viernes, 10 de octubre de 2014

La risa y la lágrima de la realidad

              CRÍTICA TEATRAL: PATENTE DE CORSO

El panorama que nos rodea da para mucho: para reír, para llorar, para desesperarnos etc... Pero el paso del tiempo hace que nos demos cuenta que la vida es eso, un puro contraste de sensaciones y sentimientos. La visión de España que Arturo Pérez-Reverte describe en sus artículos queda muy bien reflejada en Patente de corso, que ayer se estrenó a nivel nacional en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Esa realidad en manos Alberto López y Alfonso Sánchez queda muy bien diseccionada gracias a las conversaciones mantenidas entre Luciano y Mariano, junto con reflexiones en voz alta que a veces producen unas enormes carcajadas y otras un silencio sepulcral.

La inteligencia de la obra es que no se sirve de la figura de Los Compadres sino que el público asiste a las conversaciones de dos nuevos personajes que, en ocasiones, se desdoblan en otros para mostrar realidades del mundo en general y, sobre todo, de España en particular mostrando, parafraseando a Torrente Ballester, los gozos y las sombras de la vida.
Alberto López Alfonso Sánchez durante la función. Manuel Naranjo

Esta afilada visión, donde no se salva ni el apuntador, no cae en saco roto porque los temas y las situaciones planteadas en la obra son totalmente reconocibles por el público, que aplaudió con entusiasmo al finalizar la función, recompensa justa a un esfuerzo por mostrar un espectáculo fresco con matices tragicómicos, la vida misma, vamos.

En cuanto a las actuaciones, se nota, ensayos aparte, que Alberto López y Alfonso Sánchez se conocen a la perfección y transmiten la química que se percibe desde su aparición en Youtube hasta en el cine con los exitosos apellidos vascos. Ambos actores desarrollan uno diálogos, juntos y a solas, que entre risas, muestra una triste realidad haciendo cierto una vez más lo que dice mucho una amiga mía: Entre broma y broma la verdad asoma, y la que muestran, con la base de Pérez Reverte, entretiene y duele a partes iguales.    

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