lunes, 11 de septiembre de 2017

Sergio Ramos: "El proceso de creación de 'La Orestíada' fue un período de aprendizaje impresionante"

Sergio Ramos (Zaragoza, 1992) es un joven actor formado en la ESAD de Castilla y León que ha afrontado retos profesionales que curten como persona y como profesional: Este verano formó parte del coro de La Orestíada de Esquilo que, dirigida por José Carlos Plaza, inauguró la última edición del Festival de Mérida. Ramos tuvo de compañeros en el coro a Montse Peidro, Jorge Torres, Pepa Gracia, Carmelo Crespo, Emilio Gómez, Charo Zapardiel y Ana Goya para complementar la tragedia familiar que escenificaron Ana Wagener, Alberto Berzal, María Isasi, Juan Fernández, Amaia Salamanca, Ricardo Gómez, Roberto Álvarez y Felipe Gª Vélez. Con anterioridad había dado vida a Alan en Equus de Peter Shaffer bajo la dirección de Carlos Martínez-Abarca. Actualmente trabaja un texto de un autor alemán contemporáneo con la ilusión por bandera. El Rinconcillo de Reche habló con Sergio Ramos sobre estos montajes y otros aspectos de su carrera que no ha hecho más que despegar.
El actor zaragozano Sergio Ramos. Javier Naval

Pregunta: ¿Qué ha supuesto para usted, un joven de 24 años, actuar en el Teatro Romano de Mérida?


Sergio Ramos: Es difícil de explicar porque la sensación es muy grande. Yo, antes de La Orestiada, no había estado allí ni como espectador. El primer día entré por la puerta de actores y me crucé con José Carlos Plaza. Él me dijo: "Vas a entrar conmigo por la puerta principal, que es por la que yo entré hace más de cuarenta años". Y entré por la puerta principal del escenario con él y con Carlos Martínez-Abarca, ayudante de dirección del montaje, y mi director en Equus. Ese espacio tiene una energía especial que ya te coloca en otro lugar. Además, la primera vez que hicimos un pase general por la noche fue algo mágico, porque el espacio se transforma.

P.: Usted, en La Orestíada, forma parte de un coro que integran ocho personas y que acompañan a los ocho personajes principales de la tragedia de Esquilo. Tuve la sensación que era un coro concebido no a la manera tradicional, por el modo en el que se decían las frases, el ritmo ¿Cómo trabajaron con Plaza este aspecto concreto del montaje?

S.R.: Fue un trabajo muy fino, porque, trabajar un mismo texto ocho personas en un espacio como el de Mérida, tiene sus riesgos porque, si no se trata bien, una cosa puede ensuciar otras y el resultado final fue el que buscaba José Carlos. Hay que partir de la base de que la versión que hizo Luis García Montero es muy actual y, con el coro se pretende reflejar a un colectivo, dando a cada uno de los integrantes, una individualidad muy concreta. Aunque todos participábamos de un imaginario colectivo común, cada uno tenía sus propias circunstancias, deseos y objetivos. Por encima de esas ocho individualidades existía un mismo hilo de pensamiento.

P.: Durante la representación me percaté de que usted corría mucho por el escenario ¿hubo una preparación física para ese aspecto del personaje?

S.R.: Mérida es un espacio muy concreto y, aunque nosotros trabajamos en un espacio muy grande, no era Mérida. Los cinco primeros días allí nos sirvió para acostumbrarnos al espacio y hubo que reajustar un poco con respecto a la sala de ensayos donde estuvimos previamente.

P.: ¿Cómo trabajó José Carlos Plaza con usted? ¿Qué destacaría de él como director de escena?

S.R.: Cuando él me llamó para trabajar con él no me lo podía creer y estuve unos días pensando en lo que me había pasado. Se da la circunstancia de que José Carlos Plaza es maestro de Carlos Martínez-Abarca y él es mi maestro. Aparte de que la manera de trabajar de José Carlos no me era desconocida, había oído hablar mucho de él y poder estar con él lo tomé con muchas ganas porque era estar con el maestro de mi maestro. En el proceso de ensayos José Carlos no te suelta ni a la mínima. Se encarga de que tu trabajo esté en el lugar donde debe estar y lo va a intentar hasta el último momento. Fue un período de aprendizaje impresionante.
Ramos a la derecha de la imagen en un momento de La Orestiada. Jero Morales

P.: Siempre me gusta destacar a miembros del equipo técnico, que, además, son habituales en los espectáculos de Plaza ¿Qué me dice de Pedro Moreno y Juan Pedro Hernández?  

S.R.: Son impresionantes. José Carlos Plaza se rodea de los mejores y se nota que tienen una conexión a la hora de trabajar juntos y además aprendes por todos lados viéndoles realizar su trabajo. Era como un sueño, la verdad.

P.: ¿Qué recuerdos tiene de los cinco días que representaron la obra?

S.R.: Una de las cosas que más me llamó la atención fue que el coro aparece en el primer acto y en el tercero. Entre ambos han transcurrido ocho años y por lo tanto, esos personajes tenían ocho años más. Yo, en el primer acto, soy un niño, y en el tercero estoy más crecido y una de las cosas que más preguntaba la gente era la razón de que en el tercer acto llevase gafas.

P.: Yo pensé que, al haber pasado unos años, el personaje podía haberse convertido en un joven intelectual y que, sobre todo, ha pasado de niño a hombre...

