viernes, 7 de octubre de 2016

"La Pícara Justina": La lucha por salir adelante

España es un país de pícaros y hay una tradición importante de este género en nuestra literatura. Francisco López de Úbeda se desmarcó de la tendencia que marcaron El Lazarillo de Tormes o El Buscón creando una historia en la que una mujer era la protagonista: La pícara Justina. Esta obra ha sido llevada a los escenarios gracias a la Compañía Tormento y GNP Producciones y puede verse en el Teatro La Fundición hasta el domingo 9 de octubre.

El encargado de adaptar los cuatro tomos de que consta la obra original es Luis Felipe Blasco Vilches, demostrando una vez más su calidad como dramaturgo que he podido comprobar de primera mano con obras como El Encuentro, La otra mano de Cervantes, Donde todo tiene arreglo o El Jurado. Estos ejemplos verifican que es un todoterreno pues, con idéntica calidad elabora dramaturgias a partir de clásicos, obras contemporáneas o textos originales. En el caso de La pícara Justina crea un hilo narrativo coherente y nada lioso para seguir las peripecias de Justina en, y este es otra de las novedades y aciertos del montaje, la actualidad. De esa manera se demuestra la vigencia del texto de Úbeda, escrito en 1605. La dirección de Verónica Rodríguez, de la que disfruté gracias a La primavera de Lola y Silencio por favor, suma para lograr una obra dinámica donde el ritmo no baja y los acontecimientos no dejan de sucederse. Además dispone todo lo necesario para la definición de los personajes y la resolución de secuencias complicadas como la que para mí es el centro del montaje y que tiene una conexión con un suceso reciente.

Con respecto a las interpretaciones Alicia Moruno muestra una faceta para mí desconocida hasta ahora pero muy grata porque demuestra que es una gran actriz y que tiene una gran cantidad de registros: Julieta, Natilde, Julia o la hija en El fantasma de Canterville son algunos de sus papeles que le he visto y esta Justina nos muestra a una Moruno, sensual, desmelenada, enérgica y astuta, por lo que se ve que se mete de lleno en un personaje que lucha por sobrevivir en un mundo donde los hombres tienen la sartén por el mango y su manera de salir de situaciones complicadas o simplemente conseguir comida son dignas de admiración. Además el personaje está muy bien definido para que se entienda la razón de que haga las cosas que hace y que representa a muchas jóvenes que nos cruzamos por la calle.

Moruno tiene en Migue López y en Nacho Gómez a dos compañeros idóneos para dar vida a más de veinte personajes que conforman el mundo de Justina: hombres bondadosos, hombres que se mueven por sus bajos instintos, otras mujeres supervivientes etc... Un abanico social para mostrar los tipos de personas que pueblan este mundo y que ambos actores interpretan con comicidad o dureza dependiendo del caso, mostrando una versatilidad interpretativa que contribuye a la transmisión de verdad en el escenario.

La religión tiene gran importancia en este montaje como lo demuestra un curioso juego de luces de una cruz y el nombre de la protagonista. De igual manera miembros de la Iglesia son mostrados, reales o disfrazados con actitudes reprobables, lo cual, desgraciadamente no es algo nuevo si uno ve los informativos.

La música de  Jasio Velasco la escenografía multiusos de Maca Maŕquez, la iluminación de Valentín Donaire y el vestuario de Pablo de Miguel completan la creación del mundo por el que se mueve Justina, lleno de peligros y donde la sagacidad es una virtud cuando la vida te da algún revés pero hay que seguir adelante, como demuestra la protagonista.

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