jueves, 11 de diciembre de 2014

Eduardo Velasco y José Manuel Seda: Reencuentro en Sevilla

Camerino de la Sala La Fundición, Eduardo Velasco  y José Manuel Seda llegan para realizar un ensayo técnico de la obra El Encuentro. La noche más frágil de la Transición de Luis Felipe Blasco Vilches (quien ha introducido modificaciones por cuestiones de la actualidad) dirigida por Julio Fraga y producida por Avanti Teatro, compañía creada en el 2005 por Velasco y que propició el primer encuentro profesional entre ambos actores en la obra Después de Ricardo, donde Seda actuaba y Velasco producía.

Ahora vuelven con El Encuentro donde encarnan a Adolfo Suárez y Santiago Carrillo en un episodio clave para el desarrollo de la Transición Española. Con  esta obra ambos intérpretes han coincidido profesionalmente sobre las tablas por primera vez y han triunfado en Madrid y vuelven ahora a la ciudad donde la estrenaron.

Actualmente Seda y Velasco están de plena actualidad profesionalmente hablando. El primero por actuar en otras dos obras: Así es, así fue, última producción del añorado Andrea D'Odorico e Historia de un cuadro de Alfonso Zurro. Velasco por su parte acaba de embarcarse en Don Juan Tenorio de José Zorrilla, una visión inédita del mito dirigida por Blanca Portillo sin abandonar su gran creación de El Profeta Loco. Los dos son actores, amigos, y dos pedazos de pan, y de una charla sobre El Encuentro (desde hoy hasta el domingo en la mencionada sala teatral) en un ambiente de camaradería, ha salido esta entrevista que, como digo siempre: Pasen y lean.

Con José Manuel Seda y Eduardo Velasco tras la entrevistaAlejandro Reche
Pregunta: Estrenaron El Encuentro en enero de este año en Sevilla y estuvieron con mucho éxito en la sala pequeña del Teatro Español ¿Qué balance hacen de estos meses con esta obra?

José Manuel Seda: La recepción en todos los sitios donde la hemos representado ha sido muy buena, la gente se sentía identificada y, además, el texto tiene la cualidad de enganchar al público y recuerda que hubo un momento en el que se establecieron unos cimientos, ahora bastante inestables, pero había mucha ilusión por cambiar las cosas.

Eduardo Velasco: Yo echo la vista atrás recordando que para esta obra yo, personalmente, investigué años sobre el tema y, a medida que se iban sumando gente al proyecto como Julio Fraga en la dirección, Luis Felipe Blasco, como autor y José Manuel Seda como actor se fue confeccionando el proceso creativo. Fue un reto muy gordo llevar esto al escenario de manera atractiva. Siento que hemos cumplido el objetivo que nos marcamos porque hemos trasladado al lenguaje teatral esta situación que marcó un antes y un después en la historia reciente de este país.

P.: Una de las curiosidades de la obra es que, aunque los personajes se pueden identificar con Santiago Carrillo y Adolfo Suárez, ustedes no llegan a interpretar exactamente a estas dos figuras de la política inicialmente...   

J.M.S.: Claro, porque corríamos el riesgo de hacer una caricatura del personaje. Queríamos dar el aire de lo que ambos transmitían, las distintas energías que uno tenía con respecto al otro. Con el tiempo nos dimos cuenta de la responsabilidad que teníamos porque, aunque en el texto los personajes se llamasen Alto y Bajo, la gente ve a Suárez y Carillo. Al principio queríamos hacer una obra que recordase a los personajes pero hemos tomado conciencia de que interpretamos a Suárez y a Carrillo.

E.V.: Lo que hemos conseguido finalmente es huir de la caricatura y que prime sobre todo el carácter humano de dos grandes líderes políticos con el peso y la responsabilidad de un país sobre sus espaldas. Por otro lado, trabajamos con el autor desde el principio la universalización de la temática de la obra. Todos los países que han vivido un conflicto bélico intenso han tenido que llegar a un proceso de paz por el bien de la convivencia de los habitantes de ese país. Ese proceso ha estado lleno de pactos, negociaciones y alta política porque prima la reconciliación nacional. Ese deseo de universalizar el conflicto nos hacía tener como referencia textos como Pedro y el Capitán, un texto sobre la dictadura argentina muy localista, con el conflicto del torturador frente al torturado, pero al universalizarlo se podía identificar cualquier país que estuviese viviendo una situación similar.