S.R.: Claro, creo que eso es lo que José Carlos pretendía con mi personaje: que se notase un cambio notable en él.

P.: Para cambiar de tema me gustaría pasar ahora Equus, un clásico contemporáneo del teatro en el que daba vida a Alan, un personaje muy complejo que afronta con menos edad aún...

S.R.: Sí, cuando empecé a ensayar la obra tenía 22 años.

P.: Es una obra de una gran carga simbólica y que supuso un hito del teatro en España por el año en el que se estrenó ¿Qué supuso meterse en un personaje de tal envergadura?

S.R.: Para mí fue un antes y un después en mi carrera el hacer Equus, por muchos factores. El primero ser dirigido por Carlos Martínez-Abarca. En las críticas han hablado muy bien de mi trabajo pero hubiese sido imposible si Carlos no hubiera estado allí porque, además de mi maestro, es una persona diez a nivel profesional. Hace un trabajo con los actores inmejorable y en ese sentido se parece mucho a José Carlos Plaza: Va al detalle para que el trabajo en general y el tuyo en particular sea lo mejor posible. También hay que destacar que Equus estuvo programada durante un año. Eso hizo que llegase a una especie de comunión con mi personaje y me sigue tiempo después de haberla dejado de hacer.

P.: Cuando entrevisté a Carlos Martínez-Abarca me dio la sensación de que, a pesar de ser Alan un personaje complejo, tenía muy claro por dónde quería llevarlo y eso es básico para llevar un personaje así a buen puerto...

S.R.: Sí, Carlos tiene varias cosas que son necesarias para trabajar: Tiene un conocimiento no absoluto sino lo siguiente sobre la obra y él trabaja con el actor y de tu trabajo saca lo que considera necesario. Eso es precioso, ya que es más orgánico y más vívido que el actor comprenda por dónde se desarrolla el personaje a la vez que lo va haciendo.
Sergio Ramos interpretando a Alan en Equus. Juan Millás

P.: Equus se conoce por el desnudo físico y emocional del protagonista, se trata la sexualidad y la religión, que van de la mano ¿Cómo trabajó todos esos aspectos del personaje?

S.R.: Pues los ensayos comenzaron en noviembre y se alargaron hasta enero, sin embargo con anterioridad ya habíamos empezado en unos talleres a trabajar con los caballos y yo estaba allí aunque no interpretase a ninguno. Desde finales de agosto y septiembre yo hice un trabajo muy físico con Carlos para ir captando cosas del personaje e ir incorporándolas. Carlos dice algo que yo comparto totalmente: Hay ciertos personajes tan humanos que, al ir más allá del estudio, o les dedicas parte de ti, creando algo tan personal donde ni un dramaturgo ni un director pueden entrar, o es imposible abarcarlos porque son personajes enormes, como Hamlet por ejemplo. Pero todo el estudio técnico y de las circunstancias lo hice de la mano de Carlos. Estuve leyendo la Biblia porque era necesario para crear a Alan. El tema sexual había que ponerlo sobre la mesa y alternarlo con otras cosas que tienes que leer.

P.: La Orestíada no es su primer contacto con la tragedia griega ya que en sus inicios interpretó a Hipólito en Fedra's Downfall... 

S.R.: Sí. A partir del mito clásico de Fedra se hizo una dramaturgia contemporánea que no tiene  nada que ver a la que hizo Racine u otros autores. Fue un montaje que ya trabajamos antes de salir de la Escuela. Fue un proceso muy de laboratorio. Lo dirigió un compañero nuestro de dirección, Alejandro Renedo, cuyo texto lo empezamos a trabajar al comenzar el cuarto año de carrera. Tuvimos unos meses de trabajo experimental y lo estrenamos en Valladolid y luego la hicimos en Zaragoza. Fue un trabajo muy satisfactorio donde estaba María Heredia, compañera mía en Equus.

P.: En su formación llama la atención los días que pasó en Rusia... 

S.R.: Fueron entre diez y quince días. Era un proyecto de la ESAD de Castilla y León. En el segundo año, algunos alumnos podían ir a la Escuela de San Petersburgo y tuve la suerte de poder ir. Pude apreciar las diferencias entre Rusia y España en el terreno de la interpretación, que se apreciaba mucho en el plan de estudios.

Para terminar le propongo un minitest cultural:

a) Espectáculo teatral que se le ha quedado grabado en la memoria

S.R.: Pues sería Slava's SnowShow, un espectáculo de clown gestual muy conocido a nivel mundial, lo vi en primero o segundo de bachillerato.

b) Personaje que le gustaría interpretar a lo largo de su carrera

S.R.: Pues el primero que se me viene a la cabeza sería Calígula de Camus, porque me parece un reto como actor y es un personaje que, como Clitemnestra u Orestes, hay que enfrentarlo de cara. Calígula es un personaje oscuro y entrar en ciertos lugares propios es incómodo a nivel personal pero eso me gusta.

c) Película que no olvidó

S.R.: La Milla Verde (Frank Darabont, 1999). Me dejó K.O.

d) Libro que le marcó

S.R.: La saga Harry Potter, porque me enganchó a la lectura y me hizo conocer el mundo haciendo volar tu imaginación.

e) Su serie favorita

S.R.: Serían tres: Breaking Bad, Juego de Tronos y House of Cards.

No hay comentarios:

Publicar un comentario