sábado, 9 de febrero de 2013

Una gaviota volando a alta velocidad

                     CRÍTICA TEATRAL: LOS HIJOS SE HAN DORMIDO

Cuando se va ver una versión de una obra teatral muy conocida, el interés de la misma reside en qué aporta con respecto al texto original. Daniel Veronese hace su propia lectura de La Gaviota de Chéjov, cambiándole de nombre incluso: Los niños ya se han dormido, como ya hiciera con Las tres hermanas, Tío Vania (ambas también de Chéjov) o Casa de muñecas y Hedda Gabler (de Ibsen).

Veronese aporta en Los hijos se han dormido (hasta hoy en el Teatro Central de Sevilla, un dinamismo y rapidez en las acciones que se contraponen con el reposo de Chéjov. Lo más significativo es el paso del tiempo, que tiene lugar sin luz alguna que cambie para identificar el paso de un día a otro o de años. Estos mencionados avances temporales los percibe el espectador únicamente por las menciones de alguno de los personajes.

El director argentino se rodea de un amplio y variado reparto que salta al vacío ante su propuesta: Susi Sánchez encarna a una Arkadina mucho más cruel tanto en palabras como en sus acciones. Porque Veronese hace que sus personajes sean mucho más directos y sinceros expresando lo que sienten hacia otros personajes.

Con respecto a otros actores, Malena Alterio compone una estupenda Mascha, con un poso de amargura por su situación y Marina Salas hace una Nina con un arco emocional destacable que va desde la ilusión a la desilusión en su afán por ser actriz. La actuación de Ginés García Millán como el escritor Trigorin está en el punto justo para mostrar esa seducción que, consciente e inconscientemente provoca en Nina o Arkadina.

En Los hijos se han dormido se ha potenciado también la comicidad en momentos originalmente dramáticos como el abrazo de Treplev (Pablo Rivero) a un dormido Sorin (Miguel Rellán) poniendo los brazos del dormido sobre él.

El resto de los actores están igual de bien expresando resignación por el rol que tienen en esa casa, como demuestra el maestro encarnado por Diego Martín.

Esta versión de La Gaviota se ve con agrado ya que, aunque sea una versión y haya modificaciones y aportaciones por la visión del director, se mantienen los mimbres argumentales esenciales para recordar pasajes significativos de la obra, como el impactante final

Un servidor había visto dos versiones de la obra de Chéjov: La versión de Amelia Ochandiano de 2002 con Silvia Abascal, Roberto Enríquez y Carmen Elías y un repuesto Estudio 1 de los 70 con Irene Gutiérrez Caba y Julián Mateos. Esta relectura de Daniel Veronese que es Los hijos se han dormido es una innovadora forma de acercarnos a textos clásicos y despertar el interés por los mismos.     

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