Juanjo Puigcorbé ha vuelto al teatro tras veinte años de ausencia y eso, para los aficionados a la magia de las tablas, es una muy buena noticia. El veterano actor, un referente en el cine y la televisión, interpreta junto a Pere Ponce Si supiera cantar me salvaría. El Crítico del prolífico Juan Mayorga. En esta obra Puigcorbé interpreta a un crítico que recibe la inesperada visita de un autor teatral que acaba de estrenar su última creación.
La obra, dirigida por Juan José Afonso, supone un intenso combate verbal entre ambos actores que puede verse en el Teatro Lope de Vega de Sevilla hasta el domingo. Tras la rueda de prensa, Puigcorbé concedió una entrevista para este blog, pasen y lean
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Con Juanjo Puigcorbé tras la entrevista. Alejandro Reche Selas
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Juanjo Puigcorbé: Yo creo que su rigor. Mayorga es un autor muy riguroso que busca con su teatro la esencia. Me recuerda mucho al teatro griego clásico, creo que ahí están los orígenes de su teatro, más que en Shakespeare, ya que va a la esencia. Es un hombre amante absoluto del teatro.
P: Cuando leyó el texto completo ¿tuvo la sensación de que los dos personajes podían ser intercambiables usted y Pere Ponce?
J.P.: Sí, absolutamente, lo que ocurre es que por edad y por credibilidad yo tengo que interpretar al crítico y además me gusta mi personaje. Está bien que el crítico tenga más edad porque es una especie de maestro que tutela desde lejos.
P: A nivel de dirección ¿cómo ha marcado Afonso el "combate" entre los dos personajes?
J.P.: Hay un momento en el que el autor explica la obra y entonces se crea un espectáculo. Pero con respecto a la relación in situ de los dos personajes, se buscó lo más orgánico que le salía al actor en ese momento y fue discutiendo, para que el movimiento fuera preciso y minimalista. Sirvió mucho el hecho de que mi personaje fuera ordenado y el autor desordenado.
P: Echando la vista atrás, es curioso que usted haga de malhechor y de policía en diferentes etapas de una misma serie. Me refiero a La huella del crimen producida por Pedro Costa. Hizo de inductor al asesinato en el episodio El crimen de Perpignan (Rafael Monleón, 1991) y de inspector de policía en El crimen de los marqueses de Urquijo (Pedro Costa y Fernando Cámara, 2009) ¿Como actor prefiere interpretar a buenos o malos?
J.P.: He hecho de bueno y de malo varias veces. Los malos son muy agradecidos.
P: ¿Cómo fue el reencuentro con Pedro Costa en 2009 tras esa primera experiencia en 1991?
J.P.: Yo a Pedro Costa lo conozco desde hace muchos años, no sólo por estos trabajos, sino del barrio de Sarriá de Barcelona, ya que era amigo de la familia. Lo cierto es que él estaba haciendo El caso Wanninkhof (2008) y habiendo comenzado ya el rodaje me llamó para interpretar al abogado, para hacerlo muy rápido. Y en la siguiente ocasión para El crimen de los marqueses de Urquijo me pidió que interpretara al inspector. Este episodio representó a España en el Festival de Moscú en el apartado de TV Movies y yo estuve nominado al mejor actor.
P: En 1992 comienza su colaboración con Manuel Gómez Pereira en la película Salsa Rosa y se extiende a dos más, Todos los hombres sois iguales (1994) y El amor perjudica seriamente la salud (1996) ¿Qué destacaría del tratamiento que este director le dio a la comedia, ya que fueron éxitos de taquilla y obtuvieron premios como el Goya a Cristina Marcos por el segundo título?
J.P.: Tras Salsa Rosa él creó una productora con Joaquín Oristrell y César Benítez. A él le gustaban mucho esas películas, se lo pasaba muy bien y se reía mucho rodando y lo transmitía a los actores, dejándonos jugar. Oristrell fue, además, el guionista de Mi hermano del alma (1994), la primera película de Mariano Barroso por la que él gana el Goya y yo el Premio Sant Jordi. Con Oristrell hice otras películas como Novios (1999) o Inconscientes (2004). Con respecto a los premios con Salsa Rosa gané el Premio al Mejor Actor en el Festival de Peñíscola y, sin embargo, El amor perjudica seriamente la salud no fue nominada a nada, algo inexplicable con esa música y esa ambientación. Además la gala de los Goya de ese año la presentamos Carmen Maura y yo, con Ana Belén y Gabino Diego cantando. Era una película que tenía todos los números para llevarse premios, además de ser un éxito de taquilla enorme.
P: Otro de sus trabajos destacados es Las amistades peligrosas (1993) en teatro dirigido por Pilar Miró con Mercedes Sampietro y Marta Calvó. Supongo que le traerá muy buenos recuerdos por el personaje y la gente implicada en la función ¿no?
