sábado, 3 de octubre de 2015

"Cyrano": Sentimientos entre capas y espadas

Ver sobre las tablas una obra de carácter universal en el arte de Talía siempre es una gozada, como ocurre con Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand, un clásico desde su estreno en 1897. Junglaría Teatro, con una ágil dirección de Juan Ruesga y una dramaturgia de Antonio Raposo que va al corazón del argumento, ha realizado una dinámica versión del texto francés donde los sentimientos y los recuerdos juegan un papel determinante, aunque unas pinceladas de humor no falten. Junglaría ha sabido sacarle un gran partido al Palacio de los Marqueses de la Algaba de Sevilla, donde se representa la obra hasta este domingo, 4 de octubre.

Todo el equipo se entrega para hacer una función que no se hace pesada en ningún momento sino todo lo contrario, con un logrado vestuario de Margarita Ruesga y una envolvente música de Mileidys Pérez Capdesuña que ayudan de forma determinante a la creación de una atmósfera donde la comedia y el drama se dan la mano continuamente aunque predomine lo segundo.

Cyrano está interpretado por un seguro y contundente Néstor Barea, quien otorga al personaje una gran humanidad que hace empatrizar al publico, porque su conflicto sentimental con Roxana, donde asume que tiene las de perder por una cuestión física, quien más y quien menos, lo ha sufrido alguna vez y la ayuda al personaje de Christian es una gran prueba de amistad y lealtad. Barea está ejemplar tanto en la parte metateatral como en la parte final, donde, el conocimiento por parte de Roxana de toda la trama de cartas y palabras amorosas, hacen que Cyrano muestre, aunque sea brevemente, sus ocultos sentimientos y Barea utiliza todos sus recursos interpretativos para lograr transmitir todo lo mencionado sobre el personaje.
 
Néstor Barea interpretando a Cyrano. Margarita Ruesga
Beatriz Arjona hace una completa Roxana, ya que evoluciona de inocente objeto de deseo a mostrar arrojo y valentía en el segundo acto de la función y su amor a Christian evoluciona de la atracción física al enamoramiento de la persona, una confesión que hace a Christian (interpretado con seguridad por Antonio Raposo) tener claro, a su entender, quién es el verdadero amor de Roxana. Su lucha interna es un gran momento porque vemos a un Christian  percatándose de que, aparte de su atractivo físico, el enamoramiento de Roxana no se ha producido en gran medida por ese factor.

El resto del elenco completan con sus actuaciones una función donde hay metateatro, pasajes cómicos y momentos melodramáticos pero que están medidos con mimo para disfrute del espectador, divirtiéndose con la composición que Nacho Gómez hace del Conde de Guiche o con la lograda interpretación del capuchino por parte de Teresa Cruz quien se desdobla en varios personajes, al igual que Rubén Carballés, el cual interpreta, tanto al Vizconde de Valvert como a Carbón de Castel-Jaloux, con idéntica eficacia y verosimilitud . Y Chema Álvarez y Miguel López hacen una espléndida introducción de la obra haciendo uso del recuerdo de la figura de Cyrano, un instante lleno de verdadera nostalgia por un personaje entrañable que, gracias al trabajo de Junglaria Teatro, queda grabado en nuestros corazones.

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