viernes, 14 de marzo de 2014

La noche de los conspiradores

                                CRÍTICA TEATRAL: PODER ABSOLUTO

El panorama teatral nacional, con el paso del tiempo, se ha ido modernizando tanto en temática como en contenidos. Gracias a varios autores, en la actualidad se puede disfrutar de obras de teatro contemporáneas que hablan de nuestro tiempo y de la realidad más candente. Este es el caso de lo que plantea Roger Peña Carulla en Poder Absoluto, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla hasta el domingo.

El autor se sirve de dos actores solidísimos para construir un thriller político que, aunque ambientado en otro país, contiene partes que hablan de cosas de las que, desgraciadamente, estamos habituados a escuchar en los informativos: el manejo de capital, la necesidad de que exista el Tercer Mundo etc... todo ello para crear una tela de araña que atrapa al que la tejió y también al espectador gracias a las soberbias interpretaciones de Emilio Gutiérrrez Caba y Eduard Farelo.

Ver en un escenario a Emilio Gutiérrez Caba, Premio Ceres por esta obra, es siempre una gozada, porque la seguridad con la que habla y se mueve sobre las tablas es de reclinatorio. Un servidor recuerda con agrado su interpretación del doctor Van Helsing en Drácula, cuyo estreno absoluto tuvo lugar en el mismo teatro donde ayer encarnó al ambicioso líder político con un pasado que ocultar y un encargo especial. 
Eduard Farelo y Emilio Gutiérrez Caba en la función. David Ruano
Estos papeles recientes en el teatro no hacen sino constatar la versatilidad y cantidad de recursos que ha demostrado este gran actor desde que comenzara su carrera, ya que, entre teatro y televisión, ha encarnado personajes muy variados en obras de toda índole: Hamlet, El jardín de los cerezos de Chejov, El Pelícano de Strindberg, Olvida los tambores de Ana Diosdado, La verdad sospechosa de Ruiz de Alarcón, Julio César de Shakespeare, La mujer de negro o ese impecable Vicente Cortázar de la serie Gran Reserva. Todo un muestrario de un actor muy completo que, en la obra que nos ocupa, capta la atención del espectador desde el primer momento.

Por su parte, Eduard Farelo da correctísimamente bien la réplica como el político más joven y ambicioso. Ambos actores sostienen la función con solidez para tratar temas actuales o deudores del pasado, que en muchas ocasiones, pesa como una losa.

Del montaje hay un aspecto escenográfico que me llamó la atención: Los cristales que dan al jardín de la casa del político veterano distorsionan la imagen de los actores dependiendo de sus movimientos, un elemento que parece indicarnos la dualidad personal de los personajes que guardan secretos y ases en la manga.

Poder Absoluto es una obra que hace reflexionar sobre los manejos de la política y deja una idea inquietante en el aire: Las operaciones clandestinas para llevar a cabo acciones que van en contra de la ética o de los Derechos Humanos, pueden fraguarse en una tranquila velada tomando unas copas y escuchando música. Cuidado.... 

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