viernes, 30 de diciembre de 2016

"Rinconete y Cortadillo": Ejemplar tragicomedia sobre la ficción

En la literatura existen ejemplos de un ejercicio de estilo que supone un curioso salto de las reglas de la creación de historias y personajes. Me estoy refiriendo a ese mágico momento en el que los personajes de una novela o de una obra de teatro se rebelan ante su creador. Esto fue lo que hizo, por ejemplo, Miguel de Unamuno en el tramo final de Niebla, aunque aquí el autor ganaba la partida de una manera muy contundente.

Alberto Conejero, uno de los grandes dramaturgos de la actualidad (con La piedra oscura para siempre grabada en mi mente) da un paso más allá en Rinconete y Cortadillo, ya que no sólo se dedica a poner en escena la historia de los pícaros que inmortalizó Miguel de Cervantes en una de sus más célebres novelas ejemplares (se ciñe más a rememorar pasajes) sino que coloca a los personajes en una especie de limbo en el que viajan por el espacio y el tiempo sin cambiar escenario y, con un toque de Samuel Beckett, esperan algo que nunca llega.
Santiago Molero y Rulo Pardo en un momento de la representación. César Urrutia
La compañía Sexpeare celebra sus veinte años de existencia con este montaje (que puede verse hasta hoy en el Teatro La Fundición dentro de la programación de la actual edición del feSt) que tiene muchas capas, referencias y homenajes. Salva Bolta, del que hasta ayer no había visto aún ninguna obra dirigida por él pero sí pude comprobar su buen hacer en la ópera Tosca de Puccini que se representó en el Teatro de la Maestranza con dirección escénica de Paco Azorín y él de asistente, ha realizado una puesta en escena sencilla donde todo el peso recae en las interpretaciones de Santiago Molero y Rulo Pardo. Ambos son un torrente de eficacia vocal, física y emocional para arrancar risas y lágrimas al público. 

El texto de Alberto Conejero trasciende a lo puramente literario para centrarse en qué ocurre con los personajes de ficción y, concretamente, siempre desde una óptica mía personal, recalcar el bucle en el que estos dos pícaros están obligados a repetir una y otra vez pero, eso sí, con un pie en su época y otra en el presente, algo que ya recalca el ingenioso vestuario de Tatiana de Sarabia. De ahí las referencias a la actualidad con dosis de crítica de todos los tamaños. También la obra ahonda en los sentimientos de Rinconete y Cortaldillo, donde hay una amistad muy profunda porque, precisamente, por su condición de personajes de ficción, estarán irremediablemente juntos. Este hecho da lugar a cómicas situaciones y a otras llenas de ternura o desolación, como la escena final que no revelo pero que, apoyada por la música de Mariano Marín, da el remate final a una situación que empieza como una especie de divertimento metaliterario y que finaliza con el público aplaudiendo con entusiasmo y emoción por la enternecedora y dura historia que han presenciado.

Tanto Rulo Pardo como Santiago Molero dan sobradas muestras de su gran capacidad para pasar de la comedia al drama en un parpadeo. Pardo, concretamente, (que formó parte de aquella magnífica actualización del universo de William Shakespeare en Los Mácbez, junto a Carmen Machi y Javier Gutiérrez dirigidos por Andrés Lima) hace unas modulaciones de voz y unos gestos que acentúan la comicidad y a su vez muestra un amor (porque la amistad es amor, como muy bien me dijo un gran actor en una ocasión) hacia su compañero de batallas que hace que la última imagen antes de que se apaguen las luces caiga como un mazazo. Molero por su parte demuestra una absoluta complicidad con su compañero en escena que hace que la verdad de los sentimientos lleguen directamente al patio de butacas.

Rinconete y Cortadillo reflexiona de una manera brillante sobre la ficción y los personajes que lo conforman y expone a las claras ese momento que hemos experimentado en muchas ocasiones cuando ha acabado una película, una obra de teatro o la lectura de un libro y nos hemos preguntado ¿qué pasará con estos personajes?, una pregunta que está únicamente en nuestra imaginación si el autor o el director no crea una secuela.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario