viernes, 27 de marzo de 2015

Cambio de época, cambio de perspectiva

                          CRÍTICA TEATRAL: HISTORIA DE UN CUADRO

Alfonso Zurro es sinónimo de sabiduría teatral. No sólo es capaz de dirigir y hacer excelentes dramaturgias de textos clásicos como en el caso de El Buscón o La Estrella de Sevilla, por hablar de ejemplos recientes, sino que es un excelente autor teatral. La fascinación que me produjo Las Bragas se ha vuelto a repetir en Historia de un cuadro, una excelente reflexión sobre el arte y el ser humano.

La obra, en cartel en el Teatro Lope de Sevilla hasta mañana, 28 de marzo, plantea, entre otras muchas cosas, las diferentes maneras de ver una misma cosa dependiendo del momento histórico que se esté viviendo. Con gran habilidad, Zurro teje una trama con la capacidad para los guiños y las sorpresas y mostrarnos, con pinceladas, nunca mejor dicho, varias épocas históricas, determinantes para entender la apreciación de una obra de arte.

Para llevar a buen puerto la obra, los actores elegidos para representarla son una de las claves de la gran calidad de la obra. José Manuel Seda, en el tercer montaje que le veo esta temporada tras los excelentes trabajos en Así es si así fue y El Encuentro, dos piezas teatrales curiosamente, como la que nos ocupa, de corte histórico, ya sean más lejanas o cercanas a nuestro tiempo, está portentoso en los tres personajes que interpreta, como sus compañeros, siendo en la parte en que interpreta a El Greco donde el actor muestra con más intensidad su amplio abanico de cualidades interpretativas, que no son precisamente pocas, como demuestra en la escena del primer encuentro del pintor en escena con el personaje de Manolo Caro: es para enmarcarla por la tensión que se respira y que la excelente música de Jasio Velasco contribuye a potenciar, además de la ingeniosa narración cronológica hacia atrás.

Por su parte, Manolo Caro también se luce en la citada escena y proporciona una sorpresa artístico-cultural para finalizar la obra que es como la guinda del pastel así como la escena con Roberto Quintana ambientada en el siglo XVIII.

Y Roberto Quintana, al que recuerdo gratamente en Tomar Partido,  es un señor de la escena, porque es el que tiene los personajes más contrapuestos, de nazi a judío y, finalmente a cardenal del Vaticano, su manera de hablar y de moverse es un auténtico deleite y la escena con Seda en el último salto temporal es sublime, mostrando claramente la razón de que el pintor se marche de Italia, su cambio en la manera de concebir la pintura y los motivos que prefiere reflejar en ellos, y la actitud protectora, por decirlo de manera suave, del cardenal, que Quintana borda. Una master class en toda regla.
José Manuel Seda y Roberto Quintana en la función
Las interpretaciones de los nueve personajes por parte de los tres citados actores están aderezadas por el excelente vestuario de Curt Allen Wilmer, de una exquisitez por el detalle que transforma a los actores totalmente. Lo mismo puede decirse de su escenografía a base de fragmentos de cuadros, algunos muy reconocibles y de la portentosa iluminación de Florencio Ortiz.

Todo ello para contemplar la visión de un cuadro al que imaginamos gracias a las descripciones que los actores hace de él en escena, que pasa a ser considerado desde una pintura con motivo bíblico, a, citando un título del maestro Luis Buñuel "oscuro objeto de deseo", a un cuadro que ha de eliminarse. Así se demuestra que el arte no cambia, porque un cuadro, por ceñirnos a esta obra, es el mismo desde que se pintó. Son los ojos de los hombres los que lo ven diferente dependiendo de su manera de ver la vida o, como también se ve en la obra, de la ideología. 

Historia de un cuadro es un claro ejemplo de cómo apreciar algo desde distintas perspectivas, viendo una pintura como algo obsceno, o excitable, o de gran valor o de ninguno. La Historia es la que marca el rumbo y la manera de apreciar las cosas y Alfonso Zurro pone las cartas sobre la mesa a las claras.   

1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo. Una magnífica obra con un reparto magistral. IMPRESCINDIBLE.

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