lunes, 5 de mayo de 2014

Tres personajes marcados por su autor

                       CRÍTICA TEATRAL: ÉRAMOS TRES HERMANAS

José Sanchis Sinisterra demuestra una vez más, en su última creación dramatúrgica, su gran calidad. El autor de piezas originales tan celebradas como Ay, Carmela, El lector por horas o El cerco de Leningrado ha logrado con Éramos tres hermanas. Variaciones sobre Chéjov  una notable revisión y disección de la famosa obra estrenada por Chéjov en 1901 que constituye otra destacable producción del Teatro de La Abadía, la cual se pudo disfrutar hasta ayer en el Teatro Central de Sevilla.

En un ejercicio dramático que constituye una doble pirueta sin red Sinisterra hace rememorar a las tres protagonistas del título: Masha, Irina y Olga, los acontecimientos vividos en la obra de Chéjov en un entorno o microespacio temporal en el que parecen atrapadas para la eternidad, como cuando el autor de Tío Vania las concibió y las plasmó en un libreto. 

El director Carles Alfaro, quien, precisamente dirigió un notable montaje de Tío Vania con Enric Benavent, Emma Suárez y Malena Alterio, se sirve de tres excelentes actrices: Mariana Cordero, Julieta Serrano y Mamen García para devolvernos al universo de tres mujeres que buscaron la felicidad y no la encontraron.
Mamen García, Julieta Serrano y Mariana Cordero. Ros Ribas
La obra plantea diversas interpretaciones con respecto a los personajes, ya que la manera en que evocan los acontecimientos, lectura incluida, parece hacerlas conscientes de ser personajes ficticios cuyo destino está ya escrito por el autor. La obra tiene ese poso de melancolía de los sueños no cumplidos como el de las tres hermanas de ir a Moscú, plasmado en una destacable canción al piano interpretada en primer lugar por Mamen García, a la que luego se unirán Serrano y Cordero.

Las tres actrices demuestran su versatilidad, experiencia y calidad interpretativa sobre el escenario en una obra que creó en un servidor la necesidad de que, como en Niebla de Miguel de Unamuno, el autor apareciese y los personajes le pidiesen cuentas de la razón del destino que ideó para ellas, aunque me temo que diría, como en la mencionada novela, algo así  como: "Porque yo os he creado y soy dueño de vuestras vidas".

Es el claro ejemplo de que los personajes literarios por muy reales que aparezcan en en escenario o en una novela, no dejan de ser el fruto de la imaginación de un escritor, de ahí, que, aunque quisiesen, el devenir de sus vidas no pueden cambiarlo, está escrito. Algo de lo que Sanchis Sinisterra ha sido plenamente consciente a la hora de elaborar la excelente dramaturgia de esta obra del teatro universal.      

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