domingo, 18 de diciembre de 2016

"Cervantina": Humor y música para homenajear a un genio

Una gratísima sorpresa. Así califico lo que para mí ha sido Cervantina, un torrente de creatividad de la mano de Ron Lalá y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Quien esto escribe se queda con unas inmensas ganas de ver otros montajes, como En un lugar del Quijote. Pero el público del Teatro Lope de Vega de Sevilla ha disfrutado en grande con un espectáculo magnífico en donde la diversión ha sido la nota predominante. La manera en que está mostrado el universo creativo de Miguel de Cervantes es de una brillantez, gracias a la dirección literaria de Álvaro Tato, que asistimos a la recreación de obras del gran escritor del Siglo de Oro de una manera limpia y sin baches dramatúrgicos. Todo está hilado como si fuese un meticuloso trabajo de orfebrería.

Yayo Cáceres dirige el espectáculo centrándose en el saber hacer de los cinco intérpretes. Todos y cada uno de ello dan un ejemplo de sus capacidades interpretativas y musicales, con una dirección de Miguel Magdalena de la que no se puede decir nada negativo. Tato (autor de la maravillosa versión de El alcalde de Zalamea que se representó el año pasado y de la de El perro del hortelano, que está arrasando en el Teatro de la Comedia de Madrid y que vendrá en marzo al Lope de Vega hispalense) toca la caja que es un primor y hace un divertido Cervantes, con una musa a la que da vida Iñigo Echevarría, del que se cuenta su presente y su futuro lejano, con ingeniosas referencias a la actualidad, una de las muchas virtudes del espectáculo.

Uno de los muchos divertidos momentos de Cervantina. Ceferino López
A lo largo de la hora y media que dura la función vemos recreados de una ingeniosa manera El celoso extremeño, dándole un toque interactivo por la similitud del argumento con el entremés El viejo celoso, La Gitanilla, con donde Juan Cañas interactúa con el público sirviéndose de una canción, El hospital de los podridos, con una magnífica ruptura de la cuarta pared, así como Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera, El coloquio de los perros o Viaje al Parnaso con una recreación del lugar con imágenes de grandes autores que trascendieron con la calidad de su obra a las épocas en que vivieron y han adquirido el calificativo de universales.

Daniel Rovalher y Miguel Magdalena hacen un gran trabajo en sus interpretaciones de Rinconete y Cortadillo un retrato de los famosos pícaros. Aunque me haya detenido en casos particulares, las interpretaciones de los cinco de varios personajes en los distintos pasajes del espectáculo es excepcional ya que tienen gran habilidad para meterse y salirse de ellos de una forma amena y divertida.

El vestuario de Tatiana de Sarabria, la escenografía de Carolina González y la iluminación Miguel Ángel Camacho están perfectamente ensamblados, donde todo casa a la perfección, propiciando una tarde de teatro llenas de risas, música y cultura. Creo que Cervantina es una manera de deleitarse con una figura clave de la cultura universal pero que tenemos la suerte de que nació en el mismo lugar que nosotros, y espectáculos como éste ayudan de una manera muy eficaz a ponerlo en alza aún más e incluso de que entre la curiosidad, y hablo a título personal de leer algunas de las obras mencionadas.
ados en

La Cervantina no la cura ninguna vacuna ni la aspirina, como se canta en el espectáculo, pero es una enfermedad inofensiva que enriquece el alma, por lo que remato esta crítica diciendo: Gracias, a Ron Lalá y a la Compañía Nacional de Teatro Clásico.       

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