codicia sin límites

                               CRÍTICA TEATRAL: LA LOBA

Recordando a uno de nuestros poetas clásicos, Francisco de Quevedo terminaba cada estrofa de uno de sus más logrados poemas con la frase "Poderoso Caballero es Don Dinero" y decía una gran verdad acerca de uno de los grandes males del mundo, ya que el ansia por tener dinero hace a veces al hombre perder su condición humana, despojándolo de sentimientos y escrúpulos

La escritora Lillian Hellman concibió en 1939 uno de los máximos exponentes del corruptor poder del dinero en La Loba, una obra de teatro que el experimentado Gerardo Vera ha elegido para despedirse como director del Centro Dramático Nacional y que se puede ver hasta el domingo en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, donde ha recalado como parte de su exitosa gira.

El texto de Hellman, con versión de Ernesto Caballero, es muy poderoso, llegando a escucharse algunas de las frases más crueles que se pueden decir y mostrando una impactante escena donde la maldad se expone en toda su crudeza. El sólido grupo de actores con que cuenta esta coproducción de Juanjo Seoane y el CDN es la base de los satisfactorios resultados producidos en el escenario.

Nuria Espert añade a su curriculum otra interpretación para el recuerdo en la piel de la despiadada Regina Giddens, un reto porque la interpretación que hizo Bette Davis en el fime dirigido por William Wyler en 1941 está presente en muchos espectadores. Pero la veterana actriz hace suyo el personaje gracias a la cantidad de recursos interpretativos que despliega, con la mirada como una de sus mejores armas. 
Nuria Espert y Víctor Valverde                        David Ruano

Por su parte Jeannine Mestre como Birdie compone un personaje frágil, con un momento, entre la evocación de recuerdos y la confesión, que es prácticamente un monólogo, donde la actriz se luce totalmente. Carmen Conesa, por su parte compone el personaje de Alexandra, la hija de Regina, con unos matices que la llevan de la bondad a la determinación absoluta de querer vivir fuera de ese nido de cuervos que compone su familia, a excepción de su padre (un Víctor Valverde con una gran seguridad en el escenario encarnando a James Giddens). 

El resto de actores rayan a la misma altura de calidad interpretativa: Héctor Colomé y Ricardo Joven, interpretando, respectivamente, a Benjamin y Oscar Hubbard, los hermanos de Regina, demuestran que a nivel de ambición los tres hermanos están igualados. Completan el elenco unos correctos Markos Marín, Ileana Wilson y Paco Lahoz.

Gerardo Vera ha aportado a este montaje su sabiduría como director y escenógrafo, con una reconstrucción del interior de una casa del sur de Estados Unidos en 1900 intachable, con una escalera que es prácticamente un personaje más. Por su parte, la iluminación de Juan Gómez-Cornejo no puede ser más exacta y precisa y el vestuario de Franca Squarciapino es una joya, con unos diseños femeninos que dicen mucho del personaje que los lleva.

Todo, en suma, contribuye para poner en pie como debe hacerse una obra, La Loba, no muy representada en España por cierto, que hace plantearse al espectador dónde están los límites morales para conseguir los objetivos de cada uno, en este caso, el enriquecimiento material

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