miércoles, 17 de abril de 2013

"Bajarse al moro" vuelve a los escenarios gracias a la Compañía La Kimera Teatro

El 1 de junio es una fecha que debe de marcarse en el calendario de todo aficionado al teatro. Ese día, en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid, los espectadores podrán disfrutar de una de las obras de teatro más populares  de los últimos 25 años: Bajarse al moro, de José Luis Alonso de Santos, un éxito rotundo desde su estreno en 1985.
Cartel de la obraMandela Photography
Este acontecimiento teatral va a ser posible gracias a la joven Compañía La Kimera Teatro, integrada por cuatro actores salidos de la Escuela de Cristina Rota apasionados por la interpretación: Ana Salas, Héctor González, Lucía Espín y Miguel Rascón. Ellos, junto con Lucía Navarro, interpretan, dirigidos por Samuel Señas a personajes a los que previamente actores como Verónica Forqué, Natalia Dicenta, Pedro Mari Sánchez, Jesús Bonilla, Antonio Banderas, Amparo Larrañaga, Aitana Sánchez-Gijón o María Luisa Ponte dieron vida en los escenarios o en el cine.

Salas, González, Espín y Rascón son el ejemplo vivo de que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y con ganas. El Rinconcillo de Reche ha podido comprobarlo con la siguiente entrevista concedida por Miguel Rascón (Jaimito en la obra) en la que nos habla del inminente estreno, del origen de la Compañía y de otros trabajos con ella. Todo ello para ir abriendo boca a la corta espera, porque el tiempo pasa volando y disfrutar de nuevo de Chusa, Jaimito, Elena, Alberto, y  Doña Antonia.  
 Rascón y, al fondo, sus compañeros. Mandela Phtography
Pregunta: ¿Qué les ha hecho decidirse a montar el texto de José Luis Alonso de Santos?

Miguel Rascón: Nosotros lo primero que montamos como compañía fue De Finea y Nise, una adaptación de La dama boba de Lope de Vega. Fue una propuesta para ir al Festival de Almagro con algo diferente con un clásico. Nos dimos cuenta de que esa obra podíamos fusionarla con flamenco y surgió algo muy curioso. El escoger después a Alonso de Santos fue algo entre accidental y buscado. Llevábamos mucho tiempo queriendo montar una obra larga pero queríamos hacer algo contemporáneo, más cercano a nosotros. Queríamos demostrar que podíamos afrontar tanto un texto clásico como uno contemporáneo. Bajarse al moro es una obra muy divertida, la conocíamos mucho y creemos que muestra de una manera muy fresca, natural y entendible para todos los públicos aspectos de la actualidad, y de una manera muy divertida.

P.: ¿La obra se ha trasladado a nuestros días o mantiene el ambiente de los años 80?

M.R.: Se mantiene el ambiente de los 80. De hecho, uno de los retos que nos planteamos como compañía es que el público se sienta en 1985. La escenografía, ambientación, vestuario corresponde a esa época.

P: A la hora de componer los personajes ¿tuvieron en cuenta las interpretaciones de los actores en la adaptación al cine que hizo Fernando Colomo en 1989?

M.R.: No. Es más, hemos intentado que no se parezca en nada dentro de lo que cabe porque el texto es el mismo. Pero nosotros hemos hecho nuestra versión, igual que Colomo hizo la suya y añadió matices a los personajes que José Luis Alonso de Santos no se los puso en la primera versión. Algo así es lo que entendemos nosotros. Se verán acciones y circunstancias similares pero nuestra visión de los personajes es particular y personal, por lo que aquello que hemos podido regalarle al personaje parte directamente de nosotros.

P: ¿Qué cree que tiene la obra para que no haya perdido frescura a pesar de haber transcurrido más de 25 años desde su estreno?

M.R.: Creo que hoy por hoy se vive un espejo de lo que se vivió en aquella época, una especie de despertar, de darnos en las narices contra un muro y que este adormilamiento que hay se vaya de golpe. Se hablan de tantos temas como el aborto, la seguridad social, el derecho a una vivienda digna y a un trabajo...Se habla en esta obra de tantas cosas que son de plena actualidad que le hace ser una obra muy fresca más allá de que está genialmente escrita.
Los protagonistas de Bajarse al moro. Mandela Photography
P: ¿Qué hace nacer a La Kimera Teatro?

M.R.: En 2009, el mismo año que mis compañeros (Ana Salas, Lucía Espín y Héctor González)  y yo salimos de la Escuela de Cristina Rota, nos pusimos a funcionar. De repente nos encontramos en medio de una selva. Las chicas fueron las que se pusieron en contacto conmigo para hacer algo juntos y enseguida se sumó Héctor y entonces nos pusimos adaptar La dama boba. Decíamos que si no nos lo da nadie lo tendremos que hacer nosotros. Lo importante es no parar y hacer lo que te haga feliz.

P: ¿Por qué el nombre de La Kimera Teatro?

M.R.: Le dimos muchas vueltas. Se nos echaba el tiempo encima y teníamos que dar con el nombre. Primero surgió la palabra con "Q". La idea de quimera como tal nos remonta a algo casi onírico. Ese lugar donde se juntan los sueños y las realidades. Creemos que tiene que ver mucho con nuestra profesión, con el teatro y todas esas cosas que a nosotros nos despiertan. La "K" era por darnos un punto de diferencia.

P: De Finea y Nise llegó a representarse en Francia ¿qué tal fue la experiencia?

M.R.: Fue en París en el Café de la Danse. Fue una experiencia alucinante, el teatro estaba lleno. Además era una obra en verso, en castellano antiguo y el español de la mayoría de los asistentes no era perfecto. Se representó en el marco de un Festival de Teatro Español en Francia al que van compañías internacionales, sobre todo españolas y ha recibido el último Premio Max de la Crítica por la labor que hace de la difusión de la cultura española en Francia. La recepción fue muy buena.
En París, donde representaron De Finea y Nise. Miguel Espín
P: Luego han representado Asalto en Navidad en diversos espacios como Microteatro por dinero ¿qué tiene de especial este formato de obras, además, por el contacto con el público?

M.R.: Como actor es una experiencia alucinante, no se puede comparar a otros formatos. En Microteatro por dinero la experiencia se lleva a la máxima potencia porque tienes al público a treinta centímetros de distancia. Es un código en el que nos sentimos muy cómodos y en Madrid están surgiendo otros espacios alternativos similares como La casa de la portera, que es una idea brutal y mantiene un nivel de calidad de la obras muy bueno.

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