lunes, 4 de diciembre de 2017

"Perfectos desconocidos": Siete móviles y un eclipse

Una cena concurrida puede dar para multitud de situaciones, como los juegos. Lo que ocurre es que hay unos más arriesgados que otros. En su nueva película, Perfectos desconocidos, el director Álex de la Iglesia, reúne a siete actores muy consolidados para interpretar a otros tantos amigos que deciden jugar a dejar los móviles en la mesa y ver qué va recibiendo cada uno durante una noche de luna llena en la que habrá un eclipse muy especial. 

El director de títulos tan aclamados por crítica y público como El día de la bestia (1995), La Comunidad (2000), Balada triste de trompeta (2010) o la reciente El Bar, se vuelve a reunir con su coguionista habitual, Jorge Guerricaecheverría (trabajan juntos desde el debut de De la Iglesia en la dirección, el corto Mirindas Asesinas, en 1991) para adaptar un filme italiano estrenado el año pasado dirigido por Paolo Genovese.

Sin haber visto el mencionado filme homónimo que ha servido de base, se puede afirmar que Perfectos desconocidos es una película dirigida con nervio y garra, siguiendo las acciones de los actores, que van de menor a mayor intensidad a medida que los móviles empiezan a sonar y pequeños y grandes secretos van saliendo a la luz. 

Esa intensidad se incrementa gracias a la gran labor de Domingo González en el montaje a la que acompaña la música del gran Víctor Reyes (un servidor es fan de él desde la música que creó para la serie Motivos Personales) y la colorista fotografía de Ángel Amorós (brillante en el momento cumbre del eclipse). 

Del conjunto de actores sólo puede decirse que no pueden estar más entregados y dan una muestra más de su calidad en cada uno de los personajes, mostrando la mayoría una doble cara o caída de máscaras a lo bestia.

Por empezar por algún lado, la pareja formada por Juana Acosta y Ernesto Alterio muestra la gran complicidad que hay entre ambos y que su vida en común en la vida real ha sido un plus, porque se conocen muy bien y eso lo transmiten a la cámara. Alterio es uno de los principales vértices de los conflictos que surgen por un tramposo intercambio de móviles, lo cual acrecienta la tensión de los acontecimientos por los equívocos que esto conlleva. Un servidor le vio en el teatro en Yo, el heredero, de Eduardo de Filippo y constata que su capacidad para la comedia y el drama es asombrosa. Acosta, por su parte (genial en su intervención en Velvet) afronta con gran seguridad un personaje que no se le va de las manos en ningún momento, lo cual evidencia que es una gran actriz.

Otra pareja de la película la forman Belén Rueda y Eduard Fernández. Ella interpreta a una psicóloga que pasa por muchos estados lo cual muestra la cantidad de registros como actriz que tiene, demostrado sobradamente en películas como Mar Adentro (Alejandro Amenábar, 2004), El Orfanato (J.A. Bayona, 2007) o El cuerpo (Oriol Paulo, 2012) o en el teatro con Closer a las órdenes de Mariano Barroso haciendo el personaje que Julia Roberts interpretó en la película de Mike Nichols. Por su parte Fernández (grandioso como Hamlet a las órdenes de Lluis Pasqual) es un prodigio de contención y de tranquilidad ante el caos que se va originando a su alrededor.

Eduardo Noriega, en el panorama cinematográfico desde que se colgó de un puente en Historias del Kronen (Montxo Armendáriz, 1995) y catapultado tras participar en Tesis (Alejandro Amenábar, 1996) forma quizá la pareja más idílica con Dafne Fernández y ambos dan lo mejor de sí para mostrar la sinceridad en el caso de ella y el cinismo en el caso de él (siempre están referido tales comentarios a los personajes, claro está).

Por último Pepón Nieto da vida al único personaje que va sin pareja y eso ya de entrada causa situaciones cómicas en el grupo antes del juego incluso pero cuando se está ya en él Nieto enseña su faceta tragicómica que tan bien domina. No hay que olvidar tampoco la intervención de Beatriz Olivares en el papel de la hija de Rueda y Fernández, que da lugar a un tierno momento en el juego sobre los consejos paternos acerca de un tema importante en la educación de los hijos. 

Perfectos desconocidos causa risas y hace reflexionar sobre la amistad, la sinceridad, las dobles vidas, la madurez y la falta de ella o las segundas oportunidades (este último aspecto tiene que ver con un giro especial que un servidor no desvela, pero un selfie da una fugaz pista) y es un ejemplo más de la razón por la que Álex de la Iglesia es uno de los grandes directores del cine español.

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