domingo, 3 de febrero de 2013

Atención, mucha atención

                                           CRÍTICA TEATRAL: BABEL

Siempre es una alegría ver una obra de teatro que se salga de lo convencional, ya que así el espectador presencia algo novedoso sobre el escenario y eso ocurre con la estructura de Babel, del australiano Andrew Bovell, que se representa hasta hoy en el Teatro Lope de Vega de Sevilla.

Bovell va un paso más allá con respecto a la costumbre teatral de que un actor encarne a más de un personaje, porque aquí se junta, además, un desarrollo dramático a varios niveles, con acciones idénticas y diferentes ocurriendo en paralelo. La obra sale muy bien parada gracias al buen hacer de los implicados en ella.

La directora Tamzin Townsend (de quien en Sevilla se han visto sus brillantes montajes de El método Grönholm, de Jordi Galcerán  en 2007, Días de vino y rosas de J. P. Miller o Un dios salvaje de Yasmina Reza en 2009) coge el timón de un texto, traducido por el productor y director Pedro Costa, que toca temas como la infidelidad o la recreación de un suceso de una manera que muestra la solidez y la seguridad con las que afrontan un texto con varios niveles argumentales.
El soberbio cuarteto protagonista de Babel    Javier Naval

Los actores de esta obra demuestran una vez más el alto nivel de los intérpretes de este país. Aitana Sánchez Gijón (quien coincidiera en 1991 con Pedro Costa en el episodio El crimen de Perpignan de la serie La huella del crimen, que él producía, y con Townsend en la mencionada obra de Reza) muestra un potencial interpretativo asombroso donde se la puede contemplar con seguridad, dudas, temor o divertida dependiendo del personaje que esté interpretando y el momento en el que se encuentre, demostrando ese magnetismo que los sevillanos pudieron comprobar en otras obras como Entre bobos anda el juego de Francisco de Rojas Zorrilla en 1991 o La gata sobre el tejado de zinc caliente de Tennessee Williams, en 1996.   

El brillante cuarteto protagonista lo completan Pilar Castro (vista en películas como Días de fútbol o Los dos lados de la cama), Francesc Albiol (quien estrenó en Sevilla Casa de muñecas de Ibsen junto a Silvia Marsó en 2010 dirigidos por Amelia Ochandiano, además de venir a Sevilla con El caso de la mujer asesinadita de Miguel Mihura y Alvaro de La Iglesia, junto a Isabel Ordaz en 2009, también con Ochandiano en la dirección), y, finalmente un Jorge Bosch (con Townsend hizo la obra de Galcerán, además de venir a la capital hispalense en 2010 con Glengarry Glen Ross de David Mamet dirigido por Daniel Veronese o Todos eran mis hijos de Arthur Miller, junto a Carlos Hipólito o Fran Perea, en 2011 dirigido por Claudio Tolcachir) que se transforma en tres personajes a cada cual más distinto.

Los cambios de personajes también hacen cambiar las "parejas" que se forman inicialmente, por lo que el espectador debe de estar atento para no perder ni un ápice de cada una de las capas de esta pieza teatral que, con una estructura muy novedosa, con una primera parte que podría ser una versión muy suave de Closer de Patrick Marber, ofrece al espectador hora y media de entretenimiento asegurado por los distintos géneros que toca y el modo en que lo hace, de una manera nada convencional, ni siquiera en la resolución del conflicto dramático, residiendo ahí su atractivo.

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