P.: Si no estoy mal informado el encuentro entre los personajes se produce durante una noche lluviosa ¿Le da un matiz especial el ubicarlo de esta manera?

J.M.S.: Sí, Julio Fraga quería que hubiese un espíritu de thriller en la obra, con suspense, acción etc. Es una metáfora de lo que se vivía en España en esa época: La amenaza de los ruidos en los cuarteles, ya que el ejército estaba nervioso por los atentados, secuestros y demás. Eran momentos muy delicados. 

E.V.: La intención es la de recrear una atmósfera que recoja las sensaciones de esa época. El encuentro puede que no sucediese así realmente pero esa atmósfera nos sirve para trasladar todo esa tensión y suspense que viven los personajes.

P.: Al componer los personajes ¿hicieron un trabajo de imitar gestos, miradas, movimientos etc..?

J.M.S.: De Suaŕez hay más imágenes que de Carrillo pero yo lo que hice fue reunirme con uno de sus biógrafos. Me interesaba conocer, aparte de cuestiones de carácter histórico, qué impronta te dejaba Suárez cuando lo conocías, ya que en un escenario o en una serie tienes que contar algo del personaje que interpretas antes de abrir la boca. Este hombre me confirmó que Suárez conquistaba con mucha naturalidad: Se paraba a hablar con las limpiadoras del Congreso, con los mineros de una manifestación etc...

E.V.: Hemos huido de la interpretación más física pero lo que sí nos ha condicionado es el carácter y la psicología de los personajes. La presión de la reunión de siete horas y media que mantuvieron era muy difícil de recrearla si no se abordaba desde una comprensión emocional sobre la situación de cada uno en ese momento. Fue un trabajo maravilloso porque, en cada función, José Manuel Seda me aborda como Suárez desde un punto distinto. Hay veces que utiliza la voz, otras su gestualidad, hace juegos malabares en el escenario, es un gentleman, un carácter que tenía Suárez, que seducía tanto con su mirada y su quietud como con su jovialidad y expresividad. Carrillo, en cambio, era un personaje correoso, frío, aunque luego fuese irónico y mordaz. Todo eso nos ha llevado a un posicionamiento físico. 

P.: La obra la dirige Julio Fraga del que pude ver Julia. Un viaje teatrástico ¿Qué destacarían de su trabajo como director?

E.V.: El Encuentro es la tercera producción de Avanti Teatro y la primera, Después de Ricardo, también la dirigió él, y es uno de los tres asesores de dirección de El Profeta Loco. Julio es un grandísimo director de actores y no necesita de grandes artificios en escena. Hace un gran trabajo de mesa con los actores de análisis y comprensión del texto para saber qué decimos realmente y cuando lo pone en práctica  tiene una visión muy rápida y viva para coger todos los datos para darle forma. En este caso son dos personajes que no paran de hablar durante una hora y veinte minutos y él, con un mínimo de movimientos en escena, hace atractiva la historia que se va a contar.

J.M.S.: Yo he trabajado con él en seis o siete ocasiones. Él suele hacer una dramaturgia del espacio físico del que dispone y del sonoro. La obra está dividida en rounds de boxeo. Juega mucho con lo simbólico, pero aquí se centra mucho en la relación entre los dos personajes y nos basamos un poco en La Huella. El anfitrión Suárez recibe a otra persona y las tornas se van cambiando de uno a otro. Es una partida de ping pong donde la pelota cae en uno de los lados cada vez. Además se sigue hablando de las heridas de España. Sabemos que la reunión real fue bastante cordial pero nosotros planteamos un conflicto dramático porque si no, no hay historia.

P.: Se dio la circunstancia de que, cuando la representaban en Madrid, falleció Adolfo Suárez ¿notaron un cambio en la percepción de la obra por parte del público o en el interés por la obra?

E.V.: Estábamos en la última semana y, al poco de conocerse la noticia, nos prorrogaron una semana más. Fue un efecto inmediato. A partir de esa semana se promocionó aún más. Fueron seis semanas.

