miércoles, 6 de febrero de 2013

Dos joyas en torno al amor y a la muerte

                 CRÍTICA DE ÓPERA: ŠÁRKA/ CAVALLERIA RUSTICANA

Gran noche la vivida en el Teatro de la Maestranza de Sevilla donde se pudo disfrutar de dos impresionantes óperas breves: Šárka, del autor checo Leoš Janáček (1854-1928) que por primera vez se ha representado en España, y Cavalleria Rusticana del italiano Pietro Mascagni (1863-1945). Ambas son muy distintas en apariencia, sobre todo por lo opuestos que son los escenarios en los que transcurren sus acciones, pero están unidas por tratar temas universales como el amor y la muerte, temas universales y atemporales.

Estas dos óperas fueron realizadas en el veneciano Teatro La Fenice en 2009 con dirección de escena de Ermanno Olmi, de la que ha tomado buena nota Barbara Pessina. Para respetar el orden en que se han representado, comenzaremos con Šárka, estrenada en 1925. En este caso se narra una historia de guerreros, reyes y amazonas, muy en consonancia con las leyendas centroeuropeas y escandinavas. El inesperado amor que surge entre la amazona que da título a la ópera y el guerrero Ctirad está soberbiamente representado gracias a la portentosa escenografía de Arnaldo Pomodoro, con un escenario en el que predomina en lo alto las raíces de un árbol y enfatiza la oscuridad de los lugares donde tienen lugar la historia, sumándose grutas y castillos. 
Uno de los momentos cumbre de Šárka     Guillermo Mendo  
En el apartado interpretativo, la soprano Christina Carvin, quien interpreta a  Šárka como ya hiciera en La Fenice hace cuatro años, da un recital interpretativo con una voz rotunda para encarnar a esa mujer dura que no deja que los sentimientos le abrumen a la hora de cumplir con su sangriento deber, aunque luego sea arrastrada por amor al sacrificio

Por otro lado, los coros tienen una gran importancia, por lo que no se puede dejar de mencionar la extraordinaria labor de Iñígo Sampil al frente del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza. Tanto el masculino como el femenino realiza una actuación ejemplar, vestidos además de manera impecable por Maurizio Millenotti. En cuanto a otros intérpretes, el tenor Roman Sadnik muestra una gran seguridad como Ctirad al igual que el barítono Mark. Doss como Přemysl. A ello ha de sumarse la hermosa y desconocida música de esta ópera que la ROSS tocó de manera ejemplar dirigida a la perfección por Santiago Serrate

La noche se completó con la representación de Cavalleria Rusticana (1890) donde el espectador queda deslumbrado por la luz de Sicilia. Aquí de nuevo la escenografía de Pomodoro y el vestuario de Millenotti son de un alto nivel, donde, aparte de la historia, la fecha en la que tiene lugar la acción, el domingo de Resurrección tiene gran importancia. El momento en el que aparece una gran cruz en medio del escenario causa gran impresión y el vestuario aldeano, con las mujeres de luto riguroso y pañuelos en la cabeza, es de gran efectividad para situar al espectador en un lugar donde las tradiciones están muy arraigadas.
Impactante escena de Cavalleria Rusticana   Guillermo Mendo
Las mencionadas tradiciones hace que otros asuntos como el honor esté muy presente en los aldeanos y por eso el adulterio de Turiddu (un portentoso José Ferrero, que actuó con un proceso gripal a sus espaldas) con la sensual Lola (Alexandra Rivas) empaña una celebración tan religiosa por la necesidad de Alfio, el marido de Lola (interpretado por Mark S. Doss) de vengarse. Pero si hay alguien que impresiona en el escenario es la mezzosoprano Dolora Zajick en el papel de Santuzza, esposa de Turiddu a la que le mueven el desprecio y los celos y con una voz potente e impactante.

De nuevo, un espectáculo visual y sonoro inolvidable, con recuerdos cinéfilos, ya que Cavalleria Rusticana se representa en el clímax del filme El Padrino III, y la hermosa música que suena cuando Al Pacino, al final de la historia, recuerda a su hija viva al comienzo de la película bailando con él, pertenece a la ópera de Mascagni, concretamente al momento en el que los hombres visten a la gran cruz con una enorme tela blanca.

Un doble programa realizado con brillantez por todos y cada uno de sus responsables y que el Teatro de la Maestranza ha incluido con total acierto en esta temporada.

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