sábado, 14 de marzo de 2015

Álvaro de Luna y Tina Sainz: Dos actores veteranos con mucha sabiduría

Es viernes por la tarde y tengo una cita muy especial para mí, en la terraza del Casino, al lado del Teatro Lope de Vega, voy a entrevistar a Álvaro de Luna y a Tina Sainz, que se encuentran representando hasta el domingo El hijo de la novia la adaptación teatral de la célebre película de Juan José Campanella junto a Juanjo Artero, Sara Cozar y Mikel Laskurain dirigidos por Garbi Losada. 

Álvaro de Luna y Tina Sainz son dos actores se puede decir de toda la vida. Generaciones de españoles han crecido viéndoles trabajar en teatro, cine y televisión y tienen una sabiduría de la profesión y de la vida para escucharlos horas y horas.

Con Tina Sainz y Álvaro de Luna tras la entrevista. Alejandro Reche Selas
Primero me encuentro con Álvaro de Luna, que me atiende amablemente mientras llega Tina Sainz. La conversación yo no la olvidaré nunca y espero que ustedes disfruten. Pasen y lean.  

Pregunta: ¿Cómo le llega la propuesta de El hijo de la novia?

Álvaro de Luna: Pues hubo unas ocasiones previas de trabajar con Pentación pero no pudo ser. A la tercera oportunidad me mandaron el libreto de El hijo de la novia y me quedé algo perplejo porque yo recordé que, aparte de tratarse de una película muy importante de mucho éxito, nominada al Oscar, estuvo en los Goyas, enseguida pensé que, por edad, mi personaje era el que había hecho magníficamente Héctor Alterio, gran amigo mío y uno de los grandes actores que vinieron de Argentina, ahora está espléndido haciendo con Lola Herrera En el estanque dorado. Ese hecho a mí me frenó un poco pero me planteé hacer un personaje que gustase, que funcionase, que tenga una gran generosidad y un gran amor por su mujer. 

Cuando acepto yo no sabía aún quiénes interpretaban los demás personajes y cuando nos reunimos sentí que no tenía que haber una ruptura generacional que se trasladase al trabajo, y en los ensayos empezaron a nacer las emociones, las afinidades de los personajes y veía que aquello crecía y cobraba forma. Hacía además como cinco años de mi última obra de teatro, Algo más inesperado que la muerte de Elvira Lindo y no sabía si me iba a encontrar bien para hacer temporada en Madrid y luego girar por España, pero me encontré bien y lo hice. Estoy encantado porque he encontrado en Garbi Losada a una directora que me interesa, que tiene sensibilidad, que sabe medir los tiempos, algo fundamental en el teatro.

P.: Hay un componente en la obra que a mí me llamó mucho la atención: Las miradas, la suya hacia el personaje de su mujer, la madre y el hijo ¿Incidió Garbi Losada en ese aspecto?

Á.d.L.: Las miradas en esta función son importantes ya que es una obra que tiene rupturas, con comicidad en momentos dramáticos. No recuerdo que en los ensayos se hablara específicamente de que la mirada fuese más importante que las palabras o el tono de voz pero sí recuerdo que Garbi quería que estuviesen claras las relaciones entre los personajes, y que tuviesen humanidad y credibilidad. Cada uno de los actores nos hemos adaptado muy bien unos con otros y hemos conformado como un suelo sin fisuras.
Ambos actores en un momento de El hijo de la noviaDavid Ruano
(Mientras me está respondiendo a esta pregunta Tina se incorpora a la entrevista con una sonrisa en los labios)

Tina Sáinz: En el caso de mi personaje, Garbi sí incidió en ese tema porque una de las primeras cosas que se notan en la desorientación mental es que la mirada está perdida. El momento en que mi personaje se mira con el de Álvaro transmite gracias al trabajo de él, porque ella percibe una sensación. Le mira con cariño porque es la persona que tiene más cerca, que la saca de la residencia. No sabemos si a este hombre lo reconoce como su marido pero sí le proporciona una cercanía, algo a lo que agarrarse, hay un par de momentos en los que parece que ella lo mira reconociéndolo pero no se sabe con exactitud.

P.: En la adaptación se ha trasladado la acción a España ¿ha habido cambios de matices humorísticos por tratarse de cosas muy argentinas?

T.S.: No, yo creo que el sentido del humor argentino aquí es muy reconocible porque hemos tenido y tenemos actores argentinos y mucha cultura teatral de Argentina. Algunas cosas que aquí se dicen de forma coloquial vienen directamente de allí.

Á.d.L.: Cuando me llegó el libreto y lo leí vi que estaba muy trabajado, no había que cambiar nada, ni en el lenguaje. Es un libreto difícil de hacer porque tiene que suplir los distintos lugares a los que los personajes van o vienen. Aquí todo eso se logra con una mirada, una llamada de teléfono, un cambio de luces, con un decorado muy acertado con muchos cuadros que cuentan un poco la historia de la familia protagonista. Todo eso está muy trabajado desde la convención del teatro, porque se ha trabajado mucho la palabra.

