jueves, 29 de marzo de 2012

De amistad y sueños rotos

                        CRÍTICA DE TEATRO: DE RATONES Y HOMBRES

Si el teatro significa transmitir sentimientos y sensaciones en vivo y en directo, De ratones y hombres es una muestra de cómo lograr quedarse impactado en la butaca una vez que se baja el telón. Un servidor iba sólo conociendo el punto de partida pero nada más ya que ni había leído la novela de John Steinbeck ni  había visto las dos películas más recordadas basadas en ella: La de 1939, con Burgess Meredith y Lon Chaney Jr., dirigida por Lewis Milestone, y la de 1992 dirigida por Gary Sinise y protagonizada por él mismo y John Malkovich.

Roberto Alamo, Fernando Cayo e Irene Escolar  Ros Ribas
Este texto, en manos de Miguel del Arco, supone un espectáculo visual y emocional, gracias a un esfuerzo de producción importante que no escatima en elementos para representar sobre el escenario los lugares donde se va desarrollando la acción. Un juego de luces perfecto y una dirección de actores muy acertada confirman la calidad de la obra. Del Arco demuestra su maestría como director, algo que los que tuvimos la suerte de ver La violación de Lucrecia o Veraneantes ya pudimos comprobar.

Los actores tienen un capítulo en esta crítica: La pareja de amigos  que se buscan la vida en un entorno rural compuesta por Fernando Cayo (George) y Roberto Alamo (Lennie) despierta una ternura que hace arrancar más de una sonrisa al espectador. La deficiencia psíquica y la fuerza física de Lennie suponen, a la hora de transmitir ambos aspectos, un desafío para cualquier actor y Roberto Alamo, después de haber visto Urtain, en mi caso en su versión para Estudio 1, y su encarnación de Lennie puedo decir que puede con lo que le echen. El resto del reparto masculino tiene su momento de gloria a lo largo de las dos horas que dura la obra tanto los que interpretan a otros oprimidos por el poder como los personajes de Eduardo Velasco o Emilio Buale como los opresores como Curley (Diego Toucedo).

El contrapunto a tanta testosterona en el escenario lo pone la esposa de Curley a la que encarna una desenvuelta Irene Escolar, quien se muestra sensual, provocativa, desafiante y vulnerable. Lo que sí queda claro es que, inconscientemente, se sabe que ese personaje no es  uno más, sino que dará lugar a algo que no se sabe lo que es, pero que inquieta. El desarrollo de los acontecimientos confirma esta teoría, sin desvelar nada de ello, por supuesto. Pero el destino hace que la relación entre Lennie y George se vea trastocada hasta desembocar en un trágico final que hace que todos sus proyectos para mejorar en la vida se desvanezcan.

Si desconocen la novela de Steinbeck, autor de poderosos dramas como Las uvas de la ira o Al este del Edén, esta es una buena oportunidad de conocer su fuerza y talento narrativos y disfrutar de un poderoso drama donde la amistad y los sueños rotos, como titulo la crítica, son dos de sus pilares básicos. Todo ello con actores de primera y una puesta en escena sobresaliente.   

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