sábado, 21 de febrero de 2015

Pablo Gómez-Pando: "A mi personaje en 'El Buscón' le pasa la vida por encima"

Con sólo 31 años, la carrera del actor sevillano Pablo Gómez-Pando en los escenarios está tomando una velocidad vertiginosa. Formado en la ESAD de Sevilla y residente en Madrid, ha ido conformando paso a paso una trayectoria impecable que le ha llevado a protagonizar grandes títulos. Precisamente, uno de ellos, El Buscón, producción de la Compañía Teatro Clásico de Sevilla dirigida y escrita, sobre la novela de Quevedo, por Alfonso Zurro, es el motivo de esta entrevista concedida a El Rinconcillo de Reche, ya que El Buscón estará en el Teatro Fernán Gómez de Madrid del 4 de marzo al 5 de abril (ver enlace), una gran oportunidad de disfrutar de un montaje único, y lo dice alguien que lo ha visto y disfrutado. Gómez-Pando, que encarna al protagonista, estará acompañado en el escenario por Juan Motilla, a su vez, responsable junto a Noelia Díez, de la Compañía, Mari Paz Sayago, Paqui Montoya, Rebeca Torres, Manuel Monteagudo, Antonio Campos y Manuel Rodríguez.

Goméz-Pando, con una gran simpatía, otro de sus grandes valores habló de El Buscón, otros montajes en los que ha intervenido, como La Estrella de Sevilla de Lope de Vega o Animales Nocturnos de Juan Mayorga, sus inicios en la interpretación, su experiencia en la televisión, su más que prometedor futuro, y sus gustos literarios o cinéfilos, así como sueños que le gustaría cumplir. Una entrevista con un gran actor y mejor persona. Pasen y lean  
Con Pablo Gómez-Pando tras la entrevista. Alejandro Reche Selas
Pregunta: ¿Cómo está viviendo estos días previos a las representaciones de El Buscón en Madrid?

Pablo Gómez-Pando: Lo estoy viviendo con muchísima ilusión porque, además, yo vivo en Madrid desde hace diez años, tengo muchos amigos allí y tengo muchas ganas de que vean la obra. Y luego es que va a ser en el Teatro Fernán Gómez, que lleva mucho tiempo con una programación muy interesante, en el centro de Madrid, cerca del Teatro María Guerrero. Todo esto lo estoy viviendo como un regalo.

P.: Yendo tres años hacia atrás, ¿cómo recuerda cuando le proponen protagonizar esta obra?

P.G-P.: Pues fue otro gran regalo porque yo con la Compañía Teatro Clásico de Sevilla había hecho hasta ese momento sustituciones. Alfonso Zurro, el director de la obra, había sido profesor mío en la ESAD de Sevilla, y habíamos hecho cosas allí. Y claro, que te escoja de protagonista para ese montaje, con un texto escrito por él que es maravilloso, me ofrecía una gran oportunidad y yo tenía muchas ganas porque, cuando leí el texto, acepté sin dudarlo. Alfonso es uno de los mejores dramaturgos que hay en estos momentos en España, con un sello propio, y añade una calidad al espectáculo que ya tiene elementos destacados como es el propio texto de Quevedo o el vestuario y la escenografía de Curt Allen, que hace posible los cambios de ropa entre las  distintas entradas y salidas, porque somos siete actores y mis compañeros hacen, entre todos, más de sesenta personajes. Para todo ello contamos con la inestimable ayuda de Antonio Zannoni, que está detrás, y nos ayuda a los cambios de vestuario en cuestión de segundos. 

P.: En la obra comparte escena con actores que deben suponer una delicia para usted...

P.G-P.: Claro, es que, cuando me enteré los compañeros que iba a tener, que son de los mejores actores de Sevilla, me hizo mucha ilusión y me da la oportunidad de aprender mucho de ellos todos los días, me transmiten mucha sabiduría escénica.

P.: La obra tiene mucho mérito porque la novela de Francisco de Quevedo no es fácil...

P.G-P.: Yo, cuando me leí la novela, pensé que era complicado hacer un texto dramático a partir de ella por lo que lo que ha hecho Alfonso Zurro es una genialidad y la gente que sale de ver la obra se ve reflejada en ella por el doble campo temporal del siglo XVII y la actualidad, por lo que es ponerles una especie de espejo.
El actor con Juan Motilla en una escena del montaje. Luis Castilla
P.: Centrándonos en su trabajo como actor, en esta obra, aparte de aprenderse un texto desarrolla un importante trabajo físico porque no deja de andar y de correr durante todo el tiempo ¿Eso le supuso una preparación física específica?