P.: Ahora llega el momento de recordar, porque ustedes pertenecen a una generación maravillosa de actores que han hecho disfrutar a varias generaciones con sus trabajos en cine y en televisión, por ejemplo, usted (a Tina Sainz) hizo un programa que mi madre me dijo hace años que lo recuerda muchísimo: Los bulbos...

T.S: Hay mucha gente que sigue recordando Los bulbos como algo que marcó mucho.

P.: Pues yo he visto parte de esos trabajos y algunos los tengo y los he traído así que les doy a cada uno el suyo (a Tina Sainz le doy el DVD del Estudio 1 de Las brujas de Salem de Arthur Miller dirigido por Pedro Amalio López en 1965 en el que ella actúa junto a Irene Gutiérrez Caba, Gemma Cuervo y Francisco Piquer; y a Álvaro de Luna le doy el DVD de la serie La Barraca que protagonizó en 1979 junto a Marisa de Leza, Victoria Abril y Lola Herrera) y que cada uno me diga lo que recuerde...

T.S.: Esta obra la hice dos veces, interpretando el mismo personaje. Ocho años después de esta versión, que fue premiada en un festival de televisión en Praga, Pedro Amalio López volvió a dirigirla. El personaje que hacía Irene Gutiérrez Caba lo hizo Berta Riaza, el de Gemma Cuervo lo hizo Concha Velasco, el de Francisco Piquer lo interpretó Fernando Delgado o el de Concha Goyanes lo hizo en la seguda versión Enriqueta Carballeira y yo volví a interpretar a Mary Warren porque a Pedro Amalio López le gustó cómo lo hice la primera vez y pensó que no podía hacerse de otra manera. 
La actriz con Irene Gutiérrez Caba en la primera versión de Las brujas de Salem
Á.d.L.: Esta serie supone el primer espacio dramático de Victoria Abril. Recuerdo que rodábamos de prisa y yo me tuve que ir del hotel, había nacido hacía poco mi hija mayor y me fui a un apartamento con mi mujer y mi hija para estudiar, y recuerdo que un día mi mujer me preguntó que quién interpretaba a mi hija y le dije que era una chica que había trabajado en Un, dos, tres. Me preguntó qué me parecía y le respondí: "No he visto a nadie que en veinticuatro horas se dé cuenta de todo, coja la luz siempre en el lado bueno". Es que Victoria Abril es una de nuestras grandes actrices.

Además, yo empecé tarde en este mundo maravilloso de la interpretación y, tras el éxito tan grande que fue Curro Jiménez, me di cuenta de que había que quemar etapas. La televisión, haciendo incluso pequeños papeles, me ayudó mucho y aprendí de los grandes actores: Antonio Ferrandis, José Bódalo, Antonio Vico, Fernando Fernán Gómez, José María Rodero...Eran actores que, cada vez que los veías, te gustaba ver su seguridad en el escenario. Yo comprendí que era necesario que la gente te conociese porque este trabajo se hace para que los demás rían, lloren, disfruten y se entretengan. Tras la suerte de Curro Jiménez, me vino el abismo de qué pasaría después y Gregorio Manzanos me llamó para hacer La Barraca, donde se cambió la imagen ruda del hombre rural por un personaje generoso, familiar...pero sobre todo es que era sobre un texto de Blasco Ibáñez, que era un grande. Yo, como muchos de mi generación, era muy aficionado a los westerns y a los thrillers americanos y vi que muchos de ellos estaban basados en escritos de Blasco Ibáñez.
El actor con "su familia" en La Barraca
T.S.: Claro, porque Blasco Ibáñez estuvo en Hollywood. 

Á.d.L.: Las historias de las rivalidades de los ovejeros en el Oeste eran iguales a las de las huertas en Valencia pero trasladadas al contexto americano. Recuerdo que Antonio Ferrandis, que tenía mucha gracia me dijo un día: "Hacer una serie de mucha popularidad quema mucho, pero quema más no hacer nada".

P.: Yo he visto otros trabajos en televisión de aquellos estupendos espacios dramáticos por ejemplo, a usted ( por Álvaro de Luna) le vi en Otelo, que lo interpretaba Alfredo Alcón, y a usted (por Tina Sainz) le vi en Las tres hermanas o El jardín de los cerezos, pero también se da la circunstancia de que usted trabajó en El milagro de Ana Sullivan con una amiga mía, Nuria Gallardo....

