sábado, 1 de diciembre de 2012

La casa del genial disparate

CRÍTICA TEATRAL: LOS HABITANTES DE LA CASA DESHABITADA

Enrique Jardiel Poncela dejó para la posteridad una serie de obras de teatro donde el humor llevado hasta el delirio era marca de fabrica. Los habitantes de la casa deshabitada (1942) se estrenó cuando el autor ya se había consagrado con obras como Una noche de primavera sin sueño (1927), Usted tiene ojos de mujer fatal (1932) o Eloísa está debajo de un almendro (1940), y a pesar de los setenta años transcurridos desde su estreno, mantiene una frescura acorde con el espectador del siglo XXI, como podrá comprobar quien desee acercarse al Teatro Lope de Vega, donde la obra permanece en cartel hasta el domingo.

La versión actual, dirigida con acierto por Ignacio García, tiene una serie de cambios con respecto a la concepción original de la obra, como la eliminación de un burro que salía en escena, que no empañan el resultado final gracias a unos diálogos ingeniosos y unos actores compenetrados al máximo con el estilo de Jardiel Poncela, donde las situaciones más inusitadas se plantean con naturalidad.

En esta producción, de Juanjo Seoane, hay que destacar la escenografía, que reproduce con exactitud una casa de las que se podrían denominar encantadas, con luces que se apagan, pasadizos secretos etc... para engañar a los protagonistas y al espectador, porque aquello que podría pasar por una historia de terror, se convierte en una comedia donde la situación planteada se explica con toda su lógica al final.
Momento de la representación                     Javier Naval

Los actores, vestidos impecablemente por el veterano Javier Artiñano, están todos en su justa medida: Pepe Viyuela demuestra su saber hacer en papeles cómicos, creando un personaje desbordado por lo que presencia en la casa del título, mientras que el resto de sus compañeros abordan sus personajes con el tono justo que requieren, sin caer en la parodia.

Pero si hay algo peculiar en esta función es el hecho de que un personaje aparezca ya bien avanzada la obra y ponga patas arriba el transcurso de los acontecimientos: Rodriga, interpretada de manera soberbia por Paloma Paso Jardiel, nieta del autor de la obra, es de esos personajes que no se olvidan. Su naturalidad y su peculiar visión de los acontecimientos hacen que la obra suba un peldaño más, transformando el tramo final en una delicia cómica con constantes entradas y salidas de los personajes, que haría las delicias de los maestros de la scewball comedy, mientras ella presencia todo con total parsimonia.

Esta puesta al día de Los habitantes de la casa deshabitada demuestra que el humor inteligente pasa de generación en generación, gracias a autores únicos, como lo era don Enrique Jardiel Poncela

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