viernes, 9 de enero de 2015

La ley del deseo de Juan

                            CRÍTICA TEATRAL: LAS HERIDAS DEL VIENTO

He descubierto una auténtica joya. Porque eso es Las heridas del viento, una joya que brilla se mire por donde se mire. El dramaturgo y director cordobés Juan Carlos Rubio construye una obra que se asienta en la sólida base de los sentimientos. El hallazgo de unas cartas por parte de un joven dan lugar a un encuentro en el que se reflexionará sobre el amor, el deseo y, lo más esencial, las relaciones humanas. Con pocos elementos escenográficos Juan Carlos Rubio se centra en la potencia del texto y en la interpretación de dos magníficos actores: Kiti Mánver y Daniel Muriel, que son oro molido.

La composición de Mánver del personaje de Juan es, sencillamente, maravillosa. La actriz da vida a un hombre consumido por la amargura que le ha proporcionado la vida y el recuerdo de un amor no correspondido. La actriz malagueña ofrece una interpretación llena de matices donde destacan su desnudo emocional al evocar el recuerdo de ese amor que le marcó toda su vida, con esa conformidad que se explicita en la obra, de ahí el título almodovariano de la crítica, y esa ironía con la que trata asuntos de la vida en general en su encuentro con el personaje de Daniel Muriel. Es la primera vez que veía a Kiti Mánver en teatro y la experiencia no ha podido ser mejor y constato al cien por cien los premios recibidos por esta interpretación que me ha marcado profundamente, ya que las ideas sobre el amor y las relaciones de su personaje reafirman la universalidad de los sentimientos, de una pureza total aunque nos hagan daño.
Daniel Muriel y Kiti Mánver, los dos magníficos protagonistas de la obra. Sergio Parra
Por su parte, Mánver tiene a un perfecto compañero de escena en Daniel Muriel. Todavía con el recuerdo fresco en la memoria de su interpretación del monólogo Agonía y éxtasis de Steve Jobs, Muriel compone su personaje con idéntica pulcritud que Mánver. La disección que hace sobre la relación con su fallecido progenitor se ven complementadas con su encuentro con Juan, que le harán plantearse cosas que hasta ese momento no se había parado a pensar con detenimiento hasta entonces y abre su corazón de manera absoluta. Lo que descubre del pasado de su padre le hace ver la vida con otros ojos y el espectador entiende perfectamente las posiciones de ambos personajes por la claridad con la que están compuestos.

Las heridas del viento supone una zambullida en el océano de los sentimientos que llega al corazón por mencionar situaciones que la gente ha vivido en algún momento de su vida y plantear una historia de amor desgarradora donde el personaje de Juan ejemplifica lo que hemos sido alguna o varias veces: no correspondidos por alguien por quien hemos sentido amor con mayúsculas.

Con baladas italianas como perfecta banda sonora para evocar emociones y estados de ánimo Las heridas del viento es lo que los americanos denominan "must see", una obra de obligada visión por la pureza de todos sus elementos y su desnuda sinceridad a la hora de hablar del amor. Juan Carlos Rubio ha dado en la diana del alma humana y es de agradecer que te sientes en el patio de butacas y salgas con la sensación de que has visto algo que se grabará a fuego en tu corazón y en tu cerebro, como ocurre con Las heridas del viento.     

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