sábado, 17 de marzo de 2018

"El insulto": Palabras que reabren heridas

El agua de un canalón que moja a un hombre en la calle. Este pequeño incidente podría quedarse en una anécdota con una disculpa pero un insulto agrava la situación incentivada por el hecho de que uno de los hombres es cristiano y el otro palestino. Teniendo en cuenta que la acción se desarrolla en Líbano, esto cobra una mayor dimensión, junto a otros hechos posteriores. 

Lo descrito en el párrafo de arriba es la línea argumental básica de El insulto, la cuarta película escrita y dirigida por el cineasta libanés Ziad Doueiri tras West Beirut (1998), Lila dice (2004) y El atentado (2012). Doueiri se forjó antes en Estados Unidos al lado de otros directores como Quentin Tarantino, con el que trabajó de cámara desde Reservoir Dogs (1992) hasta Jackie Brown (1997). En estos momentos, con El insulto como último ejemplo, hace un cine comprometido con la situación que se vive en su país ya que el conflicto particular de los hombres interpretados por Adel Karam y Kamel El Basha se puede extender a la nación por completo, pues la tensión entre cristianos y palestinos es una triste realidad.

El guión escrito por Doueiri y su ex pareja, Joelle Touma, (una colaboración que se inició con la mencionada Lila dice) va incrementando la gravedad de los acontecimientos que incluyen agresiones  y la expresión de un deseo malintencionado con mucha carga política y que apela a sentimientos profundos y que aún duelen, evidenciando un rencor semienterrado. El conflicto acarreará un juicio en el saldrá a relucir el pasado de los personajes con una revelación inesperada que hará cuestionar su discurso al abogado de la acusación sobre su propio cliente. 

A Doueiri se le nota la formación en el extranjero pues su forma de rodar es segura y con planos muy logrados. Un ejemplo de ello son las escenas del juicio, el principal núcleo de la película. Recuerda a los que se ven en las películas de Hollywood pero el buen hacer de los actores, lo que se expone en él, y la tensión latente entre el bando cristiano y el palestino hace que no se esté viendo un juicio más, con el punto culminante en el recuerdo del asalto a la ciudad de Damour, que trajo consigo una auténtica masacre en 1976 en el marco de la Guerra Civil que comenzó un año antes. Doueiri incide en la idea de que Líbano es un país con graves heridas sin cicatrizar, y el pasado duele mucho y pesa. Por ello el conflicto de los protagonistas cobra una dimensión mediática de enormes proporciones.

Las interpretaciones son muy destacables en la película: Kamel El Basha fue galardonado con la Copa Volpi en el Festival de Venecia por dar vida al palestino contendiente y su intercambio de miradas con su rival en un momento determinado dice mucho más que todo lo que se expone en el juicio. Por su parte, Adel Karam es conocido en nuestras pantallas por sus trabajos con la actriz y directora Nadine Labaki: Caramel (2007) y ¿Y ahora adónde vamos? (2011). También dan mucho juego los abogados de los protagonistas interpretados por Diamand Bou Abboud y Camille Salameh , con un dato sobre ellos que hace que el enfrentamiento en el juicio cobre un significado especial.

El insulto es una película valiente por lo que cuenta y cómo se cuenta, de hecho hay una frase antes del inicio del filme que avisa de que lo expresado en la película es responsabilidad del equipo de la misma. Estuvo este año nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, siendo derrotada por la chilena Una mujer fantástica. A pesar de sus méritos, que los tiene como se ha expuesto arriba, un servidor considera que la nominación es un premio excesivo para este filme, al que no hay que negarle y apreciar su atrevimiento y que, además de lo ya expuesto, habla de algo tan esencial en la convivencia en sociedad como pedir perdón, unas palabras que, en muchas ocasiones, cuestan pronunciar.

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