domingo, 7 de junio de 2015

Luis Rallo: "En 'Medea' los personajes están fuera de su hábitat natural"

Luis Rallo vive estos días con ilusión, ya que vuelve al Festival de Mérida, una experiencia que repite ya que estuvo anteriormente en el 2004 con Yo, Claudio de Robert Graves y en el 2013 con Hécuba de Eurípides. En ambas ocasiones fue dirigido por el maestro José Carlos Plaza al igual que ocurre ahora con Medea, que se representará en dicho Festival del 1 al 5 de julio, y donde compartirá escena con Ana Belén, Adolfo Fernández, Consuelo Trujillo, Alberto Berzal, Olga Rodríguez y Polka. 

Medea es otro paso de gigante para Rallo, un gran actor cordobés que complementó su formación en el Laboratorio de William Layton y que ha trabajado siete veces con Plaza, y otros maestros como Miguel Narros, Lluis Pasqual o Francisco Vidal.
Luis Rallo*
El Rinconcillo de Reche entrevistó a Luis Rallo para que nos contase detalles de Medea y repasar una trayectoria teatral que abarca obras de autores como William Shakespeare, Valle-Inclán, Tennessee Williams, Federico García Lorca o Sam Shepard, además de los anteriormente mencionados entre otros, y de un trabajo televisivo muy especial. Pasen y lean. 

Pregunta: Medea supone para usted varias cosas: Volver al Festival de Mérida con una tragedia griega y dirigido por José Carlos Plaza...

Luis Rallo: Sí, será la tercera vez que trabaje en Mérida, y he tenido la suerte de que en las tres ocasiones lo haya hecho de la mano de José Carlos Plaza. La verdad es que estoy muy contento.

P.: ¿Ha notado una manera distinta, por parte de José Carlos Plaza, de afrontar la dirección de Medea con respecto a las dos experiencias anteriores en el Festival de Mérida?

L.R.: En la manera de encarar el trabajo no. Él, aunque ha dirigido muchas obras de géneros muy distintos, no da nada por sentado ni por sabido. Eso hace que cada proyecto sea nuevo. Tiene un estilo y una forma de trabajar que es común en las tres experiencias. Lo que ocurre es que, mientras Yo, Claudio tenía una parte más política y se centraba en los recuerdos, siendo una especie de biopic, Hécuba y Medea sí son tragedias propiamente dichas. En el caso de Medea la dramaturgia la ha hecho Vicente Molina Foix basándose en varias versiones teatrales (de Eurípides y Séneca) y en textos de Apolonio de Rodas. El resultado es precioso, una maravilla. Además tiene las emociones en estado puro y un reparto que es un lujo.

P.: Dentro de todas las tragedias griegas ¿Puede decirse que Medea es de las más tremendas?

L.R.: Claro. Trata un tema tabú como es el de una madre que mata a sus propios hijos por venganza. Se puede entender así o como la de una persona que siente que sus hijos ya no son suyos. Hay algo que se asemeja al mundo animal cuando las propias madres no reconocen a sus crías al haberse separado de ellas y acaban matándolas, por usar un símil parecido, para entender de alguna manera un personaje que, a priori, se nos escapa, aunque veamos sucesos parecidos en los informativos. Tiene la dimensión de alguien que ha perdido la razón.

P.: Ha mencionado el reparto, donde hay personas con las que ya ha trabajado, como Alberto Berzal, con quien trabajó en Yo, Claudio Hamlet, La Tempestad y Hécuba...

L.R.: Así es. También hicimos True West de Sam Shepard, una producción de ambos que también dirigió José Carlos Plaza. Estuvimos representándola en los Teatros del Canal y en el Teatro Lara. Alberto es como mi hermano.
 En True West de Sam Shepard*
Cuando me vine a Madrid hace veinte años coincidí con él estudiando y luego formamos compañía juntos, además de Israel Frías, que es otro amigo hermano del alma. Luego en el reparto está también Consuelo Trujillo, con quien había coincidido en Bodas de sangre, donde ella interpretaba a mi madre, y también coincidí ahí con Olga Rodríguez. Y luego Ana Belén, que no había trabajado nunca con ella.

P.: Volver a coincidir con compañeros en un proyecto, ya sea compartiendo escenario como los nombres mencionados o miembros del equipo técnico, como el maestro Pedro Moreno en el vestuario, tiene que infundirle seguridad a la hora de trabajar ¿no?

L.R.: Efectivamente, porque son muy buenos en su trabajo. Con sólo ver el figurín que ha imaginado Pedro Moreno ya te van dando muchas cosas para ir entendiendo poco a poco el personaje que vas a interpretar. Es un grupo de gente creativa a tu alrededor que saca lo mejor de ti.

P.: Centrándonos en su personaje ¿José Carlos Plaza le ha dado algún matiz para interpretarlo?

L.R.: José Carlos Plaza llega al primer día de ensayos con todo desmenuzado y te va dando notas. El trabajo que él hace está envuelto en muchas capas y tiene una gran profundidad. Mi personaje es el preceptor o pedagogo. Es un intelectual. Es la razón dentro de la obra, que es una sinrazón. Toda  su vida la ha basado en transmitir sus conocimientos, sobre todo a los niños. Todos los personajes son exiliados, porque nadie está donde realmente quiere. Proceden de lugares diferentes y están fuera de hábitat natural. Mi personaje tiene una máscara que, con los acontecimientos que se van sucediendo, se viene abajo, algo muy atractivo para un actor.

P.: Por lo que dice, el público verá unos cambios drásticos en los personajes...

