sábado, 21 de septiembre de 2013

Elogiable viaje a nuestras raíces teatrales

                              CRÍTICA TEATRAL: AUTO DE LA SIBILA CASANDRA

Es digna de admiración la labor que están realizando diversas compañías teatrales en España por el teatro en general y por nuestro teatro en particular. De entre las existentes Nao d'amores ocupa una posición destacada por incuestionables méritos propios. 

Esta afirmación la suscribe el autor de esta crítica tras ver en el Espacio Santa Clara de Sevilla Auto de la sibila Casandra. Concebida para ser representada en Navidad, esta pieza de Gil Vicente en manos de la directora de la compañía y del montaje, Ana Zamora, se convierte en un viaje en el tiempo en el terreno teatral que convierte la asistencia a la función en una experiencia muy especial.

En una sabia mezcla de temas religiosos y profanos, Auto de la sibila Casandra, consigue que reconozcamos en su protagonista a una predecesora directa de muchas otras mujeres de la historia del teatro, no sólo español sino universal. La pastora Casandra, por su inicial rechazo al matrimonio a pesar de la paciente insistencia del pastor Salomón, es clara antecedente de la Katherine/ Catalina de La fierecilla domada de William Shakespeare y de otras muchas mujeres independientes contrarias a seguir las convenciones establecidas.

Un momento del montaje. Chicho
La pieza consigue la atención del espectador gracias a un curioso recurso: El texto está dicho fonéticamente como fue concebido en el siglo XVI, una seña de identidad de la compañía, de ahí que la labor de los actores en su totalidad sea absolutamente digna de elogio, donde, además, tres actores se desdoblan en mujeres en diversos momentos de la función, lo que proporciona momentos cómicos al montaje.

La música en directo es otro gran acierto y las tres mujeres encargadas de ejecutar las distintas melodías consiguen, gracias a su profesionalidad, transportar al espectador cinco siglos atrás. Por todo ello Auto de la sibila Casandra es una perfecta muestra del teatro a la más vieja usanza, un teatro que se ha de recuperar para entender de dónde provienen ciertos elementos que son indispensables para entender el teatro actual y demostrar que todo tiene un origen. 

Quiero finalizar esta crítica teatral volviendo al comienzo y dar de nuevo las gracias a Ana Zamora y al equipo que dirige en Nao d'amores por su rigurosa labor de investigación y su esfuerzo por dar a conocer títulos de nuestro repertorio dramático previo a la eclosión que supuso el Siglo de Oro.    

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