J.P.: Fue un montaje realizado por una compañía privada, Focus, que, en ese momento, se pegó el gustazo de montar Las amistades peligrosas. Me llamaron para hacer de Valmont y me propusieron dirigirla. Yo lo agradecí, pero no lo vi conveniente y pedí el director que lo había dirigido en Inglaterra, dijeron que no podía ser y me vuelven a ofrecer dirigirla, vuelvo a decir que no y propuse a Pilar Miró que era amiga mía y ella aceptó. La luz era de Javier Aguirresarobe y el vestuario de Pedro Moreno. Era de un nivel importante. Fue una lástima que no se representara en Madrid. Fue mi última obra de teatro, porque ya empecé la serie Villarriba y Villabajo y no me daba lugar a todo. En esos años trabajé muchísimo haciendo cinco películas en un solo año. Tengo que admitir que he tenido mucha suerte, eso no puedo negarlo.
P: Hay un personaje muy querido por la audiencia que fue el inspector Vallejo de Amar en tiempos revueltos...
J.P.: Yo a Diagonal TV le tengo mucho cariño, porque cuidan mucho sus productos, los saben hacer muy bien, son todos muy profesionales y muy rigurosos. Los realizadores son estupendos, desde Eduardo Casanova, director de la serie, hasta los demás. Son gente para quitarte el sombrero. Han inventado una maquinaria perfecta. Es un trabajo duro porque hay que aprenderse mucho texto para hacerlo rápido. Tuve además la suerte de conocer a gente joven que trabajaba muy bien.
P: A nivel de dirección ¿cómo ha marcado Afonso el "combate" entre los dos personajes?
J.P.: Hay un momento en el que el autor explica la obra y entonces se crea un espectáculo. Pero con respecto a la relación in situ de los dos personajes, se buscó lo más orgánico que le salía al actor en ese momento y fue discutiendo, para que el movimiento fuera preciso y minimalista. Sirvió mucho el hecho de que mi personaje fuera ordenado y el autor desordenado.
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Con Pere Ponce en la obra de teatro
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J.P.: He hecho de bueno y de malo varias veces. Los malos son muy agradecidos.
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Con Aitana Sánchez Gijón en El crimen de Perpignan
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J.P.: Yo a Pedro Costa lo conozco desde hace muchos años, no sólo por estos trabajos, sino del barrio de Sarriá de Barcelona, ya que era amigo de la familia. Lo cierto es que él estaba haciendo El caso Wanninkhof (2008) y habiendo comenzado ya el rodaje me llamó para interpretar al abogado, para hacerlo muy rápido. Y en la siguiente ocasión para El crimen de los marqueses de Urquijo me pidió que interpretara al inspector. Este episodio representó a España en el Festival de Moscú en el apartado de TV Movies y yo estuve nominado al mejor actor.
P: En 1992 comienza su colaboración con Manuel Gómez Pereira en la película Salsa Rosa y se extiende a dos más, Todos los hombres sois iguales (1994) y El amor perjudica seriamente la salud (1996) ¿Qué destacaría del tratamiento que este director le dio a la comedia, ya que fueron éxitos de taquilla y obtuvieron premios como el Goya a Cristina Marcos por el segundo título?
J.P.: Tras Salsa Rosa él creó una productora con Joaquín Oristrell y César Benítez. A él le gustaban mucho esas películas, se lo pasaba muy bien y se reía mucho rodando y lo transmitía a los actores, dejándonos jugar. Oristrell fue, además, el guionista de Mi hermano del alma (1994), la primera película de Mariano Barroso por la que él gana el Goya y yo el Premio Sant Jordi. Con Oristrell hice otras películas como Novios (1999) o Inconscientes (2004). Con respecto a los premios con Salsa Rosa gané el Premio al Mejor Actor en el Festival de Peñíscola y, sin embargo, El amor perjudica seriamente la salud no fue nominada a nada, algo inexplicable con esa música y esa ambientación. Además la gala de los Goya de ese año la presentamos Carmen Maura y yo, con Ana Belén y Gabino Diego cantando. Era una película que tenía todos los números para llevarse premios, además de ser un éxito de taquilla enorme.
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Con Ana Belén en El amor perjudica seriamente la salud
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J.P.: Fue un montaje realizado por una compañía privada, Focus, que, en ese momento, se pegó el gustazo de montar Las amistades peligrosas. Me llamaron para hacer de Valmont y me propusieron dirigirla. Yo lo agradecí, pero no lo vi conveniente y pedí el director que lo había dirigido en Inglaterra, dijeron que no podía ser y me vuelven a ofrecer dirigirla, vuelvo a decir que no y propuse a Pilar Miró que era amiga mía y ella aceptó. La luz era de Javier Aguirresarobe y el vestuario de Pedro Moreno. Era de un nivel importante. Fue una lástima que no se representara en Madrid. Fue mi última obra de teatro, porque ya empecé la serie Villarriba y Villabajo y no me daba lugar a todo. En esos años trabajé muchísimo haciendo cinco películas en un solo año. Tengo que admitir que he tenido mucha suerte, eso no puedo negarlo.
P: Hay un personaje muy querido por la audiencia que fue el inspector Vallejo de Amar en tiempos revueltos...
J.P.: Yo a Diagonal TV le tengo mucho cariño, porque cuidan mucho sus productos, los saben hacer muy bien, son todos muy profesionales y muy rigurosos. Los realizadores son estupendos, desde Eduardo Casanova, director de la serie, hasta los demás. Son gente para quitarte el sombrero. Han inventado una maquinaria perfecta. Es un trabajo duro porque hay que aprenderse mucho texto para hacerlo rápido. Tuve además la suerte de conocer a gente joven que trabajaba muy bien.
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