viernes, 21 de junio de 2013

Miguel Narros, uno de nuestros mejores directores de escena, fallece a los 84 años

Hoy es otro día de luto para la cultura de este país. El veterano director teatral Miguel Narros ha fallecido a los 84 años de edad. Con él se va una parte muy importante de nuestro rico patrimonio teatral gracias a sus montajes, que abarcaron todos los géneros y autores.
Miguel Narros (1928-2013)

Desde este blog quiero hacer un homenaje a un hombre al que tuve la inmensa suerte de conocer. Fue el pasado mes de junio en la presentación de la presente temporada del Teatro Lope de Vega, que precisamente acaba este domingo: Miguel Narros estaba entre los asistentes a la presentación y no me lo podía creer. Había visto varios montajes dirigidos por él pero no lo conocía, me lo presentaron y resultó ser una persona entrañable, con la que pude hablar un poco de teatro dentro de lo mucho que había dirigido.

Me reencontré con él en la presentación en Sevilla de Yerma, el segundo montaje que hacía del texto de Lorca tras el que dirigió en el Centro Andaluz de Teatro en 1997, y demostraba tener una gran sabiduría, aparte de dirigir una inolvidable función con Silvia Marsó, Marcial Álvarez, Iván Hermes y Eva Marciel.
Silvia Marsó, Iván Hermes y Marcial Álvarez en Yerma
Se da la casualidad de que Miguel Narros, nacido en Madrid en 1928, ha dirigido a un gran número de actores y todos hablan maravillas de él. Precisamente, y para hilar el texto, voy a referir a lo largo del mismo,  algunas de las opiniones llenas de elogios hacia Narros recogidas en entrevistas contenidas en este blog.

Iván Hermes, uno de los protagonistas de Yerma, declaraba en noviembre del año pasado: "Miguel fue el primero que me dio la oportunidad de subirme a un escenario con Panorama desde el puente (de Arthur Miller). Fue una experiencia maravillosa. El reencuentro con Yerma ha sido como si el tiempo no hubiera pasado, muy cordial y fraternal". Terminaba diciendo: "Es un gusto volver a trabajar con él".


El destino ha querido que Narros se marchara habiendo estrenado la semana pasada en Alcalá de Henares su último montaje: La dama duende de Calderón de la Barca con Iván Hermes, Marcial Álvarez y Eva Marciel de nuevo a sus órdenes junto a Chema León y Diana Palazón.

La dama duende ha sido su última función estrenada dentro de una lista de obras extensísima que él puso en pie, las últimas de ellas con su productora Producciones Faraute junto a Celestino Aranda.

Otra de las características que definieron a Miguel Narros fue su amor por Sevilla, donde pasaba temporadas y ciudad muchas veces escogida para el estreno nacional de sus obras. Siguiendo con el recorrido, de manera personal diré que el primer estreno que presencié de una obra dirigida por él, fue El sueño de una noche de verano de William Shakespeare en mayo del 2003, un montaje espectacular con Verónica Forqué, Vladimir Cruz, David Zarzo y Mariano Alameda, entre otros.
Uno de los programas de estreno
Verónica Forqué ha sido otra de las actrices que trabajó con él, con esta obra de  Shakespeare como punto de partida de cuatro obras inolvidables: Doña Rosita la soltera de Lorca, la reposición de Ay, Carmela de Sanchis Sinesterra que Forqué estrenó en 1987, y La abeja reina de Charlotte Jones, otro estreno nacional en Sevilla, en marzo del 2009, con Miguel Rellán, Alba Alonso y Marta Fernández Muro.
Miguel Rellán y Verónica Forqué en La abeja reina
También estrenó en la capital hispalense La cena de los generales de José Luis Alonso de Santos en octubre de 2008, con el desaparecido Sancho Gracia y Juanjo Cucalón al frente de un extensísimo reparto.