J.M.S.: Llevando tres semanas teníamos una buena media de asistencia por un positivo boca a boca y, tras la muerte de Suárez, sentí algo distinto a la hora de interpretar al personaje, ya que hacía un personaje ya histórico pero ahora era a título póstumo.

E.V.: Hubo muchas personas en esa semana de prórroga que charlaba con nosotros tras las funciones en la cafetería del Teatro Español y nos confesaban que la obra les había despertado curiosidad pero la muerte de Suárez fue lo que les decidió a venir a verla, como homenaje a él.

P.: Tras estas funciones en Sevilla Joseán Bengoetxea le sustituirá a usted (por Velasco) ¿qué destacarían de él?

J.M.S.: Ya hemos hecho juntos como cinco funciones.

E.V.: Para mí es una alegría que él esté en la obra porque la sustitución surge a raíz de yo hacer Don Juan Tenorio dirigido por Blanca Portillo. Cuando se plantea esa situación José Manuel Seda me mencionó su nombre y yo hacía poco que había hecho con él De ratones y hombres. Él interpretaba al jefe de la cuadrilla de peones que trabajábamos en el barracón. Es un actor muy grande con un corazón aún más grande. Es un vasco que levanta piedras de amor, es maravilloso.

P.: Centrándome en ustedes, son dos actores que son además amigos y eso se transmite en el escenario...

J.M.S.: Se convive como con una pareja. Es lo bueno de las aventuras teatrales porque cada compañía es un mundo. Yo estoy en tres. Pero, con respecto a El Encuentro, yo le estoy muy agradecido a Eduardo de que me embarcase en este proyecto. Ha sido un año sin parar porque con una compañía independiente hay que hacer más trabajo de prensa, promoción, y las relaciones que mantenemos dentro y fuera del escenario creo que se retroalimentan, pero el escenario es una especie de oasis donde nos entendemos mejor que fuera de él.

E.V.: En el escenario hay una magia maravillosa porque ahí se recoge todo. Pienso que con una mirada los actores se reconocen y si te encuentras con un compañero que, volviendo al símil del partido de ping pong, te devuelve la pelota, el juego es más divertido. Es lo mismo que me dice José Luis García Pérez en Don Juan Tenorio, donde la comunicación es inmediata porque nos conocemos y eso permite que juguemos y que cada función sea una gozada. Yo estoy muy contento por cómo ha ido El Encuentro, porque, en menos de un año, hemos hecho cincuenta funciones y, con un espectáculo de estas características, tal como está la situación del teatro, actualmente es para estar contentos. Con nuestro trabajo pretendíamos recuperar el dinero invertido para levantar este espectáculo y con el tiempo hemos logrado generar nuestro propio autoempleo, por lo que nos tenemos que considerar muy afortunados.

P.: Ahora me gustaría que cada uno dijese lo que destacaría como actor del otro

E.V.: De José Manuel Seda destacaría su capacidad de escuchar. Además, desde la primera mirada se produce una situación que ha hecho que yo trabaje más tranquilo con respecto al texto. Es un lujo, porque he llegado a un nivel de excelencia que cuando se logra es una gozada. Y eso lo he conseguido con este texto actuando con José Manuel Seda.

J.M.S.: Eduardo es un actor con mucho peso que, cuando entra en escena, también te hace sentir seguro. Es un actor que, cuando te propone algo, sabe perfectamente lo que hace y cuando tenemos días en lo que lo que traes de fuera lo trasladas adentro, sabes que lo puedes enganchar en un momento dado. Y lo que propone te lo crees.

P.: Una última pregunta. En Canción de Cuna (José Luis Garci, 1994) se decía la frase "Saber mirar es saber amar" y yo les cambio la frase y les pregunto ¿Saber mirar es saber interpretar?

J.M.S.: Sí, saber mirar y saber escuchar.

E.V.: Tan sencillo como que interpretar. Es uno de los ejercicios de amor y de generosidad más grandes que se pueden realizar. El teatro eso lo permite, tiene ese juego. Con lo que estamos viviendo podemos tener muchos problemas de muchos tipos pero cuando te subes encima de un escenario, eso es un gran ejercicio de amor, es algo recíproco.

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