viernes, 7 de noviembre de 2014

Incisiva reflexión sobre el deber profesional frente al poder

              CRÍTICA TEATRAL: EL GRECO PINTA AL GRAN INQUISIDOR

En el arte, el creador debe de intentar expresarse con libertad aunque le impongan una serie de criterios cuando se trate de realizar encargos, como hizo Velázquez al introducir, como quien no quiere la cosa, en su famoso cuadro Las Hilanderas un pasaje mitológico dentro de una escena cotidiana. 

Con más determinación se nos muestra esta actitud en El Greco pinta al gran Inquisidor, que puede disfrutarse, y esa es la palabra exacta en el Castillo de San Jorge de Triana hasta este domingo . Partiendo de una novela alemana inédita en castellano, escrita por Stefan Andres, el polifacético Gregor Acuña dirige una minuciosa pieza de cámara teatral donde el espectador presencia unos hechos en el lugar real donde se desarrollaron.

Hay que destacar el genial aprovechamiento del Castillo de San Jorge y la detallista escenografía en esta obra de teatro movible. Todo está colocado con gran exquisitez y el vestuario no tiene mácula para trasladarnos a la época que se desea, al igual que el uso de la luz creando las atmósferas adecuadas, acentuadas por acertadas piezas musicales, para imbuir al espectador en el marco de acción, que adquiere un tono inquietante por el espacio físico donde se representa la función.
Un momento de la obra. Foto cedida por Gregor Acuña

Donde quiero incidir más es en el trabajo de los actores y en lo que consiguen transmitir: Javier Centeno, en la piel del afamado médico Francisco Cazalla, expresa con total verosimilitud las dudas de alguien que, por obligación profesional, ha de atender y poner en práctica sus conocimientos al servicio de una persona, que, como descubrimos en la función, le ha herido en lo más profundo con sus acciones. De ahí que el paralelismo en las actitudes de Cazalla frente a las de El Greco y su encargo pictórico esté lleno de matices y de riquezas argumentales ya que José Luis Fernández plasma los pensamientos del genial artista griego sobre todo en los apartes, donde nos muestra su verdadera actitud: Debe de primar la profesionalidad pero eso no es inconveniente para introducir matices en el retrato del gran Inquisidor para que el público en el futuro conozca la personalidad de ese ser con solo mirar el cuadro.

El personaje del gran Inquisidor, encarnado con absoluta convicción por Javier Castro, muestra esa gran superioridad, no sólo de él por el puesto que ocupa sino de la institución que representa, que cree tener el dominio absoluto del mundo y que se puede trasladar a líderes mundiales no muy lejanos en el tiempo que creyeron tener el mundo a su merced.

El Greco pinta al gran Inquisidor es una muestra más del saber hacer de Gregor Acuña y de su pasión por el arte escénico del que deseamos ver más ejemplos.   

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