sábado, 1 de febrero de 2014

Espectáculo con mayúsculas

                            CRÍTICA TEATRAL: MISÁNTROPO

Miguel del Arco y su equipo de Kamikaze Producciones han vuelto a deleitar al público que ayer abarrotó el Teatro Central de Sevilla y aplaudió efusivamente al término de Misántropo, que hoy sábado también puede verse a las 21 horas.

La puesta al día de la obra de Moliére está llena de aciertos que engloban tanto al equipo técnico como el artístico. Trasladar la acción al callejón de atrás de una discoteca es una elección que potencia la actualidad de un texto escrito en el siglo XVII. Las decisiones tomadas por Del Arco ponen el dedo en la llaga de muchos de los males de nuestra sociedad respetando la estructura de la obra original. Temas como la hipocresía, la falsedad, la vanidad o la sinceridad como algo mal visto son expuestos de manera muy eficaz y el espectador presencia situaciones que podrían estar pasando en ese mismo momento en cualquier discoteca o reunión de amigos.

Todo esto se muestra gracias a la impecable actuación de todos y cada uno de los actores que forman ya un grupo muy unido que transmite en el escenario la complicidad que hay entre todos. Las escenas de grupo están coordinadas para que se entienda todo a la perfección y luego los diferentes conflictos que se plantean están resueltos con brillantez.

La posición que toma ante la vida Alcestes, el protagonista tiene en Israel Elejalde a una perfecta elección para transmitir con sus muchos recursos el hastío que el personaje tiene de la sociedad que le rodea, y las reuniones con el resto de personajes, donde en un primer momento él actúa como oyente pasivo, no le hacen sino reafirmarse en su postura al escuchar críticas y más críticas.
Israel Elejalde (Alcestes) con Bábara Lennie (Celimena). Eduardo Moreno
Siguiendo con el elenco Raúl Prieto y Cristóbal Suárez están geniales como Filinto y Oronte. El primero da mucho juego con su posición como amigo de Alcestes y ante diversas situaciones provocadas por terceras personas es el único que sabe cómo va a reaccionar su amigo. Suárez por su parte da un recital interpretativo con un personaje que está acostumbrado a triunfar y que no acepta una crítica sincera aunque la pida. Tiene, además, una actuación musical memorable que sirve para enfatizar el espíritu del espectáculo: Aquí y ahora, ahora y aquí.

Bárbara Lennie y Manuela Paso están, en una palabra, magníficas sobre todo en la escena que hay entre las dos donde se demuestra cómo cambia la historia cuando se da la vuelta a la tortilla en el tema de las críticas. Lennie, en el papel de Celimena, se convierte, además, en el centro de la acción por el descubrimiento que se hace de su comportamiento, un momento en el que Paso y José Luis Martínez brillan con luz propia y que condiciona de manera definitiva su relación con Alcestes.

Finalmente Miriam Montilla tiene una escena para enmarcar con Raúl Prieto donde exponen sus opiniones sobre su propia relación.

En resumen, un mosaico coral de actitudes y comportamientos muy reconocibles que Miguel del Arco ha puesto sobre la mesa para ofrecer un tercer montaje que no les hace otra cosa que crecer cada vez más como grupo y ser una referencia esencial en el mapa teatral nacional y que no dudo que, en su gira por Sudamérica con La función por hacer, dejarán fascinados a los espectadores. 

Desde aquí sólo puedo decir: ENHORABUENA Y GRACIAS

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