martes, 6 de diciembre de 2016

Teatro Estudio Lebrijano, el grupo amateur que marcó el teatro independiente andaluz

En el año 1966 en Lebrija (Sevilla) un grupo de jóvenes, bajo la dirección de Juan Bernabé, formaron Teatro Estudio Lebrijano de carácter amateur. Con sus montajes impactaron no sólo en su lugar de origen sino en Madrid y en el extranjero. El compromiso y la lucha por una sociedad mejor, junto con una gran humildad, sentaron las bases del teatro independiente en Andalucía que empezó a surgir con fuerza en aquellos años y con la obra Oratorio, de Alfonso Jiménez Romero, dieron la campanada en Francia. En este año que acaba se cumplen cincuenta años de su creación y El Rinconcillo de Reche ha hablado con José García Castro, miembro del grupo desde su fundación, para hablar sobre la historia de este emblema de las artes escénicas y de las actividades realizadas y previstas para conmemorar este aniversario tan señalado. Pasen y lean.  
El grupo representando Oratorio
Pregunta: Teatro Estudio Lebrijano es un referente del teatro independiente en la España de los años sesenta, época en la que también surgieron grupos en Madrid y otras ciudades del país...

José García Castro: Así es, en los últimos años del franquismo, cuando el teatro independiente tenía su razón de ser. Conocíamos a compañeros de los grupos de Madrid, como José Carlos Plaza, que dirigió Proceso por la sombra de un burro de Dürrenmat, cuando el TEI estaba en su máximo apogeo. Juan Margallo, del grupo Tábano, también era muy amigo de Juan Bernabé, así como Ángel Facio de Los Goliardos, donde estaban magníficos actores que vimos en Lebrija en 1968. En Sevilla también aparecieron otros grupos como el TEU que dirigió Joaquín Arbide, procedente de la Universidad. 

P.: ¿Qué circunstancias se dieron para que se fundase el Teatro Estudio Lebrijano?

J.G.C.: Cuando se creó yo tenía dieciséis años y no tenía ningún tipo de criterio ni de opinión formada sobre el análisis político y sociológico del país, estaba empezando a adquirir los conocimientos. Juan Bernabé provenía del seminario y ya en 1965 comienza a hacer teatro leído de autores como Arthur Miller, Fernando Arrabal, en una época de férrea censura. Lo que él quería era enseñar y que la gente pensase, pero, cuando crea el grupo, no tiene ningún matiz político, sino más bien un compromiso personal. Él, con diecinueve años, tenía un gran conocimiento en muchas materias, por lo que le enseñaron en el seminario. Reunió a un grupo de jóvenes, entre ellos yo, que queríamos expresarnos y nos divertíamos mucho. A los tres o cuatro años siguientes, es cuando el grupo toma conciencia de lo que puede significar la comunicación con los ciudadanos a través del teatro. Había tres grupos dentro de la formación: Personas que venían de la Iglesia, la posterior al Concilio Vaticano II de Juan XXIII, un movimiento convulso que hizo a curas y seminaristas darse cuenta de que la Iglesia no iba por el camino adecuado; otras eran personas con compromiso por rebeldía y disconformidad por las injusticias que se cometían, la tercera parte la formaban jóvenes, hombres y mujeres, que les gustaba hacer teatro. 

Todo se hacía bajo el criterio de Juan Bernabé sin el que el Teatro Estudio Lebrijano no habría existido. Era una persona que tenía una capacidad para convencer a los demás de que lo que hacía era bueno para la gente y todos seguíamos sus directrices. Tenía claro que no quería hacer un teatro servil, burgués, sino un teatro que cuente cosas de las vidas de las personas, en este caso las de nuestro pueblo. En ese momento los habitantes de Lebrija provenían buena parte del campo, había pequeños y, en menor medida, grandes propietarios de tierras, los señoritos de los cortijos y luego estaban los jornaleros. Juan Bernabé pensó en llevar la cultura a estas personas que no tenían acceso a ella.

P.: ¿Cómo era la reacción del público que veía las obras que representaba Teatro Estudio Lebrijano?  

