lunes, 22 de diciembre de 2014

De España a Constantinopla con la risa como vehículo

                               CRÍTICA TEATRAL: MISIÓN FLORIMÓN

Un divertido viaje en el tiempo. Eso es, en esencia, Misión Florimón, una muy buena adaptación de la exitosa obra escrita por Sebastien Azzopardi y Sacha Danino que arrasa en Francia. Jugando con la Historia la obra no pierde en ningún momento el aire de parodia o Spoof, un género del que en el cine hemos disfrutado de gratos ejemplos como Aterriza como puedas (1980), La vida de Brian (1979) o Las locas, locas aventuras de Robin Hood (1993).

YLLANA dirige una disparatada historia que tiene en el elenco de actores su gran baza. Todos están a una por una obra que busca, y consigue, arrancar carcajadas al espectador. Como digo, el tono de parodia da para mucho, incluso para dar cabida a la ruptura de las convenciones teatrales. El tono de la obra hace que se ría de muchos temas, como la religión (el fragmento en el Vaticano está muy logrado), la muerte, las autoridades, la justicia o las luchas por el amor de una mujer o por conservar la propia vida.

Incidiendo aún más en el trabajo de los actores, Santiago Molero (el entrañable Cipri de la serie Águila Roja), Marcelo Casas y Jesús Cabrero (estos últimos juntos anteriormente en la original y divertidísima Por los pelos), hacen un gran trabajo interpreatando cada uno a distintos personajes a lo largo de la función. Molero y Cabrero hacen una gran creación, por ejemplo, de dos presos rusos en un disparate metateatral que hace las delicias del público.

Por otra parte, me descubro ante la vis cómica de Cristina Goyanes, en la primera ocasión en que la veo sobre las tablas pero que confirma, junto con su hermano Ramón y sus primos Javier Collado, Rebeca y Pablo Tébar, la sólida continuidad de una de las sagas artísticas más queridas por el público de este país. Goyanes, en el papel de Mariflor, insufla a su personaje picardía y sensualidad para llevar a buen puerto una de las sorpresas argumentales de la obra.

Por su parte José Carrillo, con su simpática sonrisa de oreja a oreja, hace una muy buena composición como Florimón, quien sin comerlo ni beberlo, se ve  como la última esperanza para salvar la dinastía de los Austrias por petición de Carlos II El Hechizado.

Los continuos acontecimientos y la sucesión de hilarantes personajes convierten a Misión Florimón en el plan perfecto para pasar una agradable tarde de teatro y olvidarse durante un rato de los problemas de la vida cotidiana. Por los motivos expuestos, no es de extrañar el éxito de esta función en los tres fines de semana que ha permanecido en el Teatro Quintero de Sevilla.  

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