T.S.: Claro, por supuesto. Para esa obra estaban haciendo pruebas para encontrar a la niña que interpretara a Helen Keller. Y yo estaba en casa viendo en televisión la serie Cañas y Barro y de repente aparece una niña en primer plano, me fijé en los ojos que tenía, me di cuenta que era la niña que estaban buscando y cogí el teléfono y llamé a Pedro Amalio López y le dije: "No busques más, acabo de ver a una niña en Cañas y Barro, localízala mañana por favor". Estuvimos yendo un mes a una escuela donde Helen Keller estuvo cuando vino a Madrid. Estaba por el Paseo de La Habana y era para niños sordomudos ciegos y aprendimos el alfabeto. Fue impresionante cómo trabajó esa niña, porque había momentos difíciles. Recuerdo una escena en un comedor donde yo echo a la familia y me quedo sola con la niña y ella lo destrozarlo todo. Se hizo en una toma porque no podíamos poner un comedor entero cada media hora y lo ensayamos mucho y ella, durante los ensayos decía a los cámaras: "Un momento. Cuando yo me suba aquí ¿me coges tú o tú?". 

Á.d.L: Victoria Abril era también así

T.S.: Finalmente lo dirigió Alfredo Castellón y los dos nos mirábamos y decíamos que era fantástico lo que ella hacía. Y desde esa fantástica experiencia yo le tengo un gran cariño a Nuria Gallardo porque es, además, una actriz maravillosa.

P.: (A Tina Sainz): Otro Estudio 1 maravilloso que usted hizo fue El Pelícano de August Strindberg con Irene y Emilio Gutiérrez Caba y Manuel Galiana...

T.S.: Precisamente lo volví a ver hace relativamente poco tiempo porque hay un director de teatro joven que es maravilloso, como Miguel del Arco, que es Luis Luque. Luis es fantástico. Él me llamó porque habían hecho en La casa de la portera una versión de El Pelícano que se tituló Ahora empiezan las vacaciones y los actores lo habían visto y querían que yo viese el montaje y opinase y estuviese con ellos.

P.: Quería terminar con una opinión sobre los actores jóvenes en la actualidad, cómo afrontan el trabajo porque ambos han trabajado con muchos y por ejemplo usted (por Tina Sáinz) ha trabajado en teatro con Amaia Salamanca en La Marquesa de O... y con Miguel Ángel Muñoz y Marina San José en El cartero de Neruda.

T.S.: Creo que ocurre lo mismo que cuando nosotros empezábamos, hay de todo. Gente que sólo quiere darse a conocer y nada más. Se distraen con cosas como las fotos, los cristalitos, las entrevistas, las alfombras rojas etc... y hay otros que vienen de escuelas estupendas que leen, son concienzudos en el trabajo y se preocupan por ser buenos actores. Eso también ocurría cuando yo empecé. Estaba la que quería ser famosa y se hacía fotos en las revistas del momento. Pero luego había otras actrices jóvenes que, aunque empezaban, ya eran una referencia para mí: Berta Riaza, Alicia Hermida, Julieta Serrano y Margarita Lozano. Ellas estudiaban, leían muchísimo, se preocupaban por conocer cuantas más cosas mejor y luego había otros actores que iban del café al teatro y del teatro al café, y no leían ni se interesaban por nada, sólo querían ser famosos. Siempre ha existido.

Á.d.L.: Lo que yo veo ahora es que hay gente con mayor preparación. Cuando yo empezaba, la gente que era buena en el teatro era porque llevaban muchos años en él pero no había escuelas. Estaba Carmen Seco. El grupo que capitaneaba de alguna manera Berta Riaza. Luego hay otra generación con actrices como Ana Belén que empieza muy joven pero Miguel Narros la arropa y le enseña. Lo importante es todo lo que adquieras a nivel de conocimiento a medida que te vas formando. Ahora pasa lo contrario, actores que salen de las escuelas están como perdidos porque están más pendientes de estar en una sociedad gratificada económicamente. Antes eso no existía. La gente estaba o porque vivía de esto o porque era lo único que les gustaba. Se sabía que, o se colocaban en una compañía en septiembre o estaban todo el invierno entero sin hacer nada. Ahora hay un juego de salir en las revistas porque hay más y hay un posible dinero, que es engañoso, porque hay jóvenes que tienen la suerte de hacer un protagonista y piensan que eso no es suficiente, y a lo mejor no vuelven a hacer otro protagonista. 

Con respecto a las escuelas, soy un total partidario del conocimiento, cuanto más se sabe, más se puede. Pero, en mi opinión, hay algo que iguala excesivamente. La interpretación debe ser parte artística con respecto a la parte artística que la persona tenga como expresión. Cada uno tiene su propio tono, su velocidad de expresión en lo cómico o en lo dramático, una mirada propia, y eso es lo que hay que potenciar en cada uno, no igualar voces ni movimientos. El actor debe sacar su propia personalidad. Aquí había actores de reparto maravillosos que nunca fueron grandes figuras pero, en cada una de sus intervenciones, eran geniales, aunque hiciesen un papel corto.

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