P.G-P.: Sí, de todas maneras, ya en los ensayos fui cogiendo la forma que el personaje requería. Yo noto mucho cuando llevo tiempo sin hacer la obra porque, si, además, me llevo tiempo si hacer deporte, al retomar la función me ahogo mucho más, y creo que es un acierto para la obra que yo esté de esa manera porque creo que la obra habla de cómo a mi personaje la vida le pasa por encima y no le permite buscarse la vida de otra manera. Entonces, el hecho de que mis compañeros salgan y entren y yo esté "asfixiado" con tantos cambios, creo que, a otro nivel, el espectáculo cuenta que a mí también me está pasando por encima.

P.: A su personaje le pasa de todo y explica muy bien cómo en la vida se escoge un camino determinado porque no ha quedado más remedio... 

P.G-P.: Yo creo mucho en eso y pienso que él ha intentado ser honrado y hacer las cosas bien pero las circunstancias no le permiten otra cosa que buscarse la vida , engañando, corrompiendo etc...


                  
 P.: La respuesta del público ha sido impresionante...

P.G-P.: La gente se divierte muchísimo, recuerdo cuando la representamos en el Festival de Cáceres, la gente reía a carcajadas desde el minuto uno.

P.: Para seguir con la actualidad, usted sigue también representando La Estrella de Sevilla de Lope de Vega...

P.G-P.: Sí, hace poco la representamos en Villanueva de Córdoba y nos sorprende lo atento que está el público a la trama y a todo lo que sucede. Otro acierto, de nuevo de Alfonso Zurro, es dejar la obra en la línea argumental básica porque es una historia con varias subtramas secundarias y aquí nos centramos en la tragedia, que es lo principal.

P.: Su personaje en esa obra, Sancho Ortiz, tiene una gran carga emocional, con un mundo interior que se tambalea por sus acciones ¿Qué supuso para usted afrontar todo eso?

P.G-P.: Era un proceso complicado porque, al leer la obra, leo la cantidad de cosas que le suceden a mi personaje y te planteas cómo llevarlo a escena. Yo suelo intentar dejarme llevar por lo que me suceda en el momento y por lo que me transmite mi compañero en escena, no preveo mucho lo que se supone que el personaje tiene que sentir. Yo trabajo estando abierto a lo que sucede en la obra en cada función que hacemos, que es lo más difícil del trabajo, pero también es lo más bonito. 
Gómez-Pando en una potente escena de La Estrella de Sevilla. Luis Castilla
P.: Además habla en verso...

P.G-P.: Efectivamente, era un factor que me daba mucho respeto, porque, hasta entonces no había hecho mucho teatro en verso y hay varias teorías de cómo afrontarlo aunque tampoco tengo una metodología concreta. Me centro en respetar las reglas básicas de la métrica e intentar darle naturalidad en un punto intermedio para que tampoco parezca que se está diciendo en prosa.

P.: Echando la vista atrás ¿cómo empezó en la interpretación?

P.G-P.: Yo recuerdo que, en el colegio, se hacía teatro, en quinto de primaria. Desde ese momento me quise dedicar, pero durante muchos años no hice nada, sólo durante dos años en los que me dio clase Carlos Torrescusa, que fue alumno del Instituto del Teatro, y me encantaban sus clases, transmitiéndome, desde el juego, un gran amor por la interpretación. Hasta COU no hice nada de teatro, cuando me metí en el grupo de teatro del colegio e hicimos Fausto y yo interpreté a Mefistófeles. Resulta que yo estudié en el Colegio San Francisco de Paula, y cada año se hacían jornadas dedicadas a conocer en profundidad un país, donde se trataba la cultura, la gastronomía etc... y cuando yo estudié COU tocó Alemania. Al año siguiente yo ya no estaba en el Colegio pero seguí vinculado a aquel grupo de teatro, tocó Francia y se montó El enfermo imaginario e hice de Argan. Al año siguiente tocó Mitos y Leyendas e hicimos Dŕacula e interpreté a Renfield, el loco, y el año siguiente fue dedicado a Grecia. No actué sino que dirigí un montaje sobre el mito de Heracles. Le tengo mucho respeto a los directores porque hay que tener mucha sabiduría, ya que es una labor complicada.

P.: Uno de sus primeros montajes fue Entrañas, sobre textos de Federico García Lorca...

