sábado, 21 de abril de 2018

"Un lugar tranquilo": Silencios y sonidos

El cine que mezcla ciencia ficción y terror ha encontrado últimamente en el subgénero de zombies un enorme filón. Sin embargo, filmes con la amenaza de un ser monstruoso de origen extraterrestre o desconocido goza de gran popularidad siendo Alien: El octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) uno de sus máximos exponentes.

El actor John Krasinski, conocido, entre otros trabajos, por su intervención en la serie The Office (2005-2013), sorprende en su tercera película como director al mezclar los elementos antes referidos en Un lugar tranquilo, una apuesta arriesgada y algo a contracorrriente en comparación con lo que suele verse actualmente: muy pocos diálogos y el silencio y los sonidos como puntos fuertes. Una película de estas características podría echar un poco para atrás pero provoca el efecto contrario: a un servidor le ha absorbido desde el minuto uno por la inquietante atmósfera debido a un letal enemigo que aparece en cuanto escucha un ruido elevado. Tal es la fuerza del ambiente que se crea, que, entre tanto silencio, un simple sonido cotidiano sobresalta y más a un servidor que estaba tan metido en la historia.

La fuerza de la lo que se cuenta es tal que no se echa de menos una explicación de cómo se ha llegado a esa situación de tintes claramente apocalípticos. Lo importante es cómo se muestra la vida de un matrimonio y sus hijos que llevan una vida callada literalmente para, directamente, mantenerse con vida, de ahí que el lenguaje de signos, las miradas y la expresión corporal sean las principales bazas de los actores. Krasinski se reserva también el papel del padre de familia y cuenta con la complicidad, interpretando a su esposa, a su compañera de vida en la realidad, la fantástica Emily Blunt

La protagonista de, entre otras películas, La reina Victoria (Jean-Marc Vallée, 2009) o La chica del tren (Tate Taylor, 2016), y que veremos estas navidades en El regreso de Mary Poppins de Rob Marshall, dando vida a la mágica niñera que inmortalizó Julie Andrews, se entrega absolutamente mostrando una gran química y complicidad con su marido y en sus escenas en solitario, donde el instinto de protección hacia sus hijos es la máxima prioridad de ambos.

También es muy reseñable el trabajo de los actores más jóvenes, interpretados por Noah Jupe, quien destacó interpretando al amigo de Jacob Tremblay en Wonder (Stephen Chbosky, 2017) y visto también en Suburbicon (George Clooney, 2017), y Millicent Simmonds, en su segunda película tras Wonderstruck. El museo de las maravillas (Todd Haynes, 2017), a la que se le otorga un protagonismo importante sobre todo en lo concerniente al tramo final de la película y al enfrentamiento con las criaturas.

La película no pierde fuelle al mostrar a los monstruos en varios momentos del filme, donde el diseño de los mismos demuestra que la mencionada película de Scott encabezada por Sigourney Weaver, ha sido una constante inspiración a la hora de dar forma física a seres de estas características y, sobre todo, de salvaje naturaleza.

También hay que destacar, sin destripar, el manto protector que suponen en la película, los sonidos de la madre naturaleza y los elementos que se usan para justificar que los personajes puedan hablar o gritar en momentos puntuales, así como las rutinas de los protagonistas para evitar hacer ruido, o un prólogo contundente para explicar el absoluto silencio de esta familia.  

Esta crítica no es más extensa porque si se cuenta de más se pueden destripar cosas que es aconsejable que el espectador descubra por sí mismo pero un servidor reitera que hacía tiempo que una película de terror sin apenas diálogos, no le causaba tanto impacto e inquietud.         

No hay comentarios:

Publicar un comentario