Yendo un poco hacia atrás, la primera obra que vi dirigida por él fue Los puentes de Madison que vino a Sevilla en mayo del 2002. La protagonizaban Hector Colomé y Charo López. Precisamente, la bella actriz salmantina me habló de Narros en una entrevista que me concedió en junio del año pasado cuando vino con Carcajada salvaje.

Charo López, que había trabajado con Narros en obras como La Paz de Aristófanes, La marquesa Rosalinda, de Valle Inclán o El condenado por desconfiado de Tirso de Molina me dijo lo siguiente: "Narros tiene esa sabiduría que sólo encuentras en los grandes, que conoce al ser humano profundamente bien. Es un hombre de una sensibilidad, de una entrega que hace que cuando estás trabajando con él tú no sientes que te está dirigiendo. Es un hombre que te toma de la mano para que tú crezcas y crezcas y crezcas. Se implica y te sientes muy protegido y eso es muy bueno".
Los puentes de Madison
Esta es otra muestra más del cariño hacia un hombre que amaba el teatro y mimaba a sus actores ya que Miguel Narros dejó huella en muchas de las personas que trabajaron con él desde sus colaboraciones con William Layton, José Carlos Plaza y Arnold Taraborrelli, creadores del Teatro Estable Castellano (TEC). Precisamente con Layton, Plaza y Taraborrelli, montó una inolvidable versión de Tío Vania de Chéjov en 1978 con Ana Belén y José Pedro Carrión, una obra que a este último marcó mucho, como me confesó en una entrevista con motivo de la representación de Júbilo Terminal:   "Salió un espectáculo redondo. Para mí fue mi bautismo de fuego. Con veintiocho años hice un personaje de cuarenta y ocho. Tuve un reconocimiento muy importante dentro de la profesión, me abrió muchos caminos para que en el futuro me dieran grandes papeles".
José Pedro Carrión trabajó muchas veces con Narros
Miguel Narros dirigió a Carrión además en otras obras como Seis personajes en busca de autor de Pirandello en 1982, El Rey Lear de Shakespeare en 1983, un primer montaje de El sueño de una noche de verano, en 1986, Largo viaje hacia la noche de Eugene O'Neill en 1989 o Marat Sade de Peter Weiss en 1993.

Narros fue capaz de sacar lo mejor de los actores con los que trabajaba. Mencionadas ya sus experiencias con Verónica Forqué, José Pedro Carrión o Charo López, hay que destacar también el papel que jugó en la carrera de Ana Belén, ya que la empezó a dirigir siendo adolescente y la consolidó como actriz teatral a mediados de los 60 con obras como, aparte de la mencionada Tío Vania, Numancia de Cervantes (1966), Las mujeres sabias, de Molière (1967), Las mocedades del Cid de Guillén de Castro (1969), Sabor a miel de Shelagh Delaney (1971) o Antígona de Jean Anouilh (1975), hasta llegar a La Gallarda de Rafael Alberti, estrenada durante la Expo' 92.
Ana Belén se consolidó en el teatro con Miguel Narros
Narros también demostró su saber hacer con las nuevas generaciones de actores y ayudantes de escena. Ejemplo de ello son tres casos a destacar: María Adánez guarda un gran recuerdo de sus experiencias con Narros, quien la dirigió en Salomé, de Oscar Wilde (2005) y La señorita Julia de August Strindberg (2007).
 
María Adánez y Raúl Prieto en La señorita Julia
Más tarde se dio la circunstancia de que María Adánez protagonizó con Cristina Marcos La escuela de la desobediencia con dirección de Luis Luque, ayudante de dirección de Narros en sus últimos montajes y Marcos había sido dirigida por Narros en Así que pasen cinco años de Lorca.

Miguel Narros nos deja un gran vacío pero quedará en el recuerdo de quienes tuvimos la suerte de conocerle, aunque fuera brevemente como un servidor, y, sobre todo, nos queda esa energía para dirigir obras muy variadas que hicieron que muchos amásemos más el teatro. Por todo lo dicho, descanse en paz, querido Miguel Narros.

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