domingo, 26 de octubre de 2014

Insaciable sed de poder entre pazos y meigas

                                CRÍTICA TEATRAL: LOS MÁCBEZ

Andrés Lima es uno de los directores teatrales de referencia sin lugar a dudas. Siempre ha tenido la mirada puesta en exponer al público los diferentes problemas que acucian a la sociedad y, para ello, ha recurrido a textos contemporáneos o clásicos, como ocurre con Los Mácbez, una modélica adaptación de Macbeth de William Shakespeare que ayer inundó de aplausos el Teatro Central de Sevilla. 

El trabajo que hace Juan Cavestany en esta actualización de una de las obras cumbre del teatro universal, es, en una palabra, modélica y refuerza aún más complicidad entre él y Lima, que ha dado satisfactorios resultados como, por ejemplo Urtain y Penumbra (ésta última coescrita junto a Juan Mayorga).

El matrimonio Mácbez quiere por todo los medios obtener la presidencia de la Xunta de Galicia y no dudará en hacer cualquier cosa, literalmente, para conseguirlo. El rastro de muerte que dejan tras de sí ya es atroz en el original de Shakespeare, pero aquí han querido reforzar en todo momento el concepto de lo que los ingleses llaman "Partners in crime", que va más allá de la locura y la muerte física.

Cuando se contemplan montajes como Los Mácbez uno se da cuenta, y más aún con el panorama actual, que Shakespeare no exageraba nada cuando escribió la obra hace cuatrocientos años y que mantiene una vigencia y actualidad absolutas.
Un momento clave de Los MaćbezLuis Castilla  

Andrés Lima siempre se ha caracterizado por lograr de sus actores interpretaciones muy potentes (un servidor aún tiene grabado a fuego el trabajo actoral del reparto de Tito Andrónico, por ejemplo) y, en esta ocasión, vuelve a extraer todo el jugo interpretativo de dos actores como la copa de un pino como son Javier Gutiérrez y Carmen Machi. Gutiérrez (al que recuerdo en Tito Andrónico o Elling, también dirigido por Lima) logra un Mácbez sin escrúpulos, su afán por conseguir su objetivo se verá reforzado por su esposa (una pletórica Carmen Machi que ya me cautivó en Roberto Zucco dirigida por Lluis Pasqual o, sin ir más lejos en su encarnación de Martha en ¿Quien teme a Virginia Woolf? de Albee dirigida por Daniel Veronese la pasada temporada. Lima potencia la química emocional y sexual del matrimonio Mácbez incidiendo en el concepto de la erótica del poder y el poderoso binomio de la sangre y el sexo.

Este muestrario de la ambición y los más bajos instintos se refuerza con la aparición de las meigas, las cuales no sólo predicen el futuro sino que son seres lascivos y provocadores, un elemento esencial para entender la atracción hacia ellas y, en particular, la dependencia de Mácbez de ellas para continuar con su baño de sangre.

El resto de los actores hacen un espléndido trabajo:Jesús Barranco compone a un inquietante Banquo, Rulo Pardo se luce en su encarnación del vengativo Méndez, por motivos obvios, mientras que Rebeca Montero, Chema Adeva y Laura Galán hacen sus transiciones a diversos personajes de una manera natural y creíble dentro de la convención que propone Lima, con un genial espacio escénico, demostrando que no hace falta más que unos actores entregados en cuerpo y alma y una sabia dirección, como ocurre en este caso, para llevar a buen puerto una historia universal sobre la ambición humana, donde, todo el que ostenta un cargo de poder, tiene las manos, por un motivo o por otro, manchadas. 

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