jueves, 6 de septiembre de 2018

"La gaviota": Deseos frustrados

Antón Chéjov (1860-1904) es uno de los grandes escritores de la literatura mundial. Sus obras, centradas en analizar la sociedad de su época y explorar el alma humana han tenido una gran aceptación por parte del público. El autor ruso tiene varias obras maestras indiscutibles en su producción literaria: Tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, todas ellas llevadas a la gran pantalla, así como sus relatos cortos que dieron lugar, por ejemplo, a Ojos negros (Nikita Mikhalkov, 1987) con el gran Marcello Mastroianni. Una cuarta obra maestra teatral suya es La gaviota, de la cual irá esta crítica por la adaptación cinematográfica estrenada en España esta semana.

Un servidor iba ya sabiendo todo lo que iba a ver ya que la había visto dos veces en teatro: un montaje clásico en el mejor sentido de la palabra, en 2002, dirigido por Amelia Ochandiano y protagonizado por Roberto Enríquez, Silvia Abascal, Carmen Elías y Pedro Casablanc entre otros y en 2013 una versión mucho más acelerada del director argentino Daniel Veronese titulada Los hijos se han dormido con Pablo Rivero, Susi Sánchez, Malena Alterio, Marina Salas, Miguel Rellán y Ginés García Millán. Además un servidor también pudo ver un magnífico Estudio 1 de la obra con Irene Gutiérrez Caba, Julieta Serrano y Julián Mateos (hay otros dos: uno de nuevo con Mateos acompañado en esta ocasión por Luisa Sala, María Massip y Fernando Rey, y otro ya en los 80 con Pedro Mari Sánchez, María José Goyanes y María Asquerino, que era una grabación de una función del montaje que se representaba en aquel momento en el Teatro Bellas Artes de Madrid).

Ya centrando la atención en la película, un servidor admite que es la primera vez que ve La gaviota en el cine ya que aún tiene pendiente la adaptación que dirigió Sidney Lumet en 1968 con Vanessa Redgrave, James Mason y Simone Signoret. El filme actual está dirigido por el estadounidense Michael Mayer que se curtíó en la televisión tras debutar en la dirección de largometrajes con Una casa en el fin del mundo (2006), filme protagonizado por Colin Farrel, Robin Wright y Sissy Spacek

Esta adaptación tiene varias particularidades. La primera de todas es que se empezó a rodar en 2015 y por causas que un servidor desconoce se ha estrenado ahora, no sólo en España, sino en todo el mundo.  Anécdota aparte, la adaptación es bastante fiel a la obra de Chéjov y, aunque sobrepasa la hora y media está todo lo esencial. No la han modernizado sino que la han ubicado temporalmete a comienzos del siglo XX y la ambientación está conseguida con un vestuario de Ann Roth, ganadora del Oscar por El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), muy acertado ya que no es nada pomposo ni exagerado en los colores y corresponden a la época en que tiene lugar la acción. 

Ahondando en la adaptación de la que antes se ha hecho un apunte, se puede decir que tiene pros y contras. Entre los primeros destaca el hecho de que, siendo una adaptación de una obra de teatro, la planificación y las interpretaciones están despojadas de toda teatralidad, lo cual se agradece, y resuelve con diversos recursos algunas escenas para que sea más cinematográfico el resultado.

En el caso de los factores en contra un servidor destaca dos: que se recurra al manido comienzo por el final para luego volver al principio y enlazarlo con lo que se vio en los primeros minutos. Un servidor piensa que ya es algo muy trillado y no aporta gran cosa. Otro error, según un punto de vista personal, es mostrar la preparación del impactante final cuando en la obra de teatro el personaje que lo protagoniza se marcha del escenario y se escucha un sonido, por lo que mostrarlo le quita toda la sorpresa que podría ocasionar a los espectadores que no la han visto y además han eliminado la frase final donde un personaje le dice a otro lo que realmente ha ocurrido sobre el origen del mencionado sonido (un servidor no puede ser más explícito para no hacer spoiler).

La gaviota es una obra con unos personajes muy definidos que toca temas como el deseo de triunfar en el teatro, el amor y, sobre todo, el desamor, con unos personajes que tienen sueños que no se cumplen y otros que se resignan a lo que les ha tocado y maquillan su situación como pueden aunque en el fondo sean infelices. Para mostrar todo esto se necesitan actores entregados y el reparto es uno de los aciertos de esta versión.

Si hablamos en general, tres actrices sobresalen: Annette Bening, que encarnó a Gloria Grahame en la magnífica Las estrellas de cine no mueren en Liverpool (Paul McGuigan, 2017) hace un gran trabajo dando vida a Irina, la consagrada actriz. Es un deleite verla interpretar porque, además, siendo el personaje una diva, no se ha optado por una manera de hablar ampulosa ni movimientos exagerados, características de este tipo de personas, pero eso no quita para que sea dura y crítica con su hijo, Konstantin, encarnado magníficamente por Billy Howle. Este muestra sus ganas de triunfar y de tener una vida feliz pero el fracaso y la insatisfacción le hacen mostrar su lado sensible y frágil. En el terreno amoroso sufre por el amor que siente hacia Nina una joven aspirante a actriz que interpreta Saoirse Ronan, quien vuelve a coincidir con Howle tras En la playa de Chesil (Dominic Cooke, 2017).

Ronan expresa muy bien esas ganas de triunfar en el mundo de la interpretación y destaca cómo se va fascinando por la personalidad de Trigorin el autor de éxito interpretado por Corey Stoll. Aunque se hayan mencionado personajes masculinos y los actores respectivos un servidor no se olvida del tercer personaje femenino destacable: Masha, encarnada maravillosamente por Elisabeth Moss. La protagonista de la exitosa serie El cuento de la criada y vista también en The Square (Ruben Östlund, 2017), hace una composición genial, mostrando con su rostro la amargura por un amor no correspondido y su forzado conformismo motivado por la circunstancias. Es un personaje del que uno se queda con ganas de más. Para terminar con las interpretaciones un servidor destaca la que hace el veterano Brian Dennehy, el recordado sheriff de Acorralado. Rambo (Ted Kotcheff, 1982) como el dueño de la casa de campo donde tienen lugar los acontecimientos y hermano del personaje de Bening.

Las interpretaciones y la ambientación son los principales atractivos de este nuevo acercamiento al universo creativo de Chéjov. No maravilla pero tampoco disgusta porque está hecha con respeto al autor y la historia que cuenta es, de raíz, interesante, por el laberinto de emociones, aspiraciones y sentimientos que se juntan en una casa de campo.    

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