miércoles, 5 de septiembre de 2018

"El viaje de Nisha": Entornos opresivos

La rectitud y el cumplimiento de unas normas (por unas férreas creencias religiosas, morales o el cumplimiento de tradiciones culturales) pueden convertir el "dulce hogar" del dicho en un infierno para los hijos. Esta situación ha sido tratada en el cine de diversas maneras como en la obra maestra Fanny y Alexander (1982), del gran Ingmar Bergman, donde los niños del título pasan del agradable ambiente de la casa familiar a un lugar totalmente opuesto al ir a vivir con su padrastro, donde la severidad y la austeridad eran las notas dominantes. También la española Crimen en familia (Santiago San Miguel, 1985), basada en hechos reales y encabezada por Agustín González, Charo López y Cristina Marsillach muestra las consecuencias de la violenta actitud del cabeza de familia. Para acabar, otros dos ejemplos destacados de hijos oprimidos por las imposiciones paternas serían Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999) o Mustang (Denis Gamze Ergüven, 2015).

Lo dicho en el párrafo precedente sirve para introducir la radical (adjetivo con connotaciones positivas en este caso) propuesta que es El viaje de Nisha, inspirada en una experiencia personal de su directora, la también actriz y guionista Iram Haq, quien también firma el guión de este filme, el segundo de su carrera. 

Haq expone los contrastes de mantener las tradiciones familiares, en este caso paquistaníes, en un país europeo como es Noruega, donde se vive sin esas ataduras culturales. Haq va directamente al grano y a los cinco minutos el espectador ya nota ese miedo en el ambiente familiar, lo cual explota al ser la adolescente protagonista (la maravillosa debutante Maria Mozhdah)  pillada en una situación intolerable para el cabeza de familia encarnado por el actor hindú Adil Hussain, visto en la premiada La vida de Pi (Ang Lee, 2012) y en cartelera actualmente con Hotel Salvación (Shubhashish Bhutiani, 2016) y que transmite a la perfección esa severa intransigencia con actitudes violentas y un concepto de la honra familiar extremísimo.

La película, que tiene un arranque potente, no baja el nivel de tensión prácticamente en ningún instante porque la estancia de la joven protagonista en el país de origen de la familia está llena de sinsabores, donde un hilo de esperanza con el amor como balón de oxígeno se corta radicalmente con una escena sobrecogedora por parte de las fuerzas del orden del país. 

La cineasta es tan determinante en lo que desea contar que salva a muy pocos personajes porque incluso algunas mujeres son mostradas con un alto grado de intolerancia, severidad y de permisividad ante las acciones de los hombres, aunque también es cierto que puede entenderse que ya tienen interiorizado lo que no deben hacer para no sufrir ellas las consecuencias de actos inmorales según las tradiciones del país, un Pakistán recreado en India, por cierto.

El viaje de Nisha es una película hecha a conciencia, con un final entre la incertidumbre y la esperanza que muestra los niveles de radicalismo en el seno de la familia que incluyen hasta matrimonios concertados sin que los hijos pinchen ni corten. Es un filme para concienciar acerca de las tradiciones de países cuya cultura tiene severos preceptos, los cuales, si no se siguen al pie de la letra, pueden amargar la vida a las personas que no los acatan. Nisha, tras su dura experiencia y sufrir situaciones al límite, nos enseña que. a veces. hay que tomar decisiones drásticas si uno quiere vivir en paz.      

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