viernes, 15 de septiembre de 2017

"Detroit" Una denuncia al racismo y al abuso de poder

Si hay algo que no se le puede decir a la directora Kathryn Bigelow es que le tiemble el pulso. Se mueve como pez en el agua en películas "masculinas" como Le llaman Bodhi (1991) o K:19: The widowmaker, película que ejemplifica otra de sus constantes: poner hechos verídicos sobre la mesa y darlos a conocer al gran público. Por ello varios de sus filmes reflejan acontecimientos del siglo XX y XXI que prácticamente nadie había tratado o si alguien lo ha hecho, no de la manera que Bigelow lo hace, de ahí la fuerza de películas como En tierra hostil (2008) o La hora más oscura (2012). Si en el primer título se centraba en la Guerra de Irak y en el segundo en la captura de Bin Laden, en Detroit echa la vista atrás para rememorar un hecho grave en la historia reciente de Estados Unidos que podía haber sido la base de una gran temporada de la franquicia televisiva American Crime Story.

Detroit narra unos hechos de los que se cumplieron este mes de julio cincuenta años: la muerte de tres hombres afroamericanos que se refugiaron en un motel de los disturbios que acaecían en esos momentos en las calles de la ciudad que titula esta película. Estas muertes tuvieron mucho impacto en la sociedad de la época por ser policías los inculpados y el racismo que emanaban tanto esa cruel acción como la decisión jurídica, que declaró inocentes de los hechos a los inculpados habiendo muchos testigos de los hechos, porque esa fatídica noche de verano de 1967 hubo más retenidos que pudieron correr la misma suerte.

Una de las duras imágenes del último filme de Kathryn Bigelow
Bigelow, bajo mi punto de vista, marea los primeros quince o veinte minutos cuando coloca al espectador en medio de los disturbios que precedieron a la noche fatal, pero cuando centra la acción en el motel toma las riendas con una fuerza apabullante haciendo que la tensión se corta con un cuchillo y la recreación de aquellos convulsos años 60 está muy lograda. 

Los hechos acaecidos en el motel son el corazón de Detroit pero siempre teniendo en cuenta los disturbios exteriores, ya que condicionan los acontecimientos antes, durante y después. Bigelow controla todos los elementos para recrear el ambiente que desea y eso también se muestra en la dirección de actores con un portentoso John Boyega (Finn en los nuevos episodios de Star Wars) que demuestra su faceta dramática en todo su esplendor, así como Will Poulter imprime al policía una fuerza que, aparentemente, roza la locura, por el maltrato al que somete a los rehenes todos afroamericanos excepto dos mujeres, una de ellas interpretada por Hannah Murray (Gilly en Juego de Tronos).

La película también denuncia los agujeros del sistema judicial americano y visto lo visto condicionado penosamente por el racismo que imperaba con fuerza en esa época donde la música de grupos afroamericanos gozaba de gran popularidad, de hecho dos de los rehenes del motel pertenecían a un grupo musical, y el cine de la época pretendía con buena fe normalizar las diferencias entre los ciudadanos por el color de la piel, no en vano Sidney Poitier estrenó precisamente tres películas que abordaban tal propósito en contextos muy distintos: la enseñanza en Rebelión en las aulas, dirigida por James Clavell, la policía en En el calor de la noche de Norman Jewison (Oscar a la Mejor Película de aquel año) y los noviazgos en Adivina quién viene esta noche, de Stanley Kramer.

Pero el racismo y el abuso de poder siguen por desgracia muy en alza actualmente aunque la sociedad se muestre tolerante aparentemente, por eso es importante que se hagan películas como Detroit para que se intente tomar conciencia que ni la violencia ni los prejuicios conducen a nada bueno.      

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