L.R.: Hay personajes con una determinación desde el principio, y el acontecimiento traumático que sucede en la obra los transforma a todos. José Carlos lo define muy bien: "Cuando comienza la función la tragedia ya ha ocurrido". Esto es debido a que la obra comienza con los preparativos de la boda entre Jasón y Creúsa, lo cual desencadenará toda la tragedia que sucederá después.

P.: Si hacemos cuentas creo que es la séptima vez que trabaja con José Carlos Plaza... 

L.R.: Creo que sí, comenzamos con Divinas palabras en el Teatro Real, La rosa tatuada al año siguiente, luego Yo, Claudio, Bodas de sangre...

P.: Además fue profesor suyo en el Laboratorio William Layton...

L.R.: Sí. Al fallecer William Layton mucha gente volvió al Laboratorio y tuvimos la suerte de que personas como José Carlos, Miguel Narros o Mariano Barroso se involucrasen en él de nuevo. José Carlos tiene una gran capacidad de entrega y siempre está vinculado con las nuevas generaciones que van surgiendo. Tuvimos  la suerte de que nuestro grupo estaba muy unido y él fue nuestro mentor y maestro. Los primeros pasos fueron con él y luego tuvimos la suerte de continuar trabajando a su lado.

P.: Poder hacer con un mismo director varias obras de géneros y autores muy distintos supongo aportará mucha experiencia porque le da la oportunidad de tocar muchos palos, como suele decirse...

L.R.: Por supuesto, haces desde tragedia griega a una obra americana contemporánea. Lo bueno es que siempre son obras apasionantes y que quieran contar contigo es algo que no tiene precio: hacer una obra de Lorca, de Eurípides, de Tennessee Williams, te enriquece como actor.

P.: Ahora quisiera detenerme en la primera vez que yo le veo actuar sobre un escenario. Fue en el díptico Hamlet/La Tempestad. Iván Hermes me dijo en una entrevista que fue una de las experiencias que recuerda con mayor agrado porque significaba volver a formar una compañía de repertorio como las de antes... 

L.R.: Totalmente. Para empezar estuvimos cinco meses en Bilbao. Cuando ves, por ejemplo, a la Royal Shakespeare Company, piensas que trabajar así debe ser lo más parecido. Era una dedicación absoluta. Lluis Pasqual concibió no solo montar Hamlet y La Tempestad sino crear una compañía. Hacíamos actividades previas a ensayar, como pilates. Luego ensayábamos La Tempestad por la mañana y Hamlet por la tarde. También tuvimos  clases de música y magistrales con personas como Anna Lizarán, centradas en el clown o el trabajo que ella había hecho con Lecoq. Luego los actores que eran de allí, como el desaparecido Aitor Mazo o Joseba Apaolaza nos hicieron sentir como en casa. Trabajamos con gente de primera: Helio Pedregal, Eduard Fernández o Marisa Paredes.

P.: Otro maestro con el que trabaja es Miguel Narros en Panorama desde el puente de Arthur Miller, otra experiencia, supongo, grabada en su cerebro...

L.R.: Pues sí. A mí es de los montaje de Narros, y no es porque yo estuviese en él, que considero más especiales para todos. Era además un texto de Miller y Miguel Narros trabajando era como un niño grande jugando porque se lo pasaba en grande.

P.: Ahondando en dos experiencias mencionadas con anterioridad,  con Bodas de sangre se adentró en el universo de Federico García Lorca. Debió de ser fascinante ¿no? 

L.R.: Absolutamente. Además es que no tiene fin, nunca llegas al fondo del todo. Lorca es un autor con mucha fuerza: en lo que dice y en cómo lo dice. Es de los autores que están tocados con una varita mágica y como actor es de las funciones que piensas que ojalá siempre pudiera hacer. Además, ya en vida tenía algo que trascendía y los años lo que  han hecho ha sido agrandar su figura.

P.: Ahora quisiera pasar a Hécuba, una obra con la que el teatro se caía de los aplausos, y usted interpreta al personaje por el que se dice que Shakespeare se inspiró en esta obra para escribir Hamlet... 

L.R.: Sí, es que tiene muchos elementos. Nosotros ya lo comentábamos en los ensayos. La diferencia es que en Hamlet el desencadenante de la tragedia  es el fantasma del padre y en Hécuba es el fantasma del hijo. Además son personajes que tienen la complicación de no ser seres de carne y hueso, pero hacer de fantasma es una bonita experiencia. Y la escena final con Concha Velasco arrodillada y queriéndose enterrar en vida es para quedarse de piedra.
El actor tumbado a la izquierda en la escena final de Hécuba*
P.: Para finalizar quisiera mencionar un trabajo televisivo. La miniserie Días sin Luz fue muy impactante con unas interpretaciones de todo el reparto espectaculares...

L.R.: Para todos los que participamos en ese proyecto supuso mucho porque tratar temas delicados siempre es complicado pero si además, como en este caso, son hechos reales, la complicación es mayor porque eres consciente de que el sufrimiento de la persona que estás interpretando no lo vas a percibir ni de lejos pero es cuestión de poner todo de tu parte para que la historia llegue y que se entienda el sufrimiento de una familia.

P.: Además de tratar un suceso real, las personas a las que se interpretaban están vivas... 

L.R.: Claro, siempre hay un peligro de caer en el oportunismo pero en este caso, la familia apoyaba el proyecto, algo con lo que el director, Antonio Hernández, quería contar porque tenía claro que si no era así no lo hacía. Además el morbo no tenía cabida. Trata la desesperación de una familia. Es el trabajo más especial que he hecho en televisión.       

*FOTOS CEDIDAS POR LUIS RALLO

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