martes, 8 de mayo de 2012

Daniel Muriel: "El autor de esta obra, Mike Daisey, es un gran appleiano"

Daniel Muriel (Valladolid, 1976) es un joven pero muy experimentado actor. A pesar de ser muy conocido por su papel de Miguel en Escenas de Matrimonio (2007-2010), donde era la pareja de Miren Ibarguren (Soraya en la serie Aída), Muriel tiene una importante trayectoria teatral que abarca obras de autores como William Shakespeare (Hamlet), Arthur Miller (Las brujas de Salem), Oscar Wilde (La importancia de llamarse Ernesto) o Jean Claude Brisville (La Cena o la reciente La Mecedora, en ambas ocasiones dirigido por Josep María Flotats). Ahora se enfrenta a un nuevo desafío, Agonía y éxtasis de Steve Jobs de Mike Daisey, donde el actor da vida a más de diez personajes para contar la historia del cofundador de Apple bajo la dirección de David Serrano, en una obra que llega a Europa tras su triunfo en Estados Unidos. De esta obra, que se estrena este viernes en el Teatro Quintero de Sevilla, y de su trayectoria habló el actor en una entrevista concedida a este blog.
Un servidor con Daniel Muriel, tras la entrevista Alejandro Reche

Pregunta: ¿En qué momento de su vida le llega este proyecto?

Daniel Muriel: Pues la verdad es que todo el proceso ha sido muy rápido. Hace como dos meses que empezamos a leer el guión. Me mandaron el texto y yo no soy muy de monólogos, me daba mucha pereza estar yo mismo conmigo mismo, una hora y cuarto hablando, pero cuando leí el guión me pareció que era un tema que había que contar. Al ver también que entraba David Serrano como director, a mí me apetecía mucho trabajar con él. Fue un desafío, y en la primera reunión todo casó muy rápido y de repente estaba viendo a los productores, al director y diciendo "lo vamos a tener que hacer". Yo creo que he sido un poco empujado por el destino, porque realmente todo ha cuadrado muy rápido. Además, cumplo años el viernes 11, el día del estreno. Yo acababa de hacer La Mecedora en el Centro Dramático Nacional, dirigida por Josep María Flotats, y hubo un hueco teatral para ver y decir "¿qué hago?, ¿qué es lo siguiente? y surgió este proyecto.

P: ¿Cómo se realizan los cambios a los diversos personajes que representa en la función?

D.M.: Es todo muy rápido. Es un juego como pueden hacerlo los grandes cómicos americanos, como Jim Carrey. No llega a ser imitación, porque buscamos crear el personaje, pero es muy rápido. Yo creo que es una de las armas del texto, ya que vas llevando y conduciendo al espectador: estoy hablando con mi traductora Kathy y entonces soy Kathy, a la vez empiezan a venir los ejecutivos chinos, luego aparece Steve Jobs y nos habla, entonces no hay tiempo para vestir mucho al personaje y con pequeños detalles se crea rápidamente.

P: ¿Cree que con esta obra elevará más a los altares a Steve Jobs o se caerá un poco el mito?

D.M.: Yo creo que el que venga y tenga a Steve Jobs en los altares seguirá llevándoselo a los altares después de ver la función. El autor de la obra, Mike Daisey, era un fan de Jobs, de hecho nosotros hemos acuñado un término que es appleiano, es un gran applieano, adoraba a Jobs, los iPhones, los iPads, y por eso se embarca en este monólogo que cuenta dos historias: una es la de Steve Jobs, la de Apple, cómo fue toda la historia de ellos y otra es el viaje de Mike Daisey a China a ver cómo se fabrica todo esto, y es ahí donde le llega la decepción, lo que le lleva a reflexionar: "A ver, tú me has vendido una cosa que no lo es". A los fanáticos de Jobs creo que les va a encantar y a los que no le conozcan mucho también les va a gustar porque es un hombre a conocer porque nos crea una reflexión sobre la sociedad, el consumismo, hasta qué limite podemos llegar, y de forma muy entretenida, ya que no es una conferencia sino que te cuentan una historia en la que te estás divirtiendo y a la vez te hace reflexionar, que eso era lo que queríamos.

P: Usted ha participado en obras de teatro de autores americanos como Arthur Miller, Leonard Gershe (Las mariposas son libres) y europeos como Shakespeare, Brisville etc... ¿Cree que hay una diferencia entre los autores de ambos continentes como creadores a la hora de concebir el teatro?

D.M.: Todos los autores que has mencionado son clásicos, hasta el propio Miller ya se considera como tal. Los grandes autores hablaban realmente de sus sociedades aspirando a ser una idea universal, es decir, Hamlet te habla de cosas que siguen pasando hoy en día y lo que contaba Arthur Miller en Las brujas de Salem sigue pasando también en la actualidad. Entonces yo ya no hablaría tanto de concepción por el hecho de ser autores americanos o europeos sino porque son personas que quisieron transmitir una idea muy clara y universal con el problema que les estaba pasando en ese momento. Desde ese enfoque yo creo que esta obra es parecida. Nosotros hablamos de Steve Jobs pero para contar algo más universal: la mentalidad que tenemos ahora, que nos han implantado de consumismo absoluto, de que necesitas tener un iPad porque si no lo tienes no eres feliz, no eres un tío molón, y es algo tan absurdo, porque conocemos a mil personas que no lo tienen y que son muy felices. No es un tema tan brutal como el de Las brujas de Salem pero sí creo que puede emparentarse con el de los autores clásicos.

P: En televisión destacan varios trabajos, como la miniserie sobre el cantante Raphael ¿fue un biopic que contó con la aprobación de la persona que estaba siendo retratada?

D.M.: Sí, de hecho Raphael vino en ocasiones al rodaje. Además recibimos noticias de la familia sobre que sólo hubiesen contado algunas cosas de otra manera pero Raphael estuvo de acuerdo con todo el biopic. También nosotros lo hicimos con muchísimo respeto y cariño, por parte de todo el equipo. En mi caso yo lo que quise fue reflejar la historia de un hijo que quiere a su padre, no de Jacobo, sino yendo a la esencia humana.

P: Usted vivió un momento de mucha popularidad con Escenas de matrimonio ¿la gente llegó a pedirle consejos sobre algún problema de pareja que tuvieran?  

D.M.: Alguna vez lo hacían en plan de broma pero lo que más solían decirme era "yo soy igual que tú" o igual que Pepa y Avelino, que eso ya era más problemático. La gente se sentía muy identificada con todas las tramas y problemas que ahí contábamos: la forma de quererse, la forma de pelearse. Eran situaciones llevadas al terreno del humor pero con más realismo de lo que se podía pensar.

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