viernes, 17 de octubre de 2014

Una buhardilla con vistas a la fantasía

                         CRÍTICA TEATRAL: KATHIE Y EL HIPOPÓTAMO

El tema de la realidad y la irrealidad es una cuestión convertida en excusa argumental desde tiempos pretéritos, empezando por nuestros autores del Siglo de Oro. Mario Vargas Llosa se sirvió del mismo para crear, a partir de una anécdota personal, Kathie y el hipopótamo, que se representa en el Teatro Lope de Vega de Sevilla hasta el domingo 19 de octubre.

Magüi Mira dirige con una maestría asombrosa esta obra teatral con una estructura dramática muy particular, pero que la actriz y directora solventa con total brillantez, demostrando una vez más su gran calidad en la dirección escénica, como ya pudimos comprobar en El perro del hortelano, Un cuento de invierno, Madame Bovary o En el estanque dorado, auténticas joyas  que deben gran parte de su éxito a las inteligentes propuestas de Mira. Y Kathie y el hipopótamo no es una excepción.

Para el espectador, Kathie y el hipopótamo supone una experiencia que se sale de lo convencional por la constante presencia de los recuerdos, fantasías y deseos que cobran vida propia en el escenario. La premisa de la mujer que, en una buhardilla de París, desea escribir un libro de viajes con la ayuda de un escritor, es un punto de partida que plantea los mecanismos de la creación literaria donde, aunque se base en hechos reales, siempre se intenta alterar algo para que quede a gusto del creador. Por ese motivo esta premisa me trajo el recuerdo de la genial película Epílogo (Gonzalo Suaŕez, 1984) donde Paco Rabal y José Sacristán (en los papeles de Rocabruno y Ditirambo) formaban un tándem literario de altura con la ayuda de los personajes interpretados por Charo López y Sandra Toral). 

Volviendo a la obra de Mario Vargas Llosa, todas las escenas evocadas por el cerebro suponen una superposición de planos de acción y un desdoblamiento de personajes que se entiende gracias a la magnífica dirección de Mira y al trabajo de todos los actores.

 El genial quinteto protagonista de la obra. Sergio Parra
Ana Belén encarna con mucha elegancia a la Kathie del título. Curtida en sus inicios en obras del Siglo de Oro, y más adelante con tragedias griegas como la inolvidable Fedra, que un servidor pudo ver en el citado teatro hispalense, o Electra (ambas dirigidas por José Carlos Plaza), por citar algunos títulos que avalan el talento que ha demostrado sobre las tablas a lo largo de su carrera, en Kathie y el hipopótamo se entrega a un texto con toques cómicos, demostrando que no hay género que se le resista. Tiene un desdoblamiento en particular donde pone una voz infantil que resulta adorable y su interpretación de míticos temas franceses como La vie en rose o Ne me quitte pas, nos hace disfrutar de su dulzura y calidad como cantante.

Por su parte Ernesto Arias, en la piel de Santiago Zavala, demuestra, una vez más, su gran calidad como actor, que un servidor constató de primera mano gracias a obras como Veraneantes o El Malentendido. Su personaje, que es capaz de meterse en la mente femenina para escribir el libro que le han encargado, al igual que Kathie se deja llevar por las evocaciones mentales, donde tiene una gran importancia su esposa interpretada por Eva Rufo (que coincidió con Arias en El alcalde de Zalamea y encarnó a la Condesa de Belflor en El perro del hortelano, ambas obras dirigidas por Eduardo Vasco para la Compañía Nacional de Teatro Clásico) , con una elegancia por el traje que lleva en la obra y cuya aparición nos muestra otras facetas del personaje de Zavala, el cual expresa en un momento dado un pensamiento interior sobre Kathie que sorprende, pero siempre dejando en entredicho si lo que vemos es un pensamiento o recuerdo real, el atractivo juego escénico de la obra.
Jorge Basanta, Ana Belén y Eva Rufo en un momento de la obra. Sergio Parra

Por su parte Jorge Basanta, encarnando al marido de Kathie, tiene momentos memorables pero yo indicaré uno con una pista para que le pique la curiosidad al lector: tabla hawaiana. Su presencia da lugar a la rememoración de eventos que dan una visión de la vida de Kathie, en consonancia con la constante mezcla de realidad y fantasía. La presencia de David San José al piano es un gran acierto porque podemos disfrutar en directo de su talento como músico.

En resumen, una propuesta fresca e innovadora que deriva en toda una experiencia y donde se enfatiza el poder del cerebro humano.    

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