sábado, 21 de febrero de 2015

Lo que Arthur Miller inició, Alistair Beaton lo consagró

                                   CRÍTICA TEATRAL: FEELGOOD

Hay obras que, como he dicho en muchas ocasiones, se me han grabado en la memoria a fuego y, una de ellas es, sin lugar a dudas, Todos eran mis hijos de Arthur Miller dirigida por Claudio Tolcachir que la vi en abril del 2011 en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. En aquel montaje se encontraban Carlos Hipólito, Gloria Muñoz, Fran Perea, Manuela Velasco, Ainhoa Santamaría y Alberto Castrillo-Ferrer.

Casi cuatro años después ha sido un auténtico placer verlos de nuevo en el mismo escenario, donde estarán hasta mañana, en el caso de Hipólito y Muñoz no físicamente, con una obra que da para un buen debate. Feelgood, de Alistair Beaton es una obra totalmente visionaria, teniendo en cuenta lo que plantea y que fuese estrenada en el 2001, de ahí que exponga claramente mi idea de que, no me extrañaría, por poner un ejemplo, que George Clooney se inspirase en ella para su filme Los idus de marzo. Los entresijos tras un discurso del Presidente del Gobierno son mostrados con humor, quizás para suavizar la crudeza que tiene la historia de trasfondo y que es mostrada a pecho descubierto por algunos personajes de la obra en diversas ocasiones.

El director Alberto Castrillo-Ferrer, que, a su vez, interviene como actor, le imprime a la obra un gran ritmo que propicia que la acción no decaiga, y pasen y se digan muchas cosas que dan qué pensar. Si hay algo que muestra esta obra muy certeramente es la fuerza de la información para el que la posea y la falta de moralidad de algunas personas que quieren conseguir su objetivo por encima de todo y de todos.

Centrándonos en las interpretaciones, Fran Perea, es un actor que, con cada montaje teatral que le veo, reafirmo mi idea de su colosal calidad como actor. Tras descubrirlo teatralmente en la maravillosa Fedra, dirigida por José Carlos Plaza junto a Ana Belén y, lo que ahí me sorprendió gratamente se me confirmó en El burlador de Sevilla con dirección de Emilio Hernández y en la citada obra de Arthur Miller. En Feelgood interpreta a Edu, su personaje, con todos los matices necesarios para mostrar su catadura moral, personal y profesional, ya que para Edu, lo que importa es el discurso del presidente y su falta de escrúpulos se ve a lo largo de la función en su interacción con el resto de los personajes, de los que posee información que no duda en amenazar con usar u ocultar según le convenga. Tras ver a Perea cuatro veces en el escenario, estoy deseando verlo por quinta vez.

Por otro lado Manuela Velasco se vuelve a mostrar con una gran seguridad en el escenario en el papel, finalmente crucial, de una periodista con una información comprometida, y su perfecta interpretación nos hace disfrutar de la introducción del elemento de los medios de comunicación en la política, algo que está muy bien mostrado.

Javi Coll interpreta a un Ministro de Agricultura que ha cometido un descuido, por decirlo suavemente, que ha traído sus consecuencias y el mecanismo para silenciarlo es otra de las bazas de la obra, ya que, aunque es un asunto grave, está tratada con pinceladas de humor que el público agradece y que Coll aporta con su gran saber hacer.

Por su parte, Ainhoa Santamaría interpreta a Marta con la energía y rapidez que su personaje requiere, ya que debe estar pendiente de mil detalles al mismo tiempo, por lo que muestra su eficacia pero también que no es una máquina y que el trabajo le sobrepasa en algunos momentos.

La obra se redondea con las interpretaciones de Alberto Castrillo-Ferrer y Javier Márquez, todos a favor de una misma cosa, el discurso, con el primero proporcionando momentos cómicos impagables y el segundo exponiendo cómo se perfila un discurso y las vueltas que se le da para que quede perfecto de cara a ser pronunciado.

Feelgood es una obra moderna, dinámica y que, sobre todo, sin señalar a nadie en concreto, nos muestra algo que es una realidad: El poder corrompe, los escrúpulos se pierden y la información hay que saber manejarla porque puede traer graves consecuencias. Desde este blog animo a que se sigan montando obras como ésta.      

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