P.G-P.: Ese montaje fue posible porque ya en la ESAD de Sevilla, una compañera tenía contactos con un Festival que se hacía en Lille y le ofrecieron ir allí con un espectáculo y montamos Entrañas, que incluía tanto poemas como fragmentos de obras de teatro de García Lorca. Es lo único que pude hacer sobre él pero me encantaría profundizar en sus obras porque me interesa mucho. Pienso que fue un hombre con una gran sensibilidad y que, para lo poco que vivió nos dejó un gran legado cultural. Hubo una época en que me encantaba El Público. He visto La piedra oscura y es un gran montaje en todos los sentidos. Es un texto muy especial de Alberto Conejero.

P.: También hizo Eloísa está debajo de un almendro...

P.G-P.: Eso fue con una compañía de Madrid, Karpas Teatro, donde interpreté a uno de los dos mayordomos y fue divertidísimo. Me dio la oportunidad de hacer una temporada por primera vez llegando a más de cien representaciones.

P.: También ha intervenido en diversas series de televisión como Amar en tiempos revueltos, Yo soy Bea etc ¿Qué herramientas le han aportado esas experiencias?

P.G-P: He hecho muchos episódicos y lo que la televisión me ha aportado es tener el chip de hacer las cosas con rapidez y naturalidad, y la relación con la cámara, algo fundamental si pienso en mi futuro profesional. Donde sí tuve un papel fijo fue en La respuesta está en la Historia.

P.: ¿Y qué me puede contar del reciente montaje de Animales nocturnos, de Juan Mayorga?

P.G-P.: Ha sido otro regalo que me ha dado la vida. Lo hice con la Compañía Aedo Teatro, de Jesús Torres. Se montó porque una compañera suya iba a Estrasburgo a dar una ponencia sobre Juan Mayorga y no quiso que se quedase en eso. Mayorga vino a un ensayo y nos dio opiniones y consejos, porque se implica mucho. Fue una experiencia estar en Estrasburgo, escuchar a gente hablando sobre él y nos metimos en su mundo de lleno. Es otro gran dramaturgo. Trabajé con un director muy joven y con mucho talento, Carlos Tuñón y me aportó mucho a la hora de interpretar al Hombre Alto, un personaje que protagoniza una historia dolorosa pero a la vez muy humana. Mayorga destacó del montaje que no nos quedamos en los clichés, porque mi personaje es chantajeado por el Hombre Bajo con una amistad, y es un personaje que busca el afecto y el cariño y que mi personaje acceda al chantaje es una decisión donde, aparte de no tener papeles, también pesa la necesidad de afecto.
Cartel del montaje que protagonizó Gómez-Pando
P.: ¿Tiene algún proyecto futuro que puede adelantar?

P.G-P.: Pues en la nueva producción de Teatro Clásico de Sevilla, Hamlet, de William Shakespeare, interpretaré precisamente a Hamlet. Tengo mucha ilusión. Ahora llevo un tiempo leyendo sobre la obra y el autor. Tengo muchas ganas. Nunca había hecho una obra de Shakespeare y agradezco mucho que Alfonso Zurro y Juan Motilla confiasen en mí, así como Noelia Díez, que nos pone las cosas muy fáciles y hace un gran trabajo para que la Compañía esté donde está. La estrenaremos en el Festival de Almagro, que, además, coproduce el espectáculo. Ya estuve allí con El Buscón en el Corral de Comedias.

P.: Quiero terminarla entrevista con un mini test cultural: ¿Qué obra de teatro le gustaría hacer a lo largo de su carrera? 

P.G-P.: Aparte de Hamlet, me encantaría hacer El sueño de una noche de verano y, concretamente, el personaje de Puck. Tengo un recuerdo fantástico de un año en el que estuve en Inglaterra para estudiar inglés y en una universidad representaron esa obra en un árbol gigante, y desde entonces, tengo ganas de hacerlo. Otro personaje que me gustaría es el Fuso Negro de Comedias Bárbaras de Valle-Inclán.  

P.: Película que le haya marcado o haya visto muchas veces...

P.G-P.: Yo he visto muchas veces, porque me entretiene muchísimo, la primera trilogía de La guerra de las galaxias, la de los 70.

P.: Libro que le haya marcado...

P.G-P.: Hace poco leí La muerte del padre de Karl Ove Knausgard, un autor noruego, con una profundidad y humanidad muy poco usual. Es el primer libro de seis libros sobre su vida. También menciono El señor de los anillos, que, con quince años, me marcó para que yo continuase leyendo.

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