martes, 11 de septiembre de 2018

"Mary y la flor de la bruja": Las dos caras de la magia

Nuevos horizontes se abren en el campo del anime o películas de animación japonesas. A los cines españoles han llegado recientemente en el tiempo, filmes de directores que aportan temáticas y estilos variados y novedosos, como A silent voice (Naoko Yamada, 2016), tratando el tema del bullying, o la irregular Fireworks  (Akiyuki Shimbô y Nobuyuki Takeuchi, 2017) jugando con la posibilidad de dar marcha atrás en el tiempo,  además de la exitosa Your name (Makoto Shinkai, 2016).

Todos los títulos mencionados siguen una larga tradición en la que la calidad visual es característica indiscutible de estas películas, y que continúa el filme que centra esta crítica, Mary y la flor de la bruja

Esta nueva muestra del anime tiene varias características que se pueden destacar. Una de ellas es que se trata de la primera película de un nuevo estudio de animación, Ponoc. Además, el director de este filme, Hiromasa Yonebayashi, tuvo una buena escuela de formación ya que trabajó en los estudios Ghibli a las órdenes del maestro de la animación nipona Hayao Miyazaki en varias de sus películas, concretamente desde La princesa Mononoke (1997) hasta El viento se levanta (2013).

Mary y la flor de la bruja es el tercer largometraje dirigido por Yonebayashi, tras las aclamadas Arrietty y el mundo de los diminutos (2010) y El recuerdo de Marnie (2014), ambas bajo el amparo de Ghibli. Una de las cosas que se pueden afirmar es la clara influencia del lugar donde se formó, algo normal. Pero aún son más curiosos los elementos de otros títulos cinematográficos y literarios que vienen a la cabeza cuando se visiona esta película basada en la popular novela infantil La pequeña escoba de palo de la escritora británica Mary Stewart publicada en 1971

Lo primero que se le ocurrió a un servidor, al ver que la protagonista es una preadolescente que sigue a un animal y que la lleva al lugar donde están las flores que introducen el elemento mágico y de fantasía en la historia, es la influencia de Lewis Carroll y su clásico fantástico Alicia en el País de las Maravillas (1865). Se puede intuir que la autora de la novela, Stewart, se inspiró en este título y en los libros de su compatriota Mary Norton escritos en los años cuarenta del pasado siglo y que dieron lugar a la popular película La bruja novata (Robert Stevenson, 1971) donde la escena de Angela Lansbury montando por primera vez torpemente en una escoba también se ve en Mary y la flor de la bruja además del acompañamiento de un gato negro. 

Si hablamos de lo que influyó posteriormente la novela de Stewart, ésta, al parecer de un servidor, fue una clara inspiración para la saga Harry Potter, ya que en La pequeña escoba de palo y, por supuesto, en Mary y la flor de la bruja, hay una escuela para brujas donde se estudian diversas asignaturas, un claro precedente de Hogwarts, aunque si se hila más fino en las novelas de Norton publicadas más de veinte años antes (como se ha dicho anteriormente) ya se menciona una escuela de brujería por correspondencia, por lo que J.K.Rowling pudo tener una doble influencia. 

Además se da una curiosa conexión: Yonebayashi adaptó otra novela de Norton para su debut en la dirección ya que la ya mencionada Arrietty y el mundo de los diminutos, se basa en la saga Los Borrowers que la autora comenzó a publicar en los años cincuenta. Otro punto de contacto, en este caso ya en el propio campo del anime, es que el tema de la brujería ya fue tratado en otro título dirigido por Miyazaki, Nicky, la aprendiz de bruja (1989) con la diferencia de que en este caso la protagonista es una bruja de nacimiento mientras que en Mary y la flor de la bruja, es el jugo de las flores las que otorgan ese poder.

Además de una calidad visual indiscutible Mary y la flor de la bruja habla de temas importantes y que transmiten un mensaje, ya que muestra la ambición del hombre abusando de la magia para hacer experimentos con la madre naturaleza y  humanos, una metáfora de la propia ciencia y los límites que se pueden llegar a sobrepasar, algo que ya anticipó H.G. Wells en su novela La isla del Dr. Moreau (1896), adaptada al cine en 1977 en un filme dirigido por Don Taylor y protagonizado por Burt Lancaster y en 1996 con John Frankenheimer dirigiendo a Marlon Brando y a Val Kilmer. Lo mencionado contrasta con el uso que le da a la magia Mary, la protagonista, con hechizos para romper maleficios como principal arma para combatir los experimentos mencionados.

Con unos personajes muy bien diseñados, (la pareja formada por el Dr. Dee y Madam Mumblechook, regentes de la escuela de brujas es un gran logro) y una historia bien contada donde un servidor destaca una escena en un espejo en la que se revela algo muy importante que ocurrió décadas atrás y que conecta con la protagonista, Mary y la flor de la bruja nos deslumbra visualmente para hablarnos de amistad, lazos familiares y la protección de la naturaleza.

La tradición del anime japonés está en buenas manos con Yonebayashi y sus contemporáneos bajo la alargada sombra del maestro Miyazaki.

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