sábado, 24 de marzo de 2018

"El viaje de sus vidas": Siempre juntos

Hay películas que parece que van por un lado y luego se descubre, muchas veces para sorpresa del espectador, que, a medida que va descubriendo y enseñando sus cartas, tienen más enjundia de lo que parecía. Eso es lo que ocurre en el caso de El viaje de sus vidas, con la que el director italiano Paolo Virzí ha dado el salto internacional tras títulos como La prima cosa bella (2010), El capital humano (2013) o Locas de alegría (2016), su anterior filme.

En esta ocasión, en El viaje de sus vidas adapta una novela del escritor estadounidense Michael Zadoorian para contar la historia de un matrimonio que viaja en su caravana, sin avisar a sus hijos, para visitar la casa donde vivió Ernest Hemingway. Lo que podría parecer al comienzo una excentricidad y causar desconcierto, provoca el pellizco en el corazón del espectador al conocer la realidad de cada uno de ellos. Eso no es obstáculo para que afronten el viaje con valentía y, sobre todo, un gran amor entre ambos, algo que se evidencia en muchos momentos y donde la literatura y las proyecciones de diapositivas antiguas juegan un papel importante en el viaje físico y sentimental que ambos recorren.

Llegando a un final tremendo, aunque puede intuirse levemente, lo último de Virzí tiene su principal atractivo en los dos actores que interpretan al citado matrimonio: Helen Mirren y Donald Sutherland. Ambos hacen un trabajo impecable. En el caso de Mirren, a la que se ha visto hace muy poco en el filme de terror Winchester, de los hermanos Spieirig, despliega una vez más sus infinitos recursos como actriz para dar vida a un personaje diametralmente opuesto al del título citado y constata, como ya un servidor apuntó en la crítica de aquella película, su enorme versatilidad para transformarse en el personaje que le dé la gana. La ganadora del Oscar por La reina (Stephen Frears, 2006) está, sencillamente, brillante.

En el caso de Sutherland también es un placer verlo actuar. Un actor que dejó con la boca abierta con su malvado personaje en Novecento (Bernardo Bertolucci, 1976) o conmovió como el padre de Timothy Hutton en Gente corriente (Robert Redford, 1980) y que se hizo muy popular entre las jóvenes generaciones como el Presidente Snow de la saga Los juegos del hambre, regala al espectador una emotiva interpretación no exenta de riesgo, porque, por las características de su personaje en El viaje de sus vidas, podría haber sobrepasado una línea muy fina y no lo hace. Si bien un servidor considera que Mirren está mejor que él, no se puede negar que verlos a ambos en pantalla es un regalo para los amantes del cine.

En el reparto también destacan los hijos del matrimonio interpretados por Janel Moloney, actriz de carrera principalmente televisiva, popular gracias a El Ala Oeste de la Casa Blanca y vista también en The Leftovers, y Christian McKay, visto en filmes como El Topo (Tomas Alfredson, 2011) o La teoría del todo (James Marsh, 2014). Ambos actores muestran el desconcierto inicial por el viaje repentino de sus progenitores y hay que decir que a Moloney le han dado mejores escenas para lucirse como actriz. En un breve pero importante papel, por su importancia en el pasado del matrimonio aparece también Dana Ievy,  quien, para un servidor será para siempre la mujer del primo Eso en las dos entregas de La familia Addams dirigidas por Barry Sonnenfeld.

El viaje de sus vidas cuenta además con una luminosa fotografía de Luca Bigazzi, habitual colaborador de Paolo Sorrentino en filmes como Il divo (2008), la oscarizada La gran belleza (2013) o La juventud (2015).

Como se he señalado anteriormente, esta película trata temas universales, varios de ellos muy duros relacionados con el paso inevitable de los años y lo que, desgraciadamente, acarrea a la salud, (aunque depende de cada persona por supuesto) con dos actores en estado de gracia permanente que dan vida a un matrimonio que decide hacer un último y emotivo viaje.   

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