martes, 7 de mayo de 2013

Amor teñido de sangre

                       CRÍTICA DE ÓPERA: EL GATO MONTÉS

Soleá, Rafael y Juanillo, una mujer entre dos hombres, uno torero y el otro bandolero. Este triángulo amoroso fue la base de El gato montés, una ópera  de Manuel Penella donde el amor y tragedia van unidos casi irremediablemente. Esta ópera, estrenada en 1917, ha vivido una primera noche en el Teatro de la Maestranza de Sevilla en la que el público ha aplaudido a raudales ante una nueva puesta en escena para este drama ambientado en Sevilla pero con vocación universal.

El director de escena José Carlos Plaza se ha servido de su gran sabiduría para plasmar el dramatismo en los acontecimientos que suceden en esta historia en la que los personajes están muy bien perfilados e interpretados. A este respecto, a la contundencia de las voces de Saioa Hernández y Ángel Ódena, hay que añadir y resaltar la seguridad y potencia del tenor Andeka Gorrotxategui (Rafael Ruiz "El Macareno"), un torrente de voz sin ningún titubeo que deja con la boca abierta.
Un momento de la representación. Guillermo Mendo
La escenografía concebida por Francisco Leal demuestra que con poco se puede conseguir mucho, los elementos que aparecen en escena no son numerosos pero están llenos de simbolismo y significación. De entre todos ellos destaco el gran espejo en la habitación donde el torero se está vistiendo, ya que los bordes dorados están compuestos por elementos relacionados con la tauromaquia, todo un hallazgo. Otro gran acierto es la manera en que se representa la tarde de toros dándole el protagonismo al capote o a los clarines sin que aparezcan figuras humanas mientras suena el famoso pasodoble.

Los figurines de Pedro Moreno son simplemente geniales así como la coreografía de Cristina Hoyos que evocan lo español, más que lo únicamente andaluz. representando a todo un país.
Ángel Ódena, "El gato montés", en el centro. Guillermo Mendo
De nuevo hay que aplaudir la labor de la ROSS, que ha sonado con la fuerza y calidad a la que nos tiene acostumbrados con un sobresaliente trabajo de Cristóbal Soler en la dirección musical y del Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza junto con la los niños de la Escolanía de Los Palacios, conformando un conjunto de niños y adultos muy bien coordinado.

Es increíble la cantidad de obras, óperas o novelas que tratan los temas del amor y la muerte pero la diferencia radica en la manera de tratarlos y, a pesar de no deparar un final feliz, la emoción en el público se desborda con este nuevo montaje de El gato montés.

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