J.G.C.: Hay que tener en cuenta que ensayábamos donde podíamos: en una habitación que una persona nos dejaba, una especie de cine etc... El primer Festival de Teatro Español lo hicimos en el salón de una escuela de los frailes, con tres obras: Oración, de Fernando Arrabal, Las palabras en la arena, de Antonio Buero Vallejo y La camisa de Lauro Olmo. Fue la primera vez que pusimos en pie obras teatrales. Ensayábamos y hacíamos las representaciones los fines de semana y en los períodos vacacionales, por las obligaciones de cada uno. Teníamos muy claro que teníamos que llevar el teatro donde estaba la gente del pueblo e íbamos a las calles, a las casas y a los campos. Recuerdo que a finales del año sesenta y ocho y a comienzos del sesenta y nueve íbamos  montados en dos remolques a un lugar rodeado de chozas para representar Auto de la compadecida y la gente sacaba sus sillas para ver a unos jóvenes que les contaban una historias.

P.: Juan Bernabé era una persona muy comprometida con lo que estaba haciendo...

J.G.C.: Sí. Con veinte años es un hombre de teatro, viendo obras de todas las tendencias que había en distintos lugares del mundo. Además, con veinticuatro años, estaba planificando con Rafael Alberti en Roma a finales de 1971 estrenar en España La Gallarda con Aurora Bautista, que vio Oratorio, una obra de referencia del teatro de compromiso y de lucha, muy relacionada con el teatro de Artaud y Grotowski, el teatro de la crueldad, cuando nosotros la representamos en el Segundo Festival Internacional de Otoño de Madrid. Nuestra actividad, hasta ese momento era semiclandestina.

P.: Con Oratorio estuvieron en el Festival de Nancy, de Francia...

J.G.C.: Sí. Era un Festival que comenzó a reconocer a los grupos universitarios de muchos países, su director fue Jack Lang, posteriormente Ministro de Cultura durante el gobierno de Miterrand. Pasó de llamarse Festival Mundial de Teatro Universitario a denominarse Festival Mundial de Teatro. Había un representante por país de los que consideraban que tenían un merecimiento para ir a ese Festival por tener una manera personal y peculiar. Allí no se veía teatro al uso, sino nuevas maneras de hacer teatro. Con Oratorio fuimos representando a España autorizados por el gobierno franquista siendo una obra antifranquista, por lo que pasamos la censura de una manera mágica.

La obra, cuando la llevamos a Madrid, la vio gente como Antonio Buero Vallejo, el cual dedicó unas palabras de su discurso de entrada en la RAE, titulado García Lorca ante el esperpento, a lo que sintió cuando nos vio representar Oratorio, con el flamenco incorporado y el ritual griego de la obra transformado en un ritual andaluz a finales de 1970.

P.: ¿Cómo fue la representación en Madrid? 

J.G.C.: A la vuelta de Nancy, con un gran éxito, ya que quisieron llevarnos de gira por todo el mundo, nosotros decidimos regresar a España para seguir con nuestro compromiso de luchar por la libertad de nuestro país a través de la cultura. En Nancy hicimos doce representaciones de Oratorio en una especie de sótano que se llamaba la Cueva de la Comandaría. Le Monde escribió un artículo muy duro que pudo habernos traído problemas con las autoridades porque se preguntaban cómo una obra rebelde, agresiva y contraria al régimen se estaba representando en España. El gobierno español, el Ministerio de Turismo y la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos, nos dijeron que teníamos que ir al Festival de Otoño de Madrid. Eso creó discusiones en el grupo pero decidimos ir exigiendo que, por ejemplo como que la mitad del aforo tenía que ser para el grupo, para nuestros amigos y sentirnos protegidos, porque mucha gente importante de la Cultura de los últimos veinte años provenían del teatro independiente, como José Carlos Plaza, José Luis Gómez o Salvador Távora,  amigo y compañero del grupo. Lo que exigimos lo hicimos para ver si nos lo negaban y no íbamos pero nos lo concedieron todo. También dijimos que no queríamos actuar en un teatro a la italiana sino en un sótano o un almacén donde no entrasen más de trescientos espectadores y en el sótano del Cine Becerra se representó Oratorio. Tras la representación fuimos todos a casa de Aurora Bautista y le pidió a Juan Bernabé que la dirigiese en La Gallarda de Alberti, y le dio una carta para entregársela a él cuando llegara y le hablara del proyecto. La muerte de Juan paró el proyecto, así como un espectáculo sobre la Andalucía profunda.

