miércoles, 29 de enero de 2014

Raúl Prieto: "Trabajar en familia siempre es fantástico"

Raúl Prieto se ha ido forjando con el paso del tiempo un lugar destacado en el panorama artístico de este país. Con una mirada penetrante, este joven actor se ha curtido en las tablas y se ha hecho un rostro popular en la televisión. El viernes llegará al Teatro Central de Sevilla con Misántropo, revisión de la obra de Molière, con la que vuelve a trabajar junto a Miguel del Arco y un grupo de actores (Cristóbal Suárez, Bárbara Lennie, Manuela Paso, Israel Elejalde etc...), con los que rompió todos los esquemas gracias al éxito de La función por hacer, basada en Seis personajes en busca de autor de Pirandello y que le supuso el Max al Mejor Actor de Reparto, y Veraneantes, sobre el texto de Gorki.
Raúl Prieto. Kurandaweb

El actor habla para El Rinconcillo de Reche de Misántropo, sus anteriores trabajos sobre las tablas, su experiencia con Miguel Narros y dos papeles televisivos que marcaron a los telespectadores.  

Pregunta: ¿Ha cambiado en algo la manera de dirigir Miguel del Arco este montaje con respecto a los dos anteriores, ya que parte en esta ocasión de un clásico del siglo XVII?

Raúl Prieto: Miguel, en este caso, ha querido respetar el aspecto formal de la obra en lo referente al lenguaje que manejan los personajes. Al contrario de lo que ocurría en, sobre todo La función por hacer, donde el lenguaje era muy directo y cotidiano. En el caso de esta versión de El Misántropo, conserva un poco la literatura de esa época. Los personajes hablan con un vocabulario y unas construcciones gramaticales que no son las que usamos normalmente. Miguel ha querido conservar la riqueza del texto y le da un punto distinto que no tenían las obras anteriores.

P.: Hablando de su personaje, Filinto es el personaje que intenta que el protagonista, Alcestes, se reconduzca ante su postura con respecto a la sociedad,pero precisamente porque Filinto la ha aceptado...

R.P.: Sí, Filinto de alguna manera es el contrapunto que equilibra la balanza, ya que, si no fuera así, estaría bastante descompensada. Alcestes es muy radical en su visión de la vida y de las relaciones humanas. Esa radicalidad hace que Filinto, por un lado, admire a Alcestes, porque piensa que se necesita a gente como él debido a la cantidad de hipocresía y de mentira que hay en la sociedad,  y Alcestes representa algo utópico. Por otro lado, Filinto es la imagen de la medida frente a la desmedida de Alcestes. Mi personaje sí entiende la postura de Alcestes pero entiende que es insostenible en una sociedad como en la que vivimos porque terminas arrinconado y para sobrevivir necesitamos de los demás. Filinto intenta ver a Alcestes que es necesario vivir en sociedad aunque pensemos de manera distinta.

P.: Por otro lado, Filinto es el que frena a Alcestes cuando requiere los amores de Elianta al ser rechazado por Celimena....

R.P.: Sí, pero en nuestra versión la relación entre Elianta y Filinto se ha desarrollado un poco más, siendo aquí marido y mujer, por lo que se entiende mucho más la reacción de mi personaje. Miguel ha concretado más las relaciones entre los personajes, las cuales, en el original de Molière, están sólo  un poco apuntadas, y hace, con las decisiones tomadas por Miguel del Arco, que se entienda mucho más todo lo que ocurre. Todo queda aquí más definido y menos en el aire.
P.: ¿Cómo reacciona el público con Misántropo?

R.P.: La función se puede  decir que viene al pelo. En las ocasiones en que hemos podido hablar con los espectadores, hemos comprobado que la gente piensa que mostramos algo muy actual. Lo que ocurre es que cuesta identificarse con un personaje porque todos tienen sus motivaciones para actuar como actúan. Se puede admirar en un momento dado a Alcestes por esa postura sincera ante la vida pero luego te das cuenta de que la sinceridad absoluta es inviable a veces, en una sociedad en la que intentas llevarte bien con el resto, otros personajes intentan escalar profesional o socialmente. No pierden vigencia los conceptos que planteaba Molière. No es una obra de una sola lectura.

P.: Tras tres montajes ¿se puede decir que el grupo de actores y Miguel del Arco forman una familia?

R.P.: La verdad es que sí porque, tras esos tres montajes y la repercusión que han tenido, con el tiempo que hemos pasado juntos, una de dos: o acabas a mal o acabas a muy bien. En nuestro caso, todo el grupo ha mantenido una relación fantástica y yo creo que sí constituimos una pequeña familia, donde nos conocemos muy bien, hemos vivido cosas muy bonitas y con el tiempo nos hemos ido uniendo más. Es un orgullo pertenecer a este grupo profesionalmente hablando por un lado, porque hemos obtenido unos resultados muy satisfactorios y por otro, por las relaciones humanas, se trabaja en familia y eso siempre es fantástico.
Con sus compañeros en Veraneantes
P.: Siguiendo el hilo de esa familia, usted ha tenido otro éxito sobre las tablas con El lindo don Diego, montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, donde ha vuelto a coincidir con Cristóbal Suárez ¿Se puede decir que todos esos factores (teatro del Siglo de Oro, en verso, compartiendo escenario con un compañero) fueron incentivos para embarcarse en ese proyecto?

R.P.: Por supuesto. En ese caso él hacía de don Mendo y yo de don Juan y además teníamos varias escenas juntos. Imagínese, si fuera del escenario Cristóbal es mi amigo, encontrármelo en otro montaje siempre es una alegría. De hecho también hicimos juntos el año pasado Don Juan Tenorio, en Alcalá, donde él hacía de Don Juan y yo de Luis Mejía. Al terminar empezamos con El lindo don Diego pero previamente habíamos estado en Veraneantes y aún en La Abadía con La función por hacer. Trabajar con Cristóbal era un motivo más para aceptar el proyecto porque es una de las mejores personas que te puedes echar a la cara. Aparte de una gran calidad profesional tiene una gran calidad humana.

El lindo don Diego divirtió mucho al público, incluso hubo gente que me dijo que se habían olvidado de que estaban viendo una obra clásica. La obra es muy acertada y Edu Soto bordaba su personaje y la gente se lo pasaba genial. Fue una pena que no hiciéramos gira. Es de esas obras que las haces con mucho gusto porque ves que el público disfruta de verdad.
Con el elenco de El lindo don Diego
P.: Echando la vista atrás, usted hizo tres montajes muy diferentes con el recientemente fallecido Miguel Narros ¿Cómo califica su experiencia con él?

R.P.: Lo primero que hice con él fue un personaje pequeñito en Salomé (de Oscar Wilde), donde hacía del paje de Herodías. Para mí fue un regalo porque, como se dice, no hay papeles pequeños sino actores pequeños y fue una muy bonita experiencia, además de que era de las primeras experiencias profesionales que tenía. A partir de ahí, me hizo una prueba para Móvil (de Sergi Belbel) que era una obra contemporánea y de un corte muy distinto. Luego llegó la guinda que fue el Juan de La señorita Julia (de Strindberg), el último regalo del maestro, ya que me dio un personaje protagonista, por lo cual le estaré eternamente agradecido.
Con María Adánez en La señorita Julia
Cuando se fue mi adiós fue de una gratitud ante un Maestro al que respeto y admiraré siempre porque me enseñó muchas cosas. Siempre podré decir que el Maestro me enseñó y lo que él me aportó quedará en mí para siempre, por lo que le doy las gracias al Maestro.

P.: En la televisión usted participa en La Señora, que fue un éxito espectacular y su personaje, Salvador, se ganó muy pronto las simpatías del público ¿Cómo lo vivió usted?

R.P.: Fue mi experiencia televisiva más larga porque estuve las tres temporadas y el personaje estaba previsto que muriese más o menos en el octavo capítulo de la primera temporada, era un personaje que formaba parte de una banda de anarquistas. Era muy exaltado, violento, radical por sus ideas, pero le fueron dando palos y tuvo un arco muy bonito, cómo cambiaba hasta regentar la taberna con el personaje de Teresa Hurtado. Fue una experiencia muy gratificante porque la acogida del público fue muy buena, tenía una audiencia brutal y era una serie muy bien hecha y que marcó una nueva etapa en la televisión en España.
En una escena de La Señora
P.: Precisamente con la productora de La Señora, Diagonal TV, hizo anteriormente un personaje en la segunda temporada de Amar en tiempos revueltos que era totalmente distinto y que sorprendió mucho... 

R.P.: Sí, ahí interpreté a un policía muy oscuro, que era realmente un asesino. Para mí fue muy bonito hacer prácticamente seguidos dos personajes de época pero tan distintos. Eso para un actor siempre es un aliciente. Teo, el personaje en Amar en tiempos revueltos comienza en la cárcel haciendo creer que era un preso, cuando realmente era un topo para sacar información al protagonista de la temporada. Al principio se cree que es bueno, un compañero en la lucha y luego descubrimos que era un policía muy sanguinario. Estos personajes son un gusto hacerlos ya que son totalmente contrarios a lo que somos en la vida real.

P.: Ha aparecido en la actual temporada en emisión de Los misterios de Laura ¿qué puede contar sobre su papel en esta serie?

R.P.: Aparezco en cuatro o cinco capítulos pero prefiero no contar nada del personaje y que la gente lo vea.

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