sábado, 14 de enero de 2017

"Incendios": El sonido del silencio

Antes de empezar, debo admitir que en el momento de escribir esta crítica todavía tengo grabado a fuego en mi mente el impacto que me produjo ver Incendios anoche en el Teatro Central de Sevilla (donde permanece en cartel hasta hoy). Me habían hablado de ella sin hacer spoilers y lo agradezco porque, cuando se llega al final la sorpresa es mayúscula.

El montaje que ha dirigido Mario Gas de la obra Wajdi Mouawad es de tal limpieza y hondura que llega al espectador de manera clara y directa. La estructura de rompecabezas para conocer la historia de Nawal Marwan no es nada complicada y se centra más en las emociones de los personajes a los que todo el reparto se entrega totalmente.
Laia Marull y Nuru Espert en una emotiva escena clave de Incendios. Ros Ribas
Incendios habla de muchos temas, de ahí otra de sus riquezas: Para el título de la crítica he tomado prestado el título en español de la famosa canción de Simon & Garfunkel porque creo que el silencio y las razones del mismo están en el corazón de la obra, lo que lleva a la siguiente reflexión: ¿Qué puede hacer que alguien permanezca callado? El desconcierto de la incomprensión da paso en Incendios a una dolorosa y horrorosa verdad que conecta con la barbarie de todas las guerras y las personas que la vivieron. Es por ello que, al ver el montaje mi mente recordase más que La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993), dos títulos que hablan de las secuelas de la guerra y de cómo puede transformar al ser humano: El Cazador (Michael Cimino, 1978) y La decisión de Sophie (Alan J.Pakula, 1982) curiosamente ambas con Meryl Streep en el reparto.

Gas se sirve de un grupo de actores y de un equipo técnico sensacionales para transmitir todo el potencial del texto de Mouawad que habla de temas como el legado y el conflicto entre generaciones, además de lo ya expuesto. La intensidad caracteriza a las interpretaciones empezando por una maravillosa Nuria Espert (en Sevilla de nuevo tras La violación de Lucrecia y La Loba) interpreta Nawal con una precisión y sentimiento sobrecogedores, con una intervención final a modo de lectura de cartas escritas por ella para que se cumplan sus últimas voluntades que es demoledora. Cada palabra está dicha con su intención y entonación necesarias. Espert también regala un emotivo momento interpretando a la abuela de su propio personaje cuando es encarnado por Laia Marull, con unos consejos llenos de sabiduría y que constituyen una importante promesa, otro elemento fundamental en esta obra. Marull expone todo lo necesario para comprender cómo era Nawal de joven y los acontecimientos que marcaron a fuego (nunca mejor dicho) su vida.

Siguiendo con el reparto, Carlota Olcina y Álex García vuelven a interpretar a dos hermanos como ya hiciesen en dos temporadas de Amar en tiempos revueltos y ofrecen momentos interpretativamente hablando muy emotivos. García, al que se vio en Sevilla en Los hijos de Kennedy, muestra una evolución impresionante, desde el desprecio inicial a su propia madre ya fallecida hasta la comprensión al conocer la terrible verdad que ella guardaba lo que le hace romperse por dentro. Olcina, con el tema de las matemáticas, da una lección de capacidad de memorización al recordar una teoría que está conectada con el terrible secreto que se desvela.
Carlota Olcina y Álex García, de nuevo hermanos en Incendios. Ros Ribas
Por su parte Alberto Iglesias muestra su capacidad de trasformación al dar vida a varios personajes (como sus compañeros). En su caso son seis y son piezas clave para completar el puzzle narrativo y emocional que es Incendios. Iglesias vuelve a demostrar su enorme capacidad interpretativa, que pude comprobar en obras como De Ratones y Hombres, Hécuba, o El largo viaje del día hacia la noche, donde compartía escenario con Mario Gas, con el que forma una dupla profesional de primer nivel como demostraron en Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano, donde en Sevilla, además. actuó. En definitiva un actor total.

Ramón Barea, Lucía Barrado y Germán Torres completan el extraordinario reparto con interpretaciones precisas en cada momento específico. Incendios cuenta con el vestuario de Antonio Belart, un elemento esencial para mostrar exteriormente a cada uno de los personajes y los distintos períodos temporales que se muestran, incluso en ocasiones a la vez en escena. La escenografía multifuncional de Carl Filion, unido al espacio sonoro de Orestes Gas y la videoescena creada por Álvaro Luna se conjugan de tal manera que conforman un todo compacto y que contribuye a que Incendios sea uno de los montajes teatrales que un servidor no olvidará nunca.

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