P.: La muerte de Juan Bernabé marcó la trayectoria del grupo...

J.G.C.: Sí. Sentíamos que teníamos que continuar con la labor que él se propuso y desde 1972, cuando Juan muere, hasta 1975, cuando muere Franco, hay una etapa potente de Teatro Lebrijano pero ya sin Juan Bernabé, haciendo campañas de teatro popular en Andalucía, una al año, yendo por los pueblos de alrededor. Se montaba, por ejemplo, una parte de Los caciques de Arniches, otro año La farsa y justicia del corregidor,  de Alejandro Casona, otro año poníamos El retablo del flautista de Jordi Teixidor etc... 

En 1975 el grupo se rompió y sólo mi mujer, otro compañero y yo hacemos tres años más de teatro junto con el teatro algabeño. Todo acabó en 1977. Pero en 1982, a los diez años de la muerte de Juan Bernabé, hicimos la primera Semana de Teatro Juan Bernabé. Y ese recuerdo se mantuvo durante quince, por lo que se hicieron quinces Semanas de Teatro. Además creamos la Asociación Cultural Juan Bernabé en 1989 y luego por un acuerdo del alcalde Antonio Torres, que había pertenecido a Teatro Lebrijano, se construyó el Teatro Juan Bernabé en 1996. Desde ese año hasta el año 2010 lo gestionamos. Por eso creímos que, a los cincuenta años, teníamos el compromiso de que las nuevas generaciones conociesen la historia de los últimos años del franquismo y los de la Transición, así como lo que era el teatro independiente y comprometido y poner en valor la cultura de los pueblos andaluces y lo que hicimos un grupo de jóvenes bajo las directrices de un hombre como Juan Bernabé.

P.: ¿Podría detallarme las actividades que están desarrollando ahora y para los próximos meses?

J.G.C.: En noviembre comenzamos la Ruta del Teatro Lebrijano en Lebrija, con una serie de actividades. En 2017 iremos a Sevilla, Córdoba, Málaga, Madrid, Barcelona y, si tenemos capacidad, iremos a Francia y a Alemania para cumplir el ritual de la ruta. Deseamos crear un ambiente de encuentros a través de la cultura. Estos actos tienen una importante participación de instituciones públicas, como los Ayuntamientos de Sevilla y de Lebrija, la Junta de Andalucía o la Diputación, así como de personalidades del mundo de la cultura. Hay un Comité de Honor formado por Caballero Bonald, Luis García Montero, Nuria Espert, Iñaki Gabilondo, Julio Martínez Velasco, Salvador Távora, Paco Casero. Habrá cinco actos importantes, el primero ya se realizo: una exposición sobre la historia de Teatro Lebrijano y el contexto de Andalucía en aquellos años. Lleva un mes en Lebrija y será itinerante por diferentes ciudades. El segundo proyecto es un documental dirigido por Nonio Parejo, sobre la historia del Teatro Estudio Lebrijano que se llamará Más allá del escenario. También habrá un libro contando todo lo que le he estado diciendo, con mucha documentación, escrito por Raúl Limón y Alfonso García. Después está la intención de devolver el teatro a la calle, con lo que contaremos con la colaboración de alumnos de la ESAD de Sevilla, y se crearán dos espectáculos, que se presentarán a partir de febrero: uno de ellos con José Valencia, mezclará teatro y flamenco, y girará en torno a la poesía gitana contemporánea. El segundo espectáculo será una producción teatral de la Asociación Juan Bernabé con muchos apoyos y se tratará de una recreación de Oratorio relacionado con el mundo actual. Lo dirigirá Pepa Gamboa. 

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