viernes, 17 de enero de 2014

Nuria Gallardo: "Lo que se ve en 'La verdad sospechosa' es sólo la punta del iceberg"

Nuria Gallardo es una actriz que tiene carisma y que lleva demostrando su talento desde que era una niña. Hija de dos referentes de la interpretación como son Manuel Gallardo y María Jesús Lara su debut se produjo a los ocho años en televisión, concretamente junto a su madre, en el Estudio 1 Almudena o historia de sus personajes. Volvería a coincidir con su madre en la mítica serie Cañas y Barro y asombró con su interpretación en el Estudio 1 El milagro de Ana Sullivan, dando vida a Helen Keller, una niña sordomuda y ciega que llegaría a ser escritora gracias a los esfuerzos de la mujer del título.


En 1982 debuta sobre las tablas, concretamente las del Teatro Lope de Vega de Sevilla con El pato silvestre de Henrik Ibsen junto a José Bódalo, Encarna Paso y Manuel Tejada bajo la dirección de José Luis Alonso. Esa niña fue creciendo, formándose en el Laboratorio William Layton, y con el paso del tiempo fue consolidándose como actriz en obras de la mano de maestros como Miguel Narros (El sueño de una noche de verano de William Shakespeare, Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello, Tío Vania, de Chéjov, Don Juan Tenorio, de José Zorrilla etc...), Juan Carlos Pérez de la Fuente (El Tiempo y los Conway, de J.B.Priestley, Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós) o José Carlos Plaza (La evitable ascensión de Arturo Ui, de Bretch, Sonata de Otoño, de Ingmar Bergman etc...), entre muchos otros.
Un servidor con Nuria Gallardo tras la entrevista
En la actualidad combina magistralmente la televisión y el teatro con la serie Isabel donde magistralmente interpreta a Beatriz de Braganza, y las obras Recortes y La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón. Ésta última obra supone su regreso a la Compañía Nacional de Teatro Clásico dirigida actualmente, como el citado título, por Helena Pimenta, y que representa hasta el domingo en Sevilla en el Teatro donde debutó. La actriz concedió una entrevista a El Rinconcillo de Reche, días antes de recibir la gran noticia de ser candidata, por los tres trabajos mencionados, a los Premios de la Unión de Actores.
 
Nuria Gallardo nos habla de su personaje en la obra del Siglo de Oro que actualmente representa en la capital hispalense, de su amplia trayectoria, sus maestros y sus trabajos más recientes.

Pregunta: Su personaje en La verdad sospechosa, Lucrecia, rompe un poco con el rol que jugaban las acompañantes de las damas en las obras del Siglo de Oro...

Nuria Gallardo: Sí, es inusual. Ya lo es el tratamiento del personaje de Jacinta (Marta Poveda), es una mujer atrevida que habla en la calle con un hombre sin tener ni siquiera la palabra del padre y las amigas o compañeras, como es Lucrecia, ayudan a acompañar la acción. Aquí lo sorprendente que hace Alarcón es que, al producirse la confusión de los nombres, ya que Don García está enamorado de Jacinta pero el nombre que oye es el mío, hace que Lucrecia adquiera un protagonismo mayor. De las dos mujeres mi personaje sería el que le cuesta saltarse los cánones, norma o regla porque es la chica bien educada, de clase alta y, al haber perdido a su madre, se hace organizadora de la familia. Es una mujer muy protectora y cariñosa y quizá por eso no ha pensado en enamorarse, no va buscando novio pero, por un equívoco se encuentra con un amor apasionado y cuando por boca de Don García, escucha que él la quiere, se lo acaba creyendo.

P.: Lo escucha todo, incluso cuando él se sincera de sus mentiras...  

N.G.: Claro, mi personaje lo que plantea es que le ocurre algo que nunca le ha pasado. Jacinta es la mujer que gusta, sale y siempre vuelve con joyas, tiene cinco enamorados, pretendientes, arrastra todo a su paso. Lucrecia es la que va poniendo las cosas en orden, tapa a su amiga, hasta que un día el destino le hace ser a ella la escogida y ella no sabe cómo canalizar eso, no está acostumbrada. Cuando ella se ve metida en esa burbuja en la que su amiga está todos los días piensa que a ella quiere que también le pasen esas cosas.
Con Marta Poveda en La verdad sospechosa
P.: Cuando eso ocurre ¿se puede decir que hay un punto de envidia hacia Jacinta que no se había mostrado hasta ese momento?

N.G.: Sí, porque ellas dos son muy amigas, cada una con su rol, pero cuando eso cambia de repente, por lo que Lucrecia es la protagonista y Jacinta es la antagonista, siente celos como una mujer, pero Jacinta también está celosa de Lucrecia porque está acostumbrada a que todo le vaya bien. La vida les pone en la situación contraria en la que han estado hasta ese momento. Lucrecia se siente feliz porque empieza a hacer cosas que solía hacer su amiga y siente una peligrosidad por lanzarse por primera vez a la aventura.

P.: Con La verdad sospechosa vuelve a la Compañía Nacional de Teatro Clásico donde usted protagonizó tres montajes con tres maestros. Uno de ellos fue el recientemente fallecido Miguel Narros, que la dirigió en 1998 en La Estrella de Sevilla y en muchas otras obras, de autores como Shakespeare, Pirandello, Chéjov, Ignacio Amestoy ¿Qué puede destacar de Narros?

N.G.: Miguel es un maestro. Hablo en presente de él porque para mí él no se ha ido. Yo empecé a los ocho años a actuar en televisión y a los doce o trece en teatro. Era una niña y estaba creciendo. Mis padres me han inculcado que esta profesión es trabajo, trabajo y más trabajo. Tuve la suerte de encontrarme a personas en esta profesión como Miguel que es el mayor currante que ha hecho la faz de la Tierra.
Como Doña Inés en Don Juan Tenorio dirigida por Narros
Ha sido un director incansable, investigador, que nunca se conformaba, seguía buscando siempre y me enseñó muchas cosas: un mayor respeto por mi profesión, otros caminos para indagar y entrar en la profundidad del personaje y crear  verdaderos seres humanos. Tuve la suerte de hacer con él con quince años Don Juan Tenorio y a partir de ahí generamos una buena combinación y hemos ido haciendo otros personajes, uno tras otro. Trabajar  con él era como embarcarse en una aventura, subirse en un barco sin saber a qué puerto llegará pero sabiendo que siempre llegarás a algo. Era muy bonito. Lo llevo conmigo, en una fotografía junto con el maestro Layton y la pongo siempre en mi camerino con mi libreto de La verdad sospechosa y no hay día, mientras me estoy preparando para salir al escenario, que no diga: "Allá vamos maestro, tú verás, a ver cómo nos inspiramos hoy".

P.: ¿Tiene algún recuerdo especial de alguna obra concreta de las que hizo con él o es un recuerdo en conjunto?

N.G.: Es que son todas. En esta profesión viajamos tanto, cambiamos de compañía, de sitios, como un poco desarraigados y para mí Miguel era un poco como mi familia. Con cuarenta años me seguía llamando "La niña". Es de los pocos directores con los que más he trabajado, me ha enseñado muchas cosas. A mí lo primero que me enseñaron en un escenario, de la mano de José Luis Alonso, fue a escuchar. Luego, todo el desarrollo de esa escucha salió de las manos y el corazón de Miguel y él me preparó para salir a la vida.

P: Otro de los montajes con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que usted protagonizó fue La venganza de Tamar de Tirso de Molina que dirigió José Carlos Plaza en 1997. Es otro de nuestros grandes directores de escena y además no para de trabajar...    

N.G.: José Carlos se cayó, como Obelix, en la marmita con la poción mágica de pequeño. Tanto él como Miguel pertenecen a una generación de directores que están hechos para su trabajo. Miguel no había año que no sacase una función. José Carlos no para de trabajar. Son personas que hacen de su vida su trabajo y su forma de vivir y eso a mí me encanta porque a mí me han enseñado eso. Teniendo unos padres actores lo que hacíamos en casa era teatro. Los juegos eran mucho más imaginativos.
José Carlos Plaza, otro de los grandes con quien la actriz ha trabajado
José Carlos está aquí y siempre lo puedo disfrutar. La última vez que lo vi fue haciendo la obra Recortes. Vino a ver la función y le encantó. Es una persona muy importante en mi vida. Cuando, precisamente, hacíamos La venganza de Tamar, yo estaba en un momento delicado de mi vida y con su apoyo sacamos todo adelante y le estoy profundamente agradecida por todo lo que ha hecho, está haciendo y hará. Las personas que trabajan tanto, veintiséis horas al día, tienen que tener a la fuerza una recompensa. Ese tipo de personas enriquecen todo de una manera especial. Las funciones de José Carlos son como icebergs: sólo se les ve la punta.

Lo mismo ocurre con La verdad sospechosa, ya que nosotros enseñamos sólo la punta del iceberg pero el trabajo que hay debajo es impresionante, tiene una gran profundidad, porque todo lo que no se ve es lo que alimenta lo que se ve arriba y da una mayor dimensión a los personajes.

A la actriz se le ilumina la cara cuando le enseño el programa de "La casa de Bernarda Alba" que protagonizó en el 2005 con María Galiana, Margarita Lozano, Ruth Gabriel, Concha Hidalgo y Adriana Ugarte entre otras dirigidas por Amelia Ochandiano

N.G.: Hablar de Federico García Lorca es hablar de un autor con mayúsculas, son palabras mayores y La casa de Bernarda Alba significa hablar de una España y unas raíces nuestras. Es una obra muy potente y pocos autores tratan a la mujer y escriben para ella como Lorca, algo que agradecemos las actrices y trabajar el texto era maravilloso.

Yo coincidí con Margarita Lozano, pero no trabajando, cuando ella hizo Largo viaje hacia la noche con Miguel Narros y William Layton en el Teatro Español y como tenía la suerte de presenciar los ensayos y todo el proceso porque conocía al equipo, me encantó Margarita Lozano. A María Galiana la conozco porque mi madre hizo con ella La casa de Bernarda Alba en el C.A.T. y la admiraba mucho. Con Concha Hidalgo también había trabajado.
Gallardo con Margarita Lozano en la obra
Recuerdo cosas muy bonitas. María Galiana siempre sabía los mejores sitios para comer durante la gira. Fue un trabajo muy bonito y muy compenetrado de todas. Aún nos seguimos reuniendo de vez en cuando. Adriana Ugarte es una delicia y es una alegría saber todo lo que está haciendo ahora. Ruth Gabriel está haciendo con Liberto Rabal  Una vida robada, cada una sigue trabajando y nos seguimos encontrando.

Más recuerdos le vienen a Nuria Gallardo cuando le enseño el programa de "Sonata de Otoño" de nuevo dirigida por José Carlos Plaza   

N.G.: Aquí volvía a trabajar con Chema Muñoz que, a lo largo de nuestras carreras, hemos sido de todo: hermanos, amantes, novios, muchas cosas. Esta función fue muy especial. Me llamó José Carlos una mañana y me dijo que tenía una función para mí. Me dijo que me la mandaba pero yo aceptaba sin leerla. Cuando me dijo que era Sonata de Otoño hubo un silencio y le pregunté: "¿Sonata de Otoño de Ingmar Bergman?". Me dijo que había pensado en mí y que el papel de "mi madre" lo haría Marisa Paredes. Dije que sí la hacía pero me pidió que me la leyese, cuando lo hice le entendí y me asusté un poco porque era una responsabilidad, ya que el personaje lo había hecho Liv Ullmann, es emblemático ese personaje.
Marisa Paredes y Nuria Gallardo en un intenso momento de la obra
Era de las funciones más puras y más duras porque sabías que mucha gente había visto la película. Pero es que trabajar con José Carlos es una delicia, porque yo confío mucho en los directores. Si me mandan una propuesta y me dicen que haga el pino puente con salto vertical hacia atrás, aunque no tenga que ver con la función pero me lo explican y crees en ello, yo lo hago. Yo me estoy montando en un barco en el que el timón lo lleva el director y yo debo confiar en él. Iba a ojos cerrados con José Carlos. Esa función me trajo muchas alegrías y guardo grandes recuerdos. Te puedo contar como anécdota que, cuando me sigo viendo con mis compañeros nos seguimos llamando por la relación que tenían los personajes en la obra: A Pilar Gil la sigo llamando hermanita, pero lo más fuerte es que a Marisa Paredes la llamo "madre" y su hija, María Isasi, me llama "hermana".

P: Ahora saltamos a la actualidad y querría que me hablara de su experiencia en la serie Isabel, en cuya tercera temporada también aparecerá.

N.G.: Es maravillosa. Yo le tengo que agradecer a Juan León que se acordase de mí para hacer esa prueba maravillosa y a Jordi Frades por el gran director que es y que me haya escogido. Partiendo de ahí, la serie cuenta con cuatro directores a cada cual mejor, con un doble equipo técnico maravilloso...Para mí, que hacía tiempo que no hacía televisión y siempre tengo nervios y dudas, pues ha sido tan sencillo como venir a casa. Todos mis compañeros y todo el equipo me lo han puesto tan fácil que para mí ha sido reencontrarme con la televisión de una manera que ahora la amo. No entiendo cómo he podido haber estado tanto tiempo sin hacer televisión.
La actriz en la serie Isabel, en el papel de Beatriz de Braganza
El vestuario de la serie es otra maravilla. Yo, al encargado del mismo en la serie, Pepe Reyes, le pedí que me pusiera un corsé porque las mujeres movían los trajes en esa época con la caja torácica y al no tener el corsé arrastrar el vestido es más complicado. Sin embargo, si se lleva corsé el vestido se ancla y con él vas moviendo el vestido, no tienes que tirar del traje y llevarlo me solucionaba el cincuenta por ciento del personaje. Además, el equipo de maquillaje te cuida al detalle, así como una peluquería maravillosa. Todos trabajan con una profesionalidad estupenda y con una cosa muy buena: se nota que están felices juntos trabajando y hay muy buena energía en el trabajo. Yo me he sentido en Isabel bien cuidada, bien querida y bien hallada.

P.: A Sevilla volverá con la obra Recortes ¿qué nos puede adelantar de esta función?  

N.G.: Se trata de dos monólogos. Uno lo hace Alberto San Juan y el otro lo hago yo. Mi personaje es una mujer que se llama Rosario que tiene una hija con parálisis cerebral y la tiene internada en una residencia porque todos  los recortes que ha habido en Sanidad impiden que ella pueda llevar una vida normal en su casa porque le han quitado desde el dinero hasta la poca ayuda de asistencia que tenía. La Ley de Dependencia prácticamente ha desaparecido por lo que no puede contar, no ya con doscientos euros al mes, que es lo que menos implica, sino las grúas para trasladar al niño, un coche para poderlo mover y que él se pueda desenvolver por la calle. Y mi personaje está luchando porque la única manera de ver a su hija es vestirse de payaso de hospital.
Caracterizada para la obra Recortes
La función tiene mucha verdad y mucho corazón y ha sido un placer trabajar con Mariano Barroso, al que conocía desde hace muchos años porque el estudió, como yo, en el Laboratorio de William Layton, pero no habíamos trabajado nunca juntos y ha sido una